Capítulo 5: El dibujo

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Se podría decir que el padre de Elena era un claro ejemplo del tipo que vivía por su hija. Durante el tiempo que podían estar juntos hacían todo tipo de actividades, desde convertir la sala en un cine para un maratón de películas y series, cocinar juntos, salir a correr, leer y dibujar. Elena mostraba sus expresiones más de lo normal. Ni siquiera era tan abierta cuando estaba con Axel, por eso se emocionaba cada vez que iba a casa de su padre.

A veces salían a comprar o a los centros recreativos de la ciudad. Aunque los habían visitado mucho antes, iban cuando había eventos para pasar el rato.

Claro que, a pesar de estar de vacaciones, Eduard Gibson tenía que responder a llamadas de trabajo. Y, a pesar que pasaban la mayor parte del día juntos, Elena tenía mucho tiempo libre, y lo aprovechaba para realizar sus deberes de verano, y pensar en el trato que había hecho con su padre.

Se quedaba frente al papel y trazaba líneas al azar. Descartó muchos bocetos. Sin una idea, se dedicó a hacer sombras y dibujar objetos que viniesen a su mente.

Sus ojos se fijaron en ese azul helado, entre una imagen mental y física. Su padre le aconsejó que tratara de pensar en cómo se sentía antes de elegir un tema para dibujar, y en estos momentos estaba buscando un sentimiento.

Viendo ese claro cielo en el iris que soñó, su corazón volvió a oprimirse. El color se veía tan libre. Por unos segundos la hizo olvidar. Volvió a la hoja en blanco y pintó un iris azul en el centro superior, bajo este trazó una cadena retorcida que se encogía hasta llegar al centro inferior. Luego dibujó dos manos, atadas al final de la cadena.

Así es como se sentía cuando veía esos ojos en su mente.

La presión en su pecho aumentó un poco. Dejó el lápiz a un lado y se recostó en la silla mirando hacia el techo. Casi había pasado una semana, pero eso es todo lo que pudo hacer del dibujo.

- Tal vez sería mejor dejarlo. - pensó en voz alta mientras cerraba los ojos.

Escuchó el silencio de su habitación extenderse. Era agradable, pero solitario. Se levantó, alejándose del escritorio y acercándose a su cama, tomando su celular y desbloqueándolo mientras se tiraba sobre el cobertor. Abrió el chat que mantenía con Axel y se alegró al verlo en línea.

Tú: Ax~♡ Q estás haciendo? (15:38)

Tardó un poco en responder, pero era común en Axel así que no se preocupó.

♡Ax♡: Bebé ¿cómo te va con tu padre? (15:46)

♡Ax♡: No estoy haciendo mucho. Trabajos de la universidad y eso. (15:47)

Tú: Me va bien. Aunque mi padre me dió un trabajo extra. Tengo que terminar un dibujo para la próxima semana. (15:47)

♡Ax♡: Tranqi princesa. Puedes hacerlo. Te llamo más tarde, tengo que terminar una tarea. Adiós. (15:50)

Tú: Ok. Hablamos después. Besos. (15:51)

Tú: Bye bye ♡ (15:51)

Su mente volvió a quedar en silencio.

No había querido darle vueltas, pero desde ese sueño, cada vez que hablaba con Axel esa frase se deslizaba por sus oídos, tan realista como si en verdad alguien la estuviera susurrando a su lado. Y luego, tratando de sacarla de su mente, volvía a los brazos de ese extraño. Eso la hacía sentir mal en cierto modo, es decir, aunque era un sueño, parecía que era ella la que estaba siendo infiel al pensar en otro hombre. Y ahí se encontraba de nuevo, levantándose de la cama y caminando hacia su escritorio, y perdiéndose en sus pensamientos mirando fijamente la imagen de esos ojos.

"¿¡Por qué no puedo sacármelo de la cabeza!? ¡Solo es un estúpido sueño!" Se repitió.

- ¿Lena, pasa algo?

La voz de su padre la trajo a la realidad.

- Papá... - dirigió a su vista al hombre de pie en el umbral de la puerta, con una ligera sonrisa en sus labios. - Disculpa, estaba distraída. ¿Qué pasa?

- Eso me preguntaba. Estuve llamándote un rato, pero no respondiste así que subí. - se acercó a ella. - ¿Estás bien? ¿Te duele la cabeza? - su tono mostraba su preocupación.

- Estoy bien, estuve dibujando... - soltó un suspiro, tomando el dibujo apenas iniciado anteriormente. - ...pero como esperaba no tengo muchas ideas de qué hacer. Estoy un poco frustrada. - la sonrisa que mantenía disminuyó mínimamente.

- Ya veo. - colocó una mano sobre el hombro de su hija, animándola. - No tienes que forzarte tanto, el hecho de que te sientas así es prueba suficiente de que te lo tomas en serio. Y lo que tienes ahora no está nada mal. - dijo sinceramente, y luego desvió su vista hacia el tablero de la pared, donde un par de ojos bellamente dibujados presenciaban su interacción. - Este es muy bueno.

Elena levantó la vista y siguió la dirección en la que miraba su padre. De repente se sintió algo incómoda.

- De todas formas. - cambió rápidamente de tema. - ¿Por qué me llamabas antes?

- ¡Oh! - exclamó recordando. - Eran dos cosas. Primero, ¿recuerdas a la Señora Grayson, mi vecina?

- La recuerdo. Me saluda cada vez que nos topamos en la entrada del edificio.

- Bien. Dijo que su sobrino vendrá de visita, así que nos invitó a comer con ellos pasado mañana.

- Deja adivinar, me quiere presentar - hizo comillas con sus manos al pronunciar esta palabra. - a su sobrino ¿no?

- Dale una oportunidad. Se que tienes a tu novio, pero bien pueden ser amigos. - sonrió ampliamente.

En realidad no le agradaba Axel. No se puede esperar mucho, después de todo, es el primer novio de Elena, para su padre es el hombre que le quitó a su pequeña.

- Lo haré porque tú lo dices, y porque le tengo estima a la señora Marina, pero no creas que no veo sus intenciones. - advirtió Elena señalándolo con el dedo.

"De cualquier forma, ¿qué podría salir mal en una cena?" Pensó calmando el nerviosismo que empezaba a formarse dentro de ella.

Las pesadillas de Elena GibsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora