Capítulo 7

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Me suena la alarma y me despierto, sigo la misma rutina que todas las mañanas, me ducho, desayuno y se me hace tarde, pierdo el bus y mi madre me lleva al instituto mientras me regaña por llegar tarde.

—Es que de verdad que no puede ser que llegues tarde todos los días.

—Lo sé mamá, lo siento.

—Estoy harta de que siempre llegues tarde.

—No volverá a pasar, te lo prometo.

—Eso es lo que dices siempre y al día siguiente lo vuelves a hacer.

—Ya te he dicho que lo siento, ¿qué más quieres? -le digo enfadada.-

—Que empieces a ser más responsable. No puedes ir así por la vida.

—Joder mamá, solo se me ha hecho tarde cinco putos minutos, estoy harta de que siempre me exijas tanto, de que me riñas por todo, joder, no puedo seguir así, voy andando de puntillas por la vida para no ofenderte ni enfadarte. -digo totalmente indignada.-

—Cariño, yo te quiero y te digo las cosas por tu bien, lo siento si a veces me paso, pero lo hago para protegerte -dice apenada.-

—Ya lo se mama, pero tengo que aprender por mí cuenta.

—Lo sé y te entiendo.

La cosa se queda así, no le digo nada, ni ella a mí tampoco, preferimos no seguir con el tema antes de que digamos algo de lo que nos vamos a arrepentir. Llegó al instituto y entró en clase, es segunda hora. Orión se me queda mirando y me saluda, las clases pasan rápidas y llega la hora de salida. Voy de camino a casa, esta vez prefiero ir andando, Orión me ve y se ofrece a acompañarme, mi casa le pilla de camino y nos ponemos a hablar.

—¿Qué tal llevas las clases? He visto que no has venido a primera.

—Si así es, se me ha hecho tarde, las llevo bien ¿y tú?

—También, salvo en filosofía que se me da fatal.

—Ya a mí también, tendré que estudiar mucho más antes del examen de la semana que viene.

—Podríamos quedar para estudiar juntos -propone el chico.-

—Claro ¿por qué no?

—¿Hoy te viene bien?

—Claro, ¿en tu casa o en la mía?

—En la mia mejor, ¿a las cinco?

—Claro.

Llegamos a mí casa y nos despedimos, entro y él sigue su camino hasta su casa que está a un par de manzanas. Dejo la mochila en mi habitación y bajo a comer, hay lentejas que sinceramente las odio pero decido comer sin decir nada, después subo a mí habitación y me pongo música, pasa el rato y miro la hora, quedan quince minutos para las cinco me levanto de la cama y salgo de casa para ir a su casa.

Llamo al timbre al llegar y me abre la puerta, está descalzo y algo despeinado, seguramente estaría durmiendo, pasó y me ofrece algo para beber. Subimos a su cuarto y nos ponemos a hablar.

—¿Entonces crees que saldrá en el examen?

—Pues claro que saldrá en el examen, es lo más importante de todo el tema. -digo riéndome.-

—Joe es que no entiendo nada, seguro que suspendo.

—Yo estoy igual, no pasa nada, hay cosas peores, además podremos recuperar al final de la evaluación.

—Eso es lo que me tranquiliza.

—A mí me pasa igual.

—¿Cómo te va con Marcos?

—Pues bien. Estamos empezando y por ahora todo está bien.

—Lo siento pero tengo que preguntarlo, ¿de verdad que es él el que te gusta?¿No sientes nada hacia mi?

No sé qué decir esa pregunta me ha pillado por sorpresa, la verdad es que Marcos me gusta, pero Orión me atrae, solo hay que verle con esos musculos, ese pelo rizado que le llega por el hombro y esos ojos verdes que cautivan.

—Si el me gusta.

—¿Y yo no te gusto? -pregunta el chico cada vez más cerca de mi.-

—Supongo que no.

—¿Supones?

—Eso he dicho.

El chico de repente me besa y no se que hacer, es algo que llevo deseando muchísimo tiempo, pero a la vez me siento mal por engañar a mi novio. Sin darme cuenta le devuelvo el beso y él empieza a besarme el cuello, no puede ser, Celia ¿Estás apunto de hacer lo que crees que vas a hacer? Si así es.

—Soy virgen -digo algo nerviosa.-

—¿Quieres hacerlo?¿Estás segura? -pregunta el chico-

—Si, quiero hacerlo, pero no sé cómo se hace, me vas a tener que guiar.

—Tu tranquila, déjate llevar y déjamelo a mí.

Marcos desliza sus dedos por mis hombros, acaricia mi cuello, me muevo por inercia y el vello se me eriza, mis pezones se ponen duros y la piel de gallina, sigue la tira de mi sujetador, se esconde en mi pelo, masajea mi cabeza y tira suave de mi pelo, eso obliga a mi cuerpo a pegarse más, me da un mordisco en la oreja derecha, abro la boca y suelto un ligero jadeo, él añade su propia composición al ambiente, su propio sonido, una respiración acelerada, con un solo movimiento, pega mi cadera a la suya, nos besamos, besa muy bien, no sé cuánto tiempo llevamos besándonos, me apoya contra el escritorio, me acaricia y muerde mi cuello me clava sus ojos, me baja el pantalón y se arrodilla ante mí, saca la lengua y se acerca poco a poco, con la punta me acaricia el clítoris, desvía sus ojos y se centra en mi vagina, hace largas pasadas y, con cada una, me abre un poco más los labios, mete la lengua en mi agujero, acelera el ritmo, humedece un dedo y lo introduce poco a poco, noto cómo sube dentro de mí, no puedo contener los gritos.
Orión continúa, acelerando el ritmo de su lengua de forma progresiva, llevándome al éxtasis, jadeo, me tiemblan las piernas, aprieto las manos contra su cabeza, el placer aumenta, sigue lamiéndome y moviendo su dedo, grito, no puedo dejar de gemir, muevo mi pelvis. Me da un tic en mis piernas y brazos. Siento una descarga eléctrica por mi espalda. Miro al techo. Orión no se detiene, yo trato de regular mi respiración, relajo los músculos, se detiene y ahí estoy, expuesta delante del primer hombre con el que voy a hacerlo, le quito la camiseta, está fuerte, es bello por naturaleza, beso su cuello, su torso, vamos a la cama, me siento en el borde y el se quita los pantalones, se abalanza sobre mí, seguimos besándonos apasionadamente, me aprieta las tetas, aparta el sujetador,  mis pezones están duros y mi vagina está húmeda, su mano baja por mi vientre, toca mi clítoris suave, me la mete poco a poco, con suavidad, menos mal es mi primera vez y se agradece, entra entera, mueve la pelvis, empuja su cadera contra mis nalgas, una y otra y otra vez, coge fuerte mis caderas y aumenta el ritmo, coge el ritmo y poco después empiezo a sentir un cosquilleo, es algo eléctrico, no puedo dejar de gritar, cierro los ojos y ahí llega, el primer orgasmo de mi vida, él sigue cada vez respira más fuerte y suelta algún gemido bajo,
—Me voy a correr -dice.-
Justo la saca en el último segundo y lo echa fuera, se tumba a mí lado y me besa la espalda y el cuello mientras me abraza.

Tres son multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora