17. Un día a solas (Pt.2)

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Doyoung aprovechó que Irene estaba viendo la televisión, parada/sentada dentro de la andadera, y fue por su mochila a la habitación para adelantar y terminar los pendientes que le faltaban. Repasó varías veces todo lo que escribía y lo repetía en voz alta, así se le grabaría en su mente y no olvidaría pronto toda la información.

La mayor parte del tiempo, Doyoung tenía problemas para retener información, todo lo que leía lo olvidaba al poco rato. Era, simplemente, frustrante.

Cuando terminó todos sus deberes eran pasadas las once del día, Irene ya debía tomar su colación al igual que él. Se acercó al refrigerador y sacó las fresas y moras secas que estaban dentro de la cajuela, las dejó sobre la mesa y abrió la bolsa, tomó unos cuantos frutos secos y se los llevó a la boca. En la canasta de la cocina habían fresas frescas, manzanas, plátanos, uvas y duraznos, esta última fruta fue la que tomó para dársela a Irene.

Una vez tuvo la fruta picada la depósito dentro de una taza, se acercó a la infante y tomó un pedazo para dárselo en la mano.

—Pruébalo, estoy seguro de que te va a gustar.

Doyoung no estaba seguro de si la pequeña comprendía lo que decía, pero supuso que lo hacía.

—Anda, debes comer un pedacito. Después puedes tomar leche.

Le quitó la fruta de su mano y el mismo se la dió, un trocito fue lo que le dió, Irene hizo muecas raras cuando la fruta entró en contacto con su paladar. Definitivamente no era de su gusto.

El pelinegro se soltó a reír, no obstante, tuvo que calmarse en cuanto se dió cuenta de que su pequeña comenzó a hipar.

—¡No llores! ¡No llores! ¡No más durazno, solecito!

Ahora, Doyoung ya sabía que a Irene no le gustaban los duraznos.

—Tu tobillo estará bien, solo necesitas llevar la férula por unos días

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—Tu tobillo estará bien, solo necesitas llevar la férula por unos días. Eso si, te recomiendo evitar todo tipo de sobre esfuerzo y movimiento brusco. Si quieres sanar rápido y volver a las canchas, te recomiendo absoluto reposo.

—De verdad se lo agradezco, estaba muy asustado. Cuando llegué aquí me dijeron que probablemente tendrían que amputar mi pie.

Taeyong se sorprendió al escuchar a su paciente.

—¿Quién te dijo eso? —masculló. El paciente miró por sobre su hombro. Hendery, que estaba detrás suyo, se dió la vuelta y salió corriendo de la habitación, dejando a Taeyong con una casi jaqueca en camino—. De verdad me sorprende que se haya graduado en medicina.

No era la primera vez que su más reciente llegado hacía esa clase de bromas a los pacientes, en su primer día había dicho a un niño, el cual se había cortado el dedo con una lámina, que tendrían que amputarle toda la mano. Justo como había hecho con el paciente de  hace unos momentos.

Taeyong estaba seguro de que le saldrían canas verdes a temprana edad por hacer tanto coraje con él.

Suspiró y continúo con su labor, por el momento tenía que seguir atendiendo a los pacientes de Donghyuck en lo que salía de cirugía. Por los pasillos las enfermeras y pacientes lo saludaban alegremente, lo habían extrañado en los días que no había estado por ahí. Taeyong era conocido, especialmente, por ser muy amable, respetuoso y divertido con todos, desde empleados de limpieza hasta el bebé más pequeño que pasaba por ahí.

Cerca de las ocho de la noche decidió tomarse un descanso, fue hasta la cafetería y se compró un café cargado y un sándwich de pollo, no era de su agrado, pero era lo único que quedaba disponible. Mientras comía se preguntaba qué estaría haciendo Doyoung en ese momento, si Irene se habría dormido ya o si estaban descansando ambos.

Taeyong no tenía el valor de acercarse a Doyoung después de lo sucedido con él en la noche anterior, cuando ambos estaban tan ocupados en mirarse los labios. El corazón de Taeyong palpita con rapidez cada vez que lo recuerda, el aroma de Doyoung, el calor que su cuerpo emanaba y el perfume que este llevaba encima. Absolutamente todo lo que sucedió en ese pequeño lapso de tiempo se le quedó grabado a Taeyong hasta en lo más profundo de su ser.

Y por estar tan metido en sus pensamientos no se dió cuenta de la llegada de su hermano, Donghyuck lo analizaba en silencio, y parte de ese silencio y discreción fue lo que evitó que Taeyong se diera cuenta de su presencia.

Aunque eso era bastante raro, porque Donghyuck, discreción y silencio no iban de la mano en una misma frase.

—Okey —comenzó, logrando asustar al mayor—, ¿Qué es lo que sucede contigo? Y no digas que nada, porque si mal no recuerdo desde ayer en la noche estás así, hoy por la mañana también. ¿Ya tienes pareja y no sabes cómo decirme?

—Si no quieres que el vaso de café termine en tu bata te recomiendo cerrar la boca.

—Cálmate. No te recordaba tan agresivo.

—Lo siento.

Donghyuck le restó importancia.

—Pero dime, ¿Qué es lo que sucede contigo? Fuera de broma, no me gusta verte así. Eres mi hermano, sabes que te apoyaré en las decisiones que quieras tomar, pero para poder ayudarte necesito que me digas lo que sucede.

Frunció el ceño y suspiro, dejó el vaso de café sobre la mesa y lo miró por un largo rato, hasta que decidió hablar.

—Creo... Creo que me gusta Doyoung. —Levantó la mirada y cuando vió a Donghyuck la volvió a bajar—. Pero antes de que digas algo, no estoy completamente seguro, tal vez, puede que me esté confundiendo y sólo sienta admiración.

Donghyuck se levantó de su lugar y rodeó la mesa para sentarse junto a él, pasó su brazo por sus hombros y lo jaló hacia su costado. Entendía perfectamente lo que Taeyong estaba sintiendo.

—¿Estás seguro de que es sólo eso lo que te tiene así? —Taeyong negó—. ¿Entonces?

—Me siento mal, siento que enamorarme Doyoung es... Traicionar la memoria de Baekhyun. Sólo han pasado dos años, Hyuck.

—Dos años en los que te he visto superarte y salir adelante. —Donghyuck se separó de él y en su lugar tomó sus manos entre las suyas—. Baekhyun te amaba demasiado, Taeyong, y estoy seguro de que desea verte feliz sin importar con quién o quién te haga sentir así. Doyoung es una persona maravillosa, y si tú felicidad es él; entonces no lo dejes ir.

El teléfono en el bolsillo de su bata comenzó a sonar de repente, asustando a ambos. Taeyong lo tomó y contestó de inmediato, sin siquiera detenerse a mirar el nombre.

—¿Qué su...?

¡Irene está mal! ¡No sé que le sucede!
























¿Cómo están?:(
¿Qué creen que tenga Irene?

Papá por accidente (Taedo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora