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Hace cien años, me enamore de un humano. Ese fue el único acto de empatía o amor que alguna vez tuve por alguno de los Hijos de Dios, y ahora intentan tomar ese simple hecho de mi vida como base para volverme el padre de la humanidad... que estupidez.

Maté a Esme espectacularmente ese día. Nunca creí que tuviera tanta creatividad para asesinar, al parecer mis ideas afloran cuando estoy enojado.

Obviamente, volvió al día siguiente. Me dijo lo mismo que el día anterior, que quería que me convirtiera en Dios y yo volví a matarla. Al otro día vino de nuevo, pero esta vez fue distinto.

Entró y se sentó en el sillón como siempre, pero trajo consigo una carpeta de archivos bajo su brazo. La observe mientras sacaba algunas fotos y las ponía sobre la mesa de café, mostrándomelas. En ellas había una mujer anciana en su lecho de muerte, en algunas los cables de las maquinas del hospital aun seguían conectadas a su cuerpo, pero yo ya tenía en mano aquella en la que ella estaba en su ataúd, usando un vestido rosado con sus manos entrelazadas sobre su estomago.

– Natalie Sawyer murió hace dos días. Su cuerpo esta encerrado en una de nuestras instalaciones.

La miré – ¿Qué?

– Le dije que Dios murió, sabe lo que eso significa.

Dios tiene a un montón de lacayos (ángeles) que le llevan las almas de sus hijos para hacerlos descansar en su reino celestial. Sin él en el mapa, sus lacayos hacen su vida y no se preocupan por las almas de los humanos. Incuso si lo hicieran, si algún ángel se apiadara de uno de ellos y llevara su alma al cielo, no habría nadie que lo recibiera y quedaría a la deriva.

Ver a Nat en este estado es algo para lo que he estado preparado desde hace años. Aun así, duele mas de lo que espere. Siento este molesto dolor en el pecho y aclaro mi garganta, intentando tragarlo. Desvió la vista y veo que Esme me mira con una asquerosa lastima tiñendo sus ojos.

– No voy a ser Dios – escupo.

Ella asiente – Lo se.

Me sorprendió – ¿A si?

Y, por primera vez desde que la conozco, algo parecido a una sonrisa nace en su gélido rostro – No le mostré la fotografiá para que acepte. Admito que el plan inicial era ese, pero le plantee una propuesta diferente a mi supervisor. Los Seis Pil... disculpe, los Cinco Pilares la aprobaron esta mañana.

– ¿De qué hablas, niña? – ya me estoy impacientando.

– Queremos que nos ayude a buscar al próximo Dios, y, mientras tanto, necesitamos que le ponga fin a los errantes.

– ¿Errantes?

Veo como sus ojos se mueven lentamente hacia las fotos de Nat. Me dan ganas de golpearla.

– Sus cuerpos se descomponen pero sus almas siguen aquí. Están prisioneros en sus cuerpos muertos.

– ¿Y qué esperan que haga? ¿Qué cree un cielo provisional hasta que encontremos al siguiente Dios?

Niega – Eso no sera necesario. Ese lugar ya existe.

La mirada de satisfacción en su rostro me confirmo lo que estaba pensando. Solté una carcajada bastante exagerada, no estaba seguro de si me reí porque era gracioso, estúpido o simplemente necesitaba descargar un poco de la agonía que me provoco ver a Nat muerta.

– ¿Quieren meterlos aquí? ¿En la Bola?

Esme asiente – Como sabe, esta prisión es exclusivamente para conciencias, no para almas. Pero esperamos que con su ayuda y la de otros colegas aradios podamos convertirla en un refugio para las mismas.

– Entiendo – digo – pero se te olvida algo importante, cariño – me acerco y sonrío – No puedo salir de aquí.

– Nos encargaremos de eso.

Volví a reír – ¿Hablarás con Aradia al respecto? – digo entre risas.

– Ya discutimos la situación con el Quinto Pilar y aceptó los términos, a regañadientes – dijo mascullando la ultima parte.

Suspiré. Me crucé de brazos y bajé la vista – ¿Ella aceptó?

Asintió – Pero, debo advertirle que no será libre del todo.

Y... lo arruinó.

– Como ya sabe. Si pasa más de diez segundos fuera de la Bola morirá. Así lo dicta la maldición del Quinto Pilar.

– No necesitas decirmelo de nuevo.

– Pero ella accedió a extender el plazo de tiempo. Tiene dos años para encontrar al siguiente Dios. Si no lo logra durante esos días, usted morirá y el balance del mundo se romperá.

– Lo cual es malo.

– Es muy malo.

Miro hacia el techo y pienso cuando fue la ultima vez que vi el mundo exterior, Nat tenía dieciocho años en aquel momento, y yo también. Aunque me vea igual, tengo una mente de mas de un siglo de encarcelamiento en un mundo de nieve y montañas... admito que voy a extrañarlas.

Le sonrío a Esme – Adivino. Tu serás mi guía en esta aventura, ¿cierto, cariño?

Los ojos grises brillaron victoriosos.

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