Capítulo 2

156 11 1
                                    

Capítulo 2

Nueva. Vida.

Luego de razonar varias veces las cosas, y aceptar cómo había cambiado mi vida, me resigné a darme cuenta de varios asuntos. Lo más importante: mi deseo se había vuelto realidad; Christopher se había ido. Por más remota e imposible que pareciese esa posibilidad, era verdad. Nadie lo recordaba ni lo había visto en las horas de colegio.

  Otro tema que estaba por aceptar era que yo era capitana de las porristas. Cosa que estaba a punto de comprobar.

  Una vez terminada la última clase, revisé en mi casillero antes de salir fuera del instituto, -para poder ir al campus-, y pude localizar mi uniforme de porrista, al que sin ninguna explicación le tomé asco. Fui hasta los lavados y me lo coloqué con desconfianza sobre el cuerpo. Me até una coleta alta, y pude ver que no era realmente yo la que estaba haciendo todo ese embrollo. Era una falsa imitación mía.

  Yo no era esa clase de persona, despreciaba a las porristas con todo mi ser. Las aborrecía y detestaba lo que hacían. ¿Irónico, eh? Suspiré y abandoné el baño, dirigiéndome a la puerta trasera, para así poder salir directamente hacia el infierno.

  El campus presentaba largas extensiones a las afueras del colegio.  Altos y grandes árboles  hacían que el instituto presentara una mejor vista y lo hacía más acogedor. Bajé la escalera a grandes zancadas, hasta llegar donde estaban las demás animadoras, y al toque de queda, se nos unió la entrenadora. Rubia, de unos treinta y siete años, conocida por ser severamente estricta. Genial.

-       ¿Cómo están chicas? Pues espero que bien, ya que hoy no seré muy gentil con ustedes.- ¿acaso algún día lo era? No estaba muy segura, pero confiaba en que nunca lo era. Estaba, por así decirlo, entrando en pánico.

Siempre había observado a las animadoras,  y prestado mucha atención a sus movimientos, pero era consciente de que yo no podía hacer esas cosas.

 No. Mi vida deportiva no había sido la gran cosa ni mucho menos. Primero, la danza no era considerada un deporte, y la había hecho los últimos cinco años. Escuché el blablablá de la entrenadora por unos siete minutos, hasta que oí mi nombre salir de sus labios.

-       Jack puede enseñarles la nueva rutina. La sabe hacer perfectamente y sin ninguna equivocación. ¿Por qué no se lo demuestras, Jack?- fue en ese momento en donde entré en pánico completamente. Creí que estaban bromeando al decirme que era la capitana de las porristas, pero al parecer era cierto.

Tragué en seco y miré hacia mi alrededor. ¡Amber y Cinthia me sonreían con simpatía, y no se demostraban nada desagradables! ¡Era como si de alguna forma u otra les hubiesen lavado el cerebro y me idolatraran! Levanté la vista y pude ver a la entrenadora Stevens incitándome a demostrarles lo que sabía hacer. Pánico.

-       Yo…- titubeé. ¿Y ahora qué? Ya tenía algo en mente. Sabía perfectamente como librarme de esta. Di un paso hacia la profesora y luego otro.  Cada uno de los pasos los hacía con fingido dolor y hasta a mí me parecía convincente. Traté de adoptar mi mala faceta de actriz y mentirle a cada una de las que estaba allí.- yo… profesora… verá. Ayer… mientras practicaba la rutina, y trataba de hacerla lo más perfecta posible…- sorprendentemente pude hacer que mis ojos se pusieran vidriosos y que pareciese como si estuviera a punto de estallar en lágrimas.

       Disimuladamente, miré por el rabillo del ojo a las demás animadoras, y pude ver sus expresiones compungidas y convalecientes por mí, y me di cuenta de una cosa verdaderamente asombrosa. De verdad me querían.

-       ¿Qué pasó ayer, Jack?- preguntó Amber, y para mi asombro, realmente le dolía verme así. Adopté una postura vulnerable y dirigí mi mirada hacia la entrenadora, que al igual las demás, esperaban escuchar mi trágica historia. Traté de que una lágrima falsa resbalara por mi mejilla, y lo hizo. Me enderecé y traté de decir la mentira como si fuera la verdad más agobiante del mundo.

Love is in the airDonde viven las historias. Descúbrelo ahora