Capítulo 7: La señal es una chispa de oscuridad.

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-En realidad no la quiero. – aseguró InuYasha. – Solo me dio curiosidad... porque tiene un aroma familiar.

-Después de vencer a Hyoga, por sus crímenes contra la humanidad, colmillo sangriento le reveló a tu padre, Inu no Taisho, una visión sobre el futuro. – explicó Megumi. – Por ese motivo, se la entregó a mi padre, quien era capaz de atravesar diferentes mundos, gracias al cargo que tenía como guardián dimensional. Antes de morir, me transfirió todos sus poderes. Es por eso que ahora tengo el importante deber de proteger a la persona que el comandante bestia vio en su visión. - sonrió apenada. - No puedo revelar tantos detalles, pero, digamos que está relacionada contigo y con Kagome.

Al escuchar aquello, Miroku y Sango se le quedaron viendo a la mencionada, quien solo bajó la mirada, con un gran sonrojo en sus mejillas.

-¡Oh, es cierto! – exclamó InuYasha, dejando a un lado las palabras de la guardiana, para acercarse a la joven de cabello negro y entregarle el pequeño frasco con los fragmentos.

-¿Qué? ¿Así nada más? – preguntó extrañada.

-¡JA! ¡Mientras la perla siga hecha pedazos, no te desharás de mí tan fácilmente! – comentó sonriente, consiguiendo que ella lo mirara con una gotita de sudor bajando por su cabeza.

-Lo que InuYasha trata de decirle, señorita Kagome... - Miroku entró en la conversación, haciendo a un lado la cabeza del hibrido con su báculo. – es que cuando fue a buscarla a su época para arreglar este malentendido, no la encontró.

-Debió haber ido después de que Susan secuestrara a Kagome. – fue lo primero que pensó Megumi, sintiéndose culpable por haber entorpecido su reencuentro.

-¡AUCH!

De repente, la joven sintió una punzada terrible en su mano, haciendo una mueca de dolor que llamó la atención de los presentes.

-¡¿Qué sucede?! – cuestionó InuYasha.

-La luz de los fragmentos me está lastimando...

-La energía que los rodea proviene del inframundo. – pensó Megumi, notando el inusual brillo negro que salía de los pedazos de la perla. – Debe ser obra de Menomaru.

Con la imagen del mencionado en su mente, se acercó a Kagome y la sostuvo de las manos, teniendo el frasco de los fragmentos entre sus palmas.

-Cierra los ojos y piensa en un recuerdo positivo. – le pidió con una sonrisa.

La chica asintió y obedeció.

Megumi también cerró los ojos. Recuerdos positivos, recuerdos positivos. Al instante, recordó a su padre adoptivo; Neah Walker, tocando el piano blanco que tenía en el estudio de su casa... y haciendo un desastre en la cocina cada vez que preparaba el desayuno.

Kagome, por otra parte, invadió su mente con memorias de InuYasha, diciéndole algo bueno cada vez que recolectaban los fragmentos de la perla o arropándola con el abrigo de las ratas de fuego cuando se enfermaba o se enfrentaban a algún enemigo. 

Mientras continuaban recordando, una mezcla de luces blancas y violetas resplandecía en sus manos, purificando los fragmentos, dentro de la pequeña botella de cristal que los resguardaba.

InuYasha, Miroku y Sango vieron aquello asombrados. Y cuando las chicas terminaron de remover la energía maligna del inframundo, posaron sus miradas en la menor de cabello castaño.

-¿Quién eres? – preguntó la exterminadora.

-Muchos me conocen como la guardiana dimensional. – respondió la joven con la piyama azul, extendiendo su mano derecha hacia ellos. – Pero mis amigos me dicen Megumi.

Kagome sonrió, siendo la primera en poner su mano encima de la suya. Le siguió InuYasha, luego Miroku. Y al último, con un poco de dudas, Sango.

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-¿Volveremos a vernos?

Después de haberse despedido de los muchachos en la época feudal, Kagome y Megumi volvieron al presente, cambiando sus piyamas por sus ropas habituales y encaminándose a la puerta principal de la residencia Higurashi.

La guardiana, al escuchar la pregunta, sonrió con nostalgia. Corrió hacia la joven y la abrazó con fuerza, sorprendiéndola.

-Te lo aseguro. – le dijo al oído, recibiendo de ella la breve calidez de sus brazos.

Unos segundos después, se separaron. Despidiéndose una última vez con una sonrisa, Megumi desenfundó a colmillo sangriento y creó un círculo en el aire, apuñalándolo en el centro para crear un portal y atravesarlo.

De regreso en la dimensión donde existen los Akuma y la constante amenaza del Conde del milenio por llevar al mundo a su eterna oscuridad, la joven caminó por las solitarias calles de la ciudad de Londres. 

El viento helado y las hojas de los árboles pasando por su lado izquierdo, hasta caer en la banqueta húmeda, le recordaron los asuntos pendientes que Neah Walker dejó a su cargo. Y que no podía descansar, hasta haber cumplido con las palabras que le dijo al Conde del milenio, aquella noche de luna carmesí.

Fin del capítulo.

Fragmento de mi corazón | COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora