10. Círculo de la felicidad

399 62 4
                                    

Doyoung llega a su departamento casi saltando de la felicidad, el dueño del edificio lo ve raro, como si estuviera viendo a alguna especie de extraterrestre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Doyoung llega a su departamento casi saltando de la felicidad, el dueño del edificio lo ve raro, como si estuviera viendo a alguna especie de extraterrestre. Pero él no le toma mucha importancia y corre a brincar sobre el sofá de la sala, como si se tratase de un niño pequeño que está feliz por haber conseguido aquel juguete de iron man que ha estado a la venta desde no hace mucho.

Brinca y brinca, rebozando de felicidad. No es hasta que se abre la puerta principal que se da cuenta de que su niña Irene y su hermoso y precioso vecino no estaban en casa.

Taeyong se queda parado en la puerta principal, mirándolo entre divertido y sorprendido de verlo saltando sobre el sofá.

Doyoung se baja de inmediato y se acerca hasta él, toma a la pequeña de sus brazos y comienza a danzar con ella de rincón a rincón, tarareando una que otra melodía de Disney.

—¡Un mundo ideal, tan deslumbrante como...! Olvidé la letra.

—Como el sol, Doyoung.

—¡Cómo el sol! ¡Pero no importa, ya no!

Irene ríe escandalosamente cada que el coreano da vueltas con ella. Mientras tanto, Taeyong camina hasta la cocina con las bolsas en mano, las deja sobre la barra de la cocina y vuelve donde el menor.

Inmediatamente es jalado al "círculo de la felicidad" como Doyoung le llama.

Los tres daban vueltas por toda la sala, la incomparable risita de Taeyong hizo a Doyoung sonreír aún más de lo que ya lo hacía, sintió su corazón llenarse de algo cálido, algo que sólo sentía cuando su mamá lo abrazaba en las noches oscuras, esas noches en las que no podía dormir y su mamá le cantaba para calmarlo.

Pronto se dió cuenta de lo que realmente estaba pasando, y no podía estar más tranquilo.

Tratando de no aplastar a Irene, Doyoung se tiró delicadamente a los brazos del rubio, y aunque Taeyong no se esperaba tener al menor entre sus brazos, le correspondió de igual manera, completamente gustoso.

—Gracias por estar aquí, Taeyong.

Y Taeyong se confundió, porque no sabía qué había hecho para merecer los agradecimientos de Doyoung, sin embargo, no preguntó. Palmeó delicadamente la espalda del menor y se separó de él en cuanto Irene comenzó a llorar.

—Iré a cambiarla.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Taeyong terminó de acomodar todas las cosas que había traído del supermercado, depósito las bolsas en uno de los cajones de utilería y tiró los envoltorios de las uvas al bote de la basura.

Volvió a la sala y comenzó a recoger las cosas que había tirado mientras jugaba con Irene, tomó las almohadas y las sacudió para después dejarlas sobre el sofá. En cuanto terminó se sentó y dejó que su espalda descansara sobre el respaldo.

No había sido buena idea ir solo al supermercado, tuvo que traer todas las bolsas en una sola mano, eso quitando el hecho de que sentía su espalda romperse con cada paso que daba escaleras arriba.

Doyoung salió de la habitación y se acercó hasta el mayor, por un momento creyó que se había ido. Lo observó brevemente, aprovechando que mantenía sus ojos cerrados.

Viéndolo más de cerca se dió cuenta de dos cosas, uno: el cabello de Taeyong lucía mucho más suave, y dos: cerca del ojo tenía una cicatriz no muy grande, y si tuviera que compararlo lo haría con una flor, se parecía muchísimo a una. El mayor abrió tan repentinamente los ojos, que a penas y tuvo tiempo de echarse para atrás.

—¿Qué haces? —preguntó divertido. Había sentido la presencia y la mirada del menor desde hace un buen rato, pero si era sincero no esperaba encontrarlo tan cerca de su rostro.

—Nada, sólo me aseguraba de que siguieras respirando, ya sabes... Dicen que las personas a esta edad suelen morir mientras duermen.

Taeyong alzó una ceja, medianamente divertido.

—¿Me estás diciendo viejo? —Doyoung se encogió de hombros, no se molestó en ocultar su sonrisa—. Bueno, pues fíjate que tienes razón, creo que por eso ya me duele la espalda.

La expresión de Doyoung pasó de ser divertida a una muy preocupada.

—¿Te duele mucho?

—No tanto, sólo es por el exceso de estrés que estuve cargando desde que pasó el incidente en el hospital.

Taeyong le había contado algo sobre eso, se habían intentado robar a un recién nacido en el área de pediatría o algo así. La verdad es que no entendió muy bien.

—¿Te parece si te doy un masaje y me cuentas que pasó?

Y aunque Taeyong intentó negarse, Doyoung alegó que era lo menos que podía hacer por él después de haberle cuidado a Irene durante toda la mañana.
































Capi bien bonito:)
Me gusta que Doyoung y Taeyong se acerquen mucho más.

Papá por accidente (Taedo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora