Capítulo 1: El examen

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Anabell se acercó corriendo al banco del patio donde Elena se encontraba, escuchando música por los auriculares.

- ¿¡Cómo te fue en el examen!? - preguntó sonriente luego de arrancarle los cascos de la cabeza.

- Cierra la boca ¿Quieres? - le respondió mostrando una sonrisa irónica.

- Ya veo que no muy bien. - rió nerviosamente.

Elena soltó un gruñido frustrado.

- Elle, no te desanimes. Todavía puedes ir a revalorización. - Trató de animarla.

- Ya planeaba hacerlo, de otro modo puedo olvidarme de la universidad. Pero en dos días es el examen de historia, y luego solo tendría otros dos días para estudiar y volver a rendir matemáticas. - soltó un suspiro sonoro mientras encogía sus piernas y las abrazaba, poniendo su cabeza entre las rodillas.

- Te ayudaré a estudiar, así que tómatelo con calma. Ahora concéntrate en historia o serán dos exámenes a revalorizar. Además, es el último antes de que empiecen las vacaciones. - Anabell sonrió inquisitiva sentándose a su lado.

Elena la miró de reojo en silencio por unos segundos antes de responder:

- Bien, pero no me puedes cancelar a última hora. La última vez estuve esperándote bastante rato, y al final me enviaste un SMS diciendo que te había surgido algo.

- Lo prometo. - Alzó el meñique en un gesto de promesa. - ¿Vale?

Elena sonrió, e incorporándose alzó su propio meñique y besó el puño restante:

- Vale.

Anabell realizó el mismo gesto para luego tomar la mano de Elena y levantarse.

- Vayamos a tomar algo camino a casa. Anda. - dijo tirando de Elena instandola a apurarse.

- Bien, ya voy. Dios...

Suspiró de nuevo, pero esta vez en medio de una sonrisa contenida.

...

- ¡Ya volví! - cerró la puerta detrás de ella al entrar.

Se había tardado más de lo esperado con Anabell. Ya eran las 6:30.

- ¿Cómo te fue en el examen?

De una de la habitaciones del apartamento salió una mujer de mediana edad, muy parecida a Elena, con un teléfono móvil en la mano. Respondía mensajes de trabajo, como siempre. Ni siquiera había mirado en dirección a su hija.

Elena se lo pensó un momento antes de responder. Decidió decirle la verdad. Aunque podría arreglar el problema en unos días, si lo descubría sería peor.

- No tan bien. Iré a revalorizar. Me podré a estudiar historia y luego Ana me ayudará a estudiar para volve—

Un palmada cayó sobre su mejilla izquierda antes que pudiera terminar. La mujer mostraba un expresión furiosa en su semblante, la había dejado de escuchar después de la primera frase.

- ¿¡Cómo que "no tan bien"!? ¿¡Tienes idea lo que me desgasto trabajando para que tengas un futuro brillante!? ¡Tu único deber es estudiar! ¡Contrato servicio de limpieza para que no tengas que hacer los quehaceres y tú solo pierdes el tiempo! ¿¿¡¡QUÉ MIERDA HACES EN LUGAR DE ESTUDIAR!!??

- Ya te dije que voy a re—

- ¡Me importan una mierda tus excusas! ¡El año pasado también bajó tu promedio! ¿¡Crees que así entrarás a la Facultad de Derecho!? ¿¡Me parto el lomo para que no te falte nada y así me pagas!? ¡Escúchame bien! ¡Si crees que voy a mantenerte por el resto de tu vida estás muy equivocada! ¿¡Es que no piensas en mí!? ¡Soy la única que se esfuerza por esta familia! ¡Eres igual que tu padre!

- ¡Cállate! ¡No hables así de él!

Podría soportar el sermón y los golpes, pero no soportaría que hablara así de su padre.

La mujer se sorprendió por el grito repentino, pero no estaba dispuesta a ceder.

- ¿¡Te atreves a contestarme!? - Alzó el brazo exaltada.

La pesada mano cayó de nuevo sobre la mejilla de la joven. La zona enrojecida comenzaba a hincharse.

Elena se cubrió la mejilla con la mano y miró hacia el suelo mientras su madre seguía gritando. En algún punto dejó de escuchar sus palabras y caminó hasta su cuarto a paso rápido. Puso el seguro en la puerta en cuanto entró, y buscó su celular y auriculares.

- ¡Elena Gibson, abre la puerta en este instante! ¡Si no la abres te juro que la tiro abajo! - Golpeó como si realmente pudiera tumbarla. - ¡¡ABRE LA MALDITA PUERTA!! ¡¡ELENA, SI NO QUIERES TERMINAR EN LA CALLE ABRE LA PUERTA!! ... - hubo un momento de silencio, y Elena, que aún no se había puesto lo cascos, ya sabía lo que venía ahora. - Elena, cielo, abre la puerta y hablemos ¿si? Solo vamos a hablar. Veamos si podemos encontrar una solución. Por favor, abre. Ya te he dicho que no me gusta que te encierres. - comenzó a hablar con un tono más calmado y cálido.

A Elena le desagradaba mucho ese tono. Siempre que su madre se enojaba ocurría lo mismo. Al principio parecía que se caería el mundo, y luego empezaba a hablar con esa calidez fingida para hacer que bajara la guardia. Más de una vez fue engañada por eso. Como una niña inocente abría para dejar entrar el infierno. Pero hace tiempo que ya no caería en la trampa.

Elena se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la puerta. Colocó sus audífonos ya conectados por bluetooth a su móvil sobre sus oídos.

- Si continúas gritando te dolerá la garganta, y puedes partirte una uña si golpeas la puerta sin cuidado. Estaré estudiando así que déjame tranquila. Lo que menos necesito es reprobar historia.

Con esto dicho, puso en marcha la música y abrazó sus piernas contra el abdomen, escondiendo su cabeza entre las rodillas.

"No ha forma de que estudie después de eso." Pensó antes de adentrarse en la melodía de la canción Hold On de Chord Overstreet.

Las pesadillas de Elena GibsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora