CAPITULO TRES

67 13 1
                                    

Hueningkai estaba de pie en el umbral de la jaula, un látigo envuelto alrededor de su mano.

—Rayak —dijo, y las cadenas que sostenían a Hyunjin se desconectaron de las esposas. Hyunjin, quien no había estado de pie durante meses, se derrumbó en el suelo.

Pero ahora era libre y el hombre que había matado a Felix estaba en la jaula con él.

Su puto error.

Hyunjin alejó al dolor encogiéndose de hombros y se abalanzó sobre Hueningkai. Sus colmillos aparecieron y evocó a su hacha, Bloodreaver, Portadora de la Ruina. Según Yuna, el hacha tenía nombre propio. Era una perra egocéntrica.

Los tatuajes de su brazo derecho, usualmente negros, se volvieron color escarlata al abrirse. La sangre salió pero el hacha no se formó.

En vez de eso, la sangre simplemente cayó al suelo, fallando al tomar forma en su mano. Antes de poder deducir qué carajos estaba pasando, Hueningkai pronunció la palabra:

—Raylo.

Las esposas en los brazos de Hyunjin se unieron de golpe detrás de su espalda como si estuvieran magnetizadas. Las de sus piernas también se juntaron y él tropezó y cayó al suelo, dejando tras de sí un rastro de sangre al chocar contra las barras de la jaula. La plata quemó su piel desnuda.

Intentó no gritar, pero no fue capaz de detener los alarmantes gruñidos que escapaban de sus pulmones.

Hueningkai bajó la vista hacia él, poco impresionado.

—¿Has terminado?

Hyunjin le enseñó los colmillos mientras se retorcía alejándose de las barras de plata, solo para que una pesada bota aterrizara en su hombro y lo mantuviera presionado contra la jaula. El olor y el crepitar de la carne quemándose llenaron el aire.

Hueningkai sonrió.

—No tenemos apuro.

Hyunjin siseó, y Hueningkai retrocedió unos pasos con una sonrisa plantada en sus labios. Hyunjin rodó sobre su estómago y luchó por ponerse de rodillas, una tarea nada fácil cuando tenía todas sus extremidades sujetadas.

—¿Cuál es tu plan aquí? —preguntó Hueningkai— Asumiendo que puedes ponerte de pie, ¿saltarás hacia mí como un conejo e intentarás morderme un par de veces? ¿Quizá darme unos cabezazos? Tu papi me golpeó y no me movió ni un pelo. Necesitas detenerte y pensar antes de intentarlo nuevamente.

Sí. Sí, ese había sido su plan. Pero ahora que Hueningkai lo decía en voz alta, sonaba estúpido. Las palabras actuaron como sedante ante su furia ciega y él se dio cuenta que no había nada que pudiera hacer en esos momentos. Se sentía malditamente inútil mientras intentaba curar a las tiras de quemaduras de plata. También cerró sus tatuajes sangrantes, preguntándose por qué mierda no podía evocar su hacha.

Hyunjin inclinó su cabeza hacia adelante, y estrechó su mirada hacia Hueningkai.

—¿Terminaste? —preguntó Hueningkai.

Hyunjin ni se acercaba a terminar, pero esperaría una mejor oportunidad antes de intentar atacar nuevamente. Asintió una vez.

—Rayal —dijo Hueningkai, mientras enganchaba el látigo a su cinturón. Las cadenas alrededor de los pies de Hyunjin se desconectaron y él se levantó. Cual fuera la fuerza que mantenía las esposas de sus brazos pegadas en su espalda, no cedía.

Magia de mierda.

Odiaba la magia y esas estúpidas malditas palabras: Rayak, Raylo, y ahora Rayal; cada una le hacía una mierda nueva.

Broken (Beautiful Monster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora