Registro de Contraataques de Transmigracion Rápida de la Carne de Cañon (2)

Capítulo 245: Si el suegro estuviera cerca...

–Y, ¿por qué estamos corriendo? ¿No podemos simplemente rendirnos? – preguntó Ning Shu. El primer ministro Mu tenía un estatus bastante alto en el estado de Donghua, por lo que si se rendía, probablemente se le permitiría vivir.

El hermoso rostro del primer ministro Mu se volvió severo cuando dijo: – Yo, Tu padre, soy un erudito. ¿Cómo puedo hacer algo tan deshonroso?

Ning Shu:...

Si estaba tan preocupado por el honor, ¿por qué estaba corriendo? En lugar de quedarse y declare su resolución de vivir y morir con el estado de Donghua, definitivamente pasaría a la historia como un erudito valiente e inquebrantable. Sin embargo, la pura verdad era que tenía miedo de morir si se quedabas, ¿no?

–Maestro, señorita, he terminado de empacar las cosas–. La pequeña doncella abrazaba un bulto de tela.

Ning Shu no quería irse con el primer ministro Mu, así que dijo: –Padre, primero debes irte con mamá. Tomemos diferentes rutas.

– ¿Cómo podemos hacer eso? Somos una familia. Si nos separamos, quién sabe cuándo podremos encontrarnos de nuevo. Además, si nos separamos en tiempos tan caóticos, es posible que no tengamos la oportunidad de volver a vernos ni siquiera una vez antes de la muerte –. Las cejas del primer ministro Mu estaban fuertemente fruncidas. Estaba claro que desaprobaba la sugerencia de Ning Shu.

Ning Shu dijo: –La madre y el padre deberían irse primero con el hermano mayor y el hermano pequeño. De esta manera, la familia Mu puede preservar su línea de sangre. La hija tomará un camino diferente.

El primer ministro Mu pensó un poco y luego dijo: –Eso funciona.

Ning Shu:...

Estaba segura de que tenía una mente abierta. ¿No le preocupaba dejar sola a su hija? Sin embargo, probablemente era algo que requería la trama. Después de todo, cualquier escena elegida al azar implicaba una lucha en la cama. Si el suegro estuviera presente para ver, esa situación sería demasiado terrible para imaginarla. Por lo tanto, en la historia, Mu Yanmeng siempre estaba sola.

–Toma, mantén este dinero contigo–. El primer ministro Mu sacó un montón de billetes y se los entregó a Ning Shu. Ella los tomó y dijo: –Gracias, padre.

–Padre te dejará a alguien que te proteja. Este es el guardaespaldas personal de padre. A partir de ahora, él te protegerá de las sombras –. El primer ministro Mu señaló a cierto guardaespaldas que sostenía una espada.

Ning Shu miró hacia el guardaespaldas. Este guardia tenía una apariencia bastante única. Su rostro estaba seriamente cuadrado y su barbilla era muy ancha.

Sin embargo, ¿este guardia no formaba parte de la historia original? Ning Shu pensó en la historia y se dio cuenta de que este guardia había aparecido una vez. Sin embargo, nunca volvió a aparecer después de eso. O se había escapado o un protagonista masculino lo había matado en secreto.

–Él te protegerá de las sombras. Esta doncella también se quedará contigo –. Después de que el primer ministro Mu terminó de decir todo apresuradamente, miró a Ning Shu con tristeza en los ojos. –Hija, este padre se irá ahora. Asegúrate de cuidarte. El general está a punto de irrumpir, así que debes darte prisa y correr también.

Una vez que terminó de decir esto, salió corriendo y pronto desapareció de la vista.

El guardia que quedó miró a Ning Shu, luego saltó por la ventana. Probablemente estaba buscando un lugar para esconderse para poder permanecer oculto mientras la cuidaba.

Entonces, ¿cómo es que se sentiría completamente segura?

Ning Shu guardó el dinero que el primer ministro Mu le había dado y luego le dijo a la sirvienta: –Deberías irte también. No es necesario que me sigas.

–¡Esta sirvienta seguirá a la señorita, esta sirvienta no tiene miedo!– Sin embargo, mientras la pequeña doncella hablaba, sus dientes e incluso sus piernas temblaban de miedo.

Ning Shu se sentó en la cama y dijo suavemente: –No es necesario que me sigas ya que no me voy.

–¡Esta sirvienta seguirá a la señorita! ¡En vida, Yue Lan será la sirvienta de la señorita, en la muerte, Yue Lan será el fantasma de la señorita! – dijo Yue Lan firmemente.

Ning Shu suspiro. –Bien, haz lo que quieras.

–Consigue algo de comida, tengo un poco de hambre–, dijo Ning Shu.

Yue Lan dejó el paquete de tela y se fue a buscar comida para Ning Shu.

Desde la ventana, Ning Shu pudo ver que la entrada de la ciudad estaba brillantemente iluminada mientras los gritos y lamentos llenaban el aire. El hedor a sangre llegó muy lejos e hizo que pareciera que todo el estado estaba en confusión.

–Um, guardia, ¿sigues ahí?– Ning Shu gritó hacia la ventana.

Esperó un buen rato, pero el guardia no respondió. Ella se preguntó con tristeza, ¿realmente se escapó?

–Aquí–. De repente apareció una voz.

Ning Shu:...

Se sintió como si los reflejos de este tipo fueran bastante lentos ¿Le tomó tanto tiempo responder?

– ¿Cómo se supone que voy a contactarte?– ¿Podría ser que en el futuro, cada vez que lo llamara, tuviera que esperar a que el té se enfriara antes de obtener finalmente una respuesta?

Además, ni siquiera sabía cuán leal era este guardia.

Suspiro. La vida era tan deprimente.

Una figura negra apareció frente a Ning Shu, sorprendiéndola. Su rostro estaba cubierto con una tela negra que solo dejaba a la vista sus ojos.

–Señorita, soy yo–, dijo el guardia.

Ning Shu le dio unas palmaditas en el pecho. – ¿Por qué te cubres la cara?

–Esta es la regla de nosotros, los guardias ocultos–, dijo el guardia.

Ning Shu:...

Con tu apariencia, nadie recordaría tu rostro. Probablemente atraigas aún más la atención al ponerte una máscara.

–Esto es un silbato. Tan pronto como la señorita haga sonar el silbato, apareceré –. El guardia le entregó el silbato a Ning Shu.

Cuando Ning Shu lo tomó, ella preguntó: – ¿Puedes escucharlo sin importar dónde estés?

Esta pregunta pareció ser un poco difícil para el guardia ya que estuvo en silencio durante bastante tiempo. Al final, dijo: –Mientras esté al lado de la señorita y la señorita haga sonar el silbato, podré oírlo.

–Gracias–. Ning Shu guardó el silbato. Para bien o para mal, se sentía un poco más segura con él.

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