31. Noticias nupciales

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Desde la primera visita del joven Wong, quien venía por parte de servicios infantiles para comenzar a monitorear y ver la situación legal de Irene, las cosas se habían vuelto un tanto tensas, mejor dicho la situación

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Desde la primera visita del joven Wong, quien venía por parte de servicios infantiles para comenzar a monitorear y ver la situación legal de Irene, las cosas se habían vuelto un tanto tensas, mejor dicho la situación. Y Taeyong, a ese punto, ya no podía soportar por más tiempo a un Doyoung viajando entre realidades. Realmente amaba tanto al pelinegro, que no soportaba verlo tan decaído, enfocado sólo en hacer las cosas perfectamente. Parecía un robot programado.

Las cosas tenían que cambiar.

—Doyoung —lo llamó, acercándose lentamente hacia el pelinegro, que estaba recostado en el sofá con Irene encima de su pecho.

Doyoung respondió con un suave «Mmh». Taeyong suspiró y se sentó en el brazo del sofá.

—¿Te gustaría ir conmigo al cenar? Irene también puede venir, es decir, podemos ir como una... Familia. —El pelinegro levantó su mirada y lo miró enternecido, no obstante, no contestó—. ¡Pero si no quieres está bien! No te estoy obligando. Solamente era una idea.

Taeyong hubiera seguido hablando como perico, de no ser porque Doyoung lo tomó de la mano y depositó un sonoro beso sobre el dorso de su mano.

—Contigo quiero ir a todos lados.

Su relación como pareja había avanzado demasiado en las últimas semanas, claramente aún seguían sin decirle nada a sus amigos porque Taeyong tenía miedo ya que, según él, salarían su relación, y él no quería eso. Doyoung en varias ocasiones se había reído y le había dicho que no tenía porque preocuparse, pero en el fondo lo entendía. Entendía su miedo.

Y como cualquier pareja se comportaban, frecuentemente de una manera muy cariñosa y empalagosa. Doyoung era quien la mayor parte del tiempo comenzaba con las caricias, los besos y las palabras. Desde Baekhyun, Taeyong se había vuelto reservado, al menos en el tema sentimental, y para él no era fácil volver a abrirse, pero ponía de su parte. Realmente quería que las cosas funcionaran.

Pero claro, eso no quitaba el he hecho de que en ocasiones le dieran repentinos arranques en los que se la pasaba pegado a Doyoung como koala. Esos días eran los mejores para el pelinegro.

 Esos días eran los mejores para el pelinegro

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Papá por accidente (Taedo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora