Elena sintió un poco de curiosidad por el susodicho sobrino de la vecina de su padre. Sin otras intenciones, claro; era solo pura curiosidad por la persona con quien compartiría una cena. Y por supuesto, no habría otra persona a la que preguntar más que la tía del mencionado.
La señora Marina Grayson si que disfrutaba hablar de su familia. Estuvo casi tres horas, contando la historia de como sus padres venían de Inglaterra, y como su hermana se casó con un holandés. Pero de lo que más habló fue de su adorado sobrino, resaltando mucho la parte de que era muy atractivo y estudiaba psicología en la universidad.
Alto, rubio, de ojos azules; Elena no pudo evitar bromear sobre si era algún tipo de príncipe de un libro para niños cuando escuchó esa descripción, y Marina se lo tomó como un elogio. Se jactó de sus altas notas académicas, e incluso insinuó que podría ayudar a Elena con sus estudios. Claramente se veía por donde iba el asunto, pero logró esquivarla y desviar la conversación fácilmente.
Antes de irse le recordó a Elena que se arreglara para la cena, y le dijo también que podía ir antes para maquillarla, pero ella la rechazó amablemente, diciendo que el maquillaje la hacía sentir extraña e incómoda, ya que solía estar sin maquillaje casi todo el tiempo -a excepción de algunas veces cuando iba a visitar a Axel-. Aún así tuvo que aceptar ir con un vestido, que tampoco usaba a menudo.
Más tarde...
Sentada en el parque frente al edificio, el viento frío le acariciaba la piel, que empezaba a palidecer un poco debido a la temperatura. Elena se cubrió con el cabello enmarcando su rostro. En ese momento se alegraba de no haberlo cortado hace unos meses, cuando le parecía molesto arreglarlo todas las mañanas.
A pesar del clima quería quedarse un rato afuera. Necesitaba relajarse y despejar su cabeza, ya que la imagen borrosa de cierto chico aparecía en su mente en cuando entraba en su habitación. Su padre estaba en una llamada, y parecía haber un problema con su trabajo; posiblemente tendría que poner en pausa sus vacaciones para resolverlo, ya había sucedido antes, después de todo, las finanzas no son estáticas.
Ajustó el volumen de sus cascos un poco más alto y se sumergió en la canción Bad Liar de Imagine Dragons, estaba en su mejor momento.
Un sonoro suspiro escapó de sus labios, y mientras dirigía su vista a la entrada divisó un taxi estacionado. Una persona salió junto al conductor para sacar dos maletas del baúl de equipaje. Con la poca luz que le brindaban las farolas, visualizó la figura de un hombre de espaldas.
Una sensación de familiaridad la llenó de repente. Se levantó de la banca y arrastró uno de sus pies para empezar a caminar.
Su andar se detuvo en medio paso cuando el hombre joven se giró en su dirección. Fue un instante, una fracción de segundo cuando sus miradas se encontraron, pero bastó ese momento para que Elena sintiera como se oprimía su pecho y su corazón se agitaba.
Se dejó caer de nuevo en la banca. Ya había dejado de escuchar la música, solo quedaban los pensamientos alborotados en su cabeza y el sonido de respiración mientras trataba de calmarse. Podía sentir el golpear en sus oídos, su pecho. Era una mezcla de nervios, sorpresa, emoción y miedo.
Con cautela, volvió a dirigir su visión a la entrada. Se llevó una sorpresa mayor al ver como el hombre cruzaba la calle luego de dejar las maletas con uno de los guardias del edificio.
Tomó una respiración honda en un intento de calmar su corazón. Y alzó la cabeza hacia el hombre que se acercaba a ella.
- Disculpa. - Él dijo la primera palabra. - ¿Vives por aquí? Nunca te había visto.
Elena guardó silencio por un momento antes de responderle:
- Algo así.
Se quedaron mirándose durante un par de segundos antes de que él metiese la mano en el bolsillo de su pantalón y comenzó a teclear en el teléfono móvil antes de ofrecérselo.
- ¿Qué? - Elena lo miró extrañada.
- Estoy pidiendo tu número. Pensé que lo entenderías a la primera, pero al parecer no.
- ¿Mi número?
- Sí. Ya que quiero conocerte mejor.
- ¿No se supone que eso se le dice a alguien con quien tienes algún tipo de relación?. Ni siquiera sé tu nombre, no tengo razones para darte mi número. - "Además de que está bueno, claro... Y también... ".
Elena miró fijamente sus ojos. Eran de un azul más claro de lo que recordaba. Eso realmente la sorprendió. ¿Quién pensaría que el hombre de su sueño sería real? Y además está justo frente a ella ¿¡Y pidiéndole su número!?
- Koen Brouwer - Extendió su mano presentándose - Estoy de paso, por eso quería asegurarme de mantener contacto, no tenía intenciones de parecer pretencioso o despertar sospechas, únicamente me llamaste la atención. - Una sonrisa coqueta colgó en los labios del joven.
- "Estás de paso". ¿Tal vez estás visitando a alguien?
- Si. ¿Cómo lo sabías? - Preguntó intrigado.
Elena tuvo un pensamiento: "¿Podría ser el sobrino de la Señora Marina? Pero, según ella, su sobrino tiene el cabello rubio, en cambio, este chico..." Dirigió su vista al cabello. "... es negro lo mires por donde lo mires."
Sintió que algo no estaba bien. Koen por su parte, no podía quitarle la mirada de encima. La chica estaba mirándole, pero al mismo tiempo era como sino le viera. Simplemente se perdió en sus pensamientos y salió cuando quiso.
- ¿Tal vez... - murmuró aún mirando su cabello antes de volver a mirarlo a los ojos. - No estoy del todo segura, pero te daré mi número. - Tomó el celular y escribió en el nuevo contacto abierto. - En cambio solo me presentaré mañana.
- ¿Mañana? - Koen estaba algo confundido, pero no tardó mucho en darse cuenta del significado de sus palabras.
Con su expresión de entendimiento, Elena medio aclaró sus dudas.
Luego de devolverle el teléfono, se puso en pie y empezó a caminar hacia el edificio a paso rápido. Koen la siguió de cerca, separándose en el elevador cuando Elena se detuvo frente a las puertas.
- No vemos después. Tomaré las escaleras. - Se despidió antes de darse la vuelta e irse.
"Espero que mañana llegue pronto" ambos tuvieron un pensamiento similar.
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Las pesadillas de Elena Gibson
RomanceElena Gibson es, según palabras de sus amigos de secundaria, la chica rara. Con una personalidad no muy amigable, o tal vez un poco directa, Elena no tiene muchos amigos a sus 18 años. Pero tiene a Anabell, a quien considera su mejor amiga. Tiene l...