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Tan solo habían pasado algunos meses desde que Peter tuvo que acostumbrarse a no ver el rostro somnoliento de Tony cada que el sol se colaba por su ventana indicándole que un nuevo día se le presentaba, no sentir su cuerpo entre sus brazos y mucho...

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Tan solo habían pasado algunos meses desde que Peter tuvo que acostumbrarse a no ver el rostro somnoliento de Tony cada que el sol se colaba por su ventana indicándole que un nuevo día se le presentaba, no sentir su cuerpo entre sus brazos y mucho menos batallar para salir de la cama. Ya no tenía quien lo retuviera cinco minutos más para besarlo, abrazarlo y hacerlo sentir el omega más amado de la tierra.

Ya no veía a su Alfa entre los corredores de la universidad, sus visitas —poco ocasionales—, a la cancha de futbol solo traían memorias de su fuerte alfa corriendo por y con la pelota, sonriendo con sus amigos, ya nadie le dedicaba sus victorias. Tampoco una Natasha se acercaba hasta él para charlar.

Todo era tan diferente, y por suerte, ya no sentía triste, solo nostálgico.

Mientras Peter tomó el metro de regreso, pensaba en cómo será al llegar a casa la cual es la misma que compartió con Tony, dado que este le pidió que no se mudase, que era igualmente suya.

Ahora solo se encontraba con la soledad en cada esquina, los recuerdos en cada espacio, todo era tan grande para él solo. Desde la cama tan inmensa con ausencia de la calidez, hasta la cocina tan limpia sin a quien cocinarle más que a sí mismo. Desde la sala que ahora ya no se ocupaba para nada, a la tina de baño donde sentía que podría nadar entre las docenas de memorias.

Suspiró al pararse frente a la puerta, ingresó la llave y la giró.

Su mente se desconectó cuando el olor a comida llegó a sus fosas nasales. Se sintió confuso, con paso lento y nervioso caminó hasta la cocina, que es donde provenía el aroma a... ¿lasaña? Al entrar vio el horno encendido, un desastre sobre la mesa, pero ningún rastro de alguien, se acercó hasta quedar en el centro, aun confundido. Su tía siempre avisaba de sus visitas, la última vez que la había visto, eso semanas atrás, quien había acudido en su ayuda. Sabe que si hubiera llamado, habría tenido a su Alfa para él, pero no quiso molestarlo. Por eso había sido su tía quien había acudido hasta él y ser el apoyo que necesitaba, tal y como fue su vida antes de Tony.

—¿Tía May? —preguntó en voz alta, el titubeo en su voz solo delató lo que en verdad esperaba encontrarse.

—Bueno, arriesgándome a que me mate si se entera. No. Alguien mucho más atractivo que ella. —Soltó una grave voz que hizo estremecer a Peter, una suave sonrisa con la que siempre soñaba, y el familiar y tan anhelado aroma de reconocimiento, provocando que Peter volteará, alegre y emocionado.

—¿Tony?

—Hola, Bambola.

Tony extendió sus brazos, justo a tiempo para recibir a su pequeño Omega entre ellos, el olor a bayas, madreselva, metal y café fusionándose. La calidez acunándose en ambos, habían sido meses separados, meses donde se llamaron constantemente, donde se mandaban mensajes, así no fuese durante mucho tiempo, dado que las obligaciones de cada uno impedían que las llamadas durarán más de una hora, y los mensajes no pasaran de unos cuantos al día.

ʙᴀᴍʙᴏʟᴀ. | ꜱᴛᴀʀᴋᴇʀ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora