Capítulo 4: El sueño

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La comida transcurrió bien. Para Elena era agradable comer con su padre.
Ya entrada la noche se fue a dormir en la habitación que antes habían limpiado. Se sintió cansada y a gusto al entrar en contacto con las sábanas. Calló rendida al instante.

Esa noche tuvo un sueño extraño.

Se encontraba en un puente al lado de la carretera. Parecía que estaba a punto de saltar. Sentía rabia y odio, una tristeza desbordante. Odiaba al mundo, no quería seguir en él.

Imágenes deformadas pasaron por su cabeza; tal vez recuerdos. Un par de rostros familiares. ¿Un cama? ¿Era una foto? Parecía que se movían. "Lo siento" uno de ellos murmuró esas palabras.

Luego calló. Unas manos la detuvieron. Una silueta alta se erigió frente a ella. Sintió sus brazos envolviendo su cuerpo. El calor en su espalda. Susurró unas palabras cerca de su oído. Una de sus manos acarició su cabeza, y el llanto reprimido se desbordó.

Abrió los ojos de golpe, con la respiración agitada y empapada en sudor frío. Abrazaba una de las almohadas, como en la postura de su sueño donde abrazaba a ese chico.

Muchas cosas vinieron a la mente de Elena en ese momento, pero unos segundos después solo quedaban un par de preguntas.

"¿Quién era ese chico extraño?" y "¿Por qué había soñado que Axel la engañaba?"

Después de pensarlo un rato, reconoció al hombre que se disculpaba, abrazado a otra chica en la cama. Definitivamente era Axel. Tal vez su mente estuviera confusa pero esa fue la sensación que tuvo. Sin pensarlo mucho, tomó su celular de la mesa de noche y arrancó el cargador antes de presionar el ícono de llamada directa al contacto de Axel.

- ¿Ax? - dijo preocupada en cuanto escuchó conectar la llamada.

- ... - un silencio de la otra parte la puso más nerviosa, hasta que al fin escuchó una respuesta. - ... ¿Princesa? - su voz se escuchaba adormecida y confundida.

Elena se sintió un poco más tranquila al escuchar su voz:

- ¿Estabas durmiendo? Te desperté ¿verdad? - empezó a sentirse culpable.

Eran cerca de las 3 y media de la madrugada, obviamente estaría durmiendo, pero ella lo llamó por un estúpido sueño. Era de lo peor.

- Disculpa... - Soltó Axel.

El corazón de Elena se disparó. Empezó a sentir una presión en su pecho y dificultad para respirar.

- Disculpa bebé. ¿Necesitabas algo? Estaba durmiendo y aún no me despierto del todo... - un bostezo se añadió al final de su diálogo.

- No ... no es nada. - Elena se tranquilizó al notar que fue un malentendido. - Solo tuve un mal sueño, y quise escuchar tu voz.

- Bebé, me alegra que te apoyes en mí cuando algo está mal, pero realmente no puedo mantenerme despierto ahora. ¿Podemos hablar en la mañana? - otro bostezo se escuchó a través de la línea.

- Claro. Lo siento por despertarte. Hablamos mañana.

- Si. Hasta mañana.

Un suspiro se deslizó por sus labios al terminar la llamada. Aún sudaba frío y tenía un mal presentimiento.

Se levantó y sacó el diario de pesadillas de su mochila. Pasó a la última página y con un bolígrafo comenzó a escribir. Anotó cada detalle que pudiese recordar, reviviendo las escenas una y otra y otra vez, sentía que no podía darse el lujo de perderse absolutamente nada. Las sensaciones que tenía, el aura que emitía su alrededor, vestuarios, clima. Recordó que caía la lluvia en la escena del puente.

Visualizó al chico que la abrazó antes de despertar. Su altura, su ropa, su peinado; pero le resultaba borroso. El resto estaba claro en su cabeza, pero en cuanto se pensó la apariencia de esa persona dudó.

Respiró hondo y se recostó de nuevo en el colchón. Cerrando los ojos, buscó en su memoria. El sueño se desvanecía rápidamente, pero el tacto de ese hombre envolviéndola estaba tan fresco, casi podía sentir el calor que le transmitía su cuerpo empapado en la lluvia. De no ser porque el recuerdo de Axel vino a su memoria, definitivamente su propio cuerpo también se calentaría. Sabiéndolo, agitó la cabeza alejando los pensamientos inapropiados.

Fue cuando otra imagen apareció clara en su mente. Un par de ojos "fríos" cubiertos por mechones oscuros de cabello mojado. Un tono azul claro como el hielo, pero que transmitían calidez.

Volvió a levantarse y se dirigió a su escritorio, recordando que su padre le había comprado material de dibujo, y que ella los guardó en los cajones sin usar. Sacó una hoja en blanco y todos los lápices de azul y negro entre los materiales.

De nuevo cerró los ojos, la determinación brilló en ellos al abrirlos. Comenzando a posar el lápiz de escribir sobre la hoja, los trazos en el papel no se detenían. Era como cuando dibujaba sus pesadillas. Esa imagen estaba impresa frente a sus ojos, solo tenía que remarcar las líneas en el papel.

Una vez terminado el dibujo en blanco y negro, hizo algo diferente a lo que usualmente haría. Tomó algunos tonos de azul que le complacían y procedió a rellenar los iris. Al terminar se sorprendió a sí misma. Aunque era realmente preciso antes de darle color, el dibujo, o al menos los ojos, pareció cobrar vida cuando se le aplicó el color del cielo.

Una frase vino a su mente, y cambiando a bolígrafo escribió en la esquina inferior derecha del papel: "Ya te tengo".

Al contemplar una vez más esos ojos, su corazón se oprimió un poco.

Las pesadillas de Elena GibsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora