TENTACIÓN II

⚛Capítulo 17⚛

Cuando volvíamos de esa hacienda donde estaba la plantación de girasoles no podía estar más feliz, el chico del que estaba enamorada me había regalado una maceta con una pequeña planta de mi flor favorita.

—Ahora te llevaré a otro lugar. —el viaje de regreso era un poco más lento debido al tráfico, pero aún así mi felicidad no disminuía.

—¿Aún hay más?. —me sorprendía que ahora quisiera ir a otro lugar, pensé que ahora me pasaría dejar a la residencia.

—Sí, aún falta algo más.

Me entretuve oyendo las canciones que se reproducían en el estéreo del auto y enviándole muchas de las fotos que había tomando a los chicos, e incluso tomé una foto a la maceta que reposaba sobre mis piernas para enseñarles mi nueva plantita.

Por la ventanilla a mi lado lograba ver como el sol se iba ocultando cada vez más y como las luces de las farolas empezaban a encenderse.

Alan detuvo el auto un momento y sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón, lo observé marcar algo en el y luego llevarlo a su oreja.

—¿Todo listo?. —una pequeña sonrisa surcó sus labios. —Ya vamos para allá.

Se volteó a verme y se acercó para tomar mi rostro entre sus manos y dejar un beso en mis labios, una vez hecho esto volvió a poner el auto en marcha.

Quería preguntar a dónde íbamos pero me contuve de hacerlo pues sabía que no me iba decir.

Alan siguió conduciendo por unos minutos más hasta que detuvo el auto frente a un gran parque de atracciones, el cartel que daba la bienvenida estaba por todo lo alto siendo iluminado por muchas bombillas pequeñitas.

—Recuerdo que hace días dijiste que querías venir a este parque —se bajo del auto y dio la vuelta para abrir la puerta de mi lado y ayudarme a bajar. —así que te traje.

Me tomó de la mano y empezamos a caminar, los distintos juegos mecánicos funcionaban como deberían hacerlo, los puestos para ganar peluches estaban repletos de osos, delfines y otros peluches más de diferentes tamaños, pero a excepción del personal que trabajaba en ellos, no había más nadie y justo ahí caí en cuenta que el parque de atracciones se encontraba vacío, no veía a más personas  aparte de nosotros allí.

—¿Por qué esto está tan solo?. —pregunté observando todo a mi alrededor.

—Porque esta noche el parque es solo para ti, así que puedes subir al juego que quieras sin comprar tickets o hacer fila. —juro que mi mandíbula estaba por chocar contra el suelo.

—¿Mandaste a cerrar el parque al público? —pregunté atónita.

Alan se tardó unos segundos en responder pero después de pasear su vista por todo el lugar soltó palabras.

—Mmm sí, está noche es especial así que solo quiero que seamos tú y yo, aquí en este lugar al que tanto querías venir. —sus palabras me derretian de tanta ternura.

Hizo que cerraran el jodido parque  solo para mi.

—Seguro esto costó mucho dinero, no debiste hacerlo.

—El dinero es lo de menos, lo haría mil veces  más si eso te hace sonreír así como lo has estado haciendo desde que entramos. —se colocó quedando de frente a mí, sus manos se posicionaron en mi cintura y suavemente tiró de mi cuerpo para acercarme más hacia él, no resistí más y lo besé demostrando un poco de ese amor que sentía por él, y agradeciendo por el maravilloso momento que me estaba haciendo vivir.

Cuando nos separamos me tomó de la mano y me llevó hasta la montaña rusa, su altura era impresionante, no voy a mentir, me emocionaba saber que podía subir a los juegos cuantas veces quisiera.