ミDay 2ミ

421 35 1
                                    

Ciencia Ficción/
Cuento de hadas

Caminaba decidido hacia su objetivo, dejando la marca de sus botas en el fango sin importar cuánto se ensuciaran, debía atravesar ese espeso bosque y el estúpido clima no lo detendría. Usaba su filosa espada para abrirse camino cuando la vegetación le obstruia la vista, él no iba a rodear nada, ese lugar no era ni la mitad de difícil o peligroso de los otros lugares en los que ha estado.

Al fin llegaba a ver la salida en la lejanía así que aceleró el paso.
Tanto recorrido solo para llegar a ese desgastado y alto castillo.

Había escuchado historias sobre que era custodiado por un gran y poderoso dragón, este impedía que aquellos que no fueran puros de corazón obtuvieran los tesoros que ahí se hayan. A cambio de estos se le daría como recompensa la mano del príncipe de aquel territorio. Aunque más de una vez le cambiaron los detalles de la historia coincidían en una cosa, el imponente dragón.

Ese era su objetivo, aniquilar aquella bestia, de eso válida su orgullo, de acabar con esos feroces animales que destruyen pueblos enteros en una pelea por el dominio de territorio. En cuanto a la recompensa, no le importaba mucho recibirla, y mucho menos la mano de aquel príncipe; de seguro era uno de esos tontos estirados que no sabían hacer nada.

Los despreciaba tanto desde que visito el reino de los Todoroki, él también era un príncipe y no era igual de idiota que ese cuarteto de mimados. Solamente le agrado la princesa y en realidad no demasiado, siempre trataba de ser positiva y eso le parecía una cualidad rara. Existen días en que la vida es jodida y hay que saber reconocerlo.

Había llegado a los terrenos más cercanos al castillo y no había ninguna señal de la bestia, le estaba dando un mal presentimiento; no por nada nadie se acercaba por temor a morir devorados o calcinados. Desenvainó su espada esperando el enfrentamiento cuando atravesará la gran puerta de madera, apretó firme el mango de su arma y dio una fuerte patada a la puerta abriéndola.

No había nada.

Entro sigilosamente, muy probablemente el dragón estaría del otro lado del lugar dormido, camino mirando hacia todos lados rastreando al monstruo.

Siguió avanzando hasta que llegó a las escaleras, pensó su siguiente movimiento, podía quedarse a revisar por toda la planta baja o subir a ver qué había ahí. Era mejor subir y revisar sí algún bastardo ya se le había adelantado; juro soltando maldiciones que quemaría el lugar sí eso ya había pasado.

La planta alta tambien estaba en silencio, la única diferencia de esta era un pasillo muy amplio que tenía un par de puertas. Siguió por ahí, seguro alguna de las puertas guardaba el tesoro.

La primera estaba llena de baúles y varios armarios, dudaba mucho que ahí ocultaran algo, pero se veía limpio, era obvio que alguien había estado ahí.
Estaba comenzando a molestarse, había guardado su espada con la idea de que ya no había nada y solo había viajado hasta allá sin sentido.

Quiso entrar en la siguiente puerta pero esta no abría, escucho unos ruidos provenir de adentro alterando más su humor.

"¡El maldito sigue adentro!"

Usando todas sus fuerzas, empujó la puerta rompiendo el seguro, por poco se cae de boca. Se paró rígido en posición de pelea, listo para matar al bastardo que tuviera de frente.

Ahí estaba un joven de cabello negro hasta los hombros, lo veía aterrado desde la cama del otro lado de la habitación. Se acercó hasta donde estaba el otro, listo para soltar un golpe en su rostro hasta que lo miró más de cerca. La tela de su ropa era fina, igual la de las sábanas en la pulcra cama; lo escaneo de arriba hacia abajo, todo en el joven era de lujo, combinaba perfecto con los brillantes rubíes que tenia por ojos.

Explosive love • Kiribaku week Donde viven las historias. Descúbrelo ahora