#2

24 1 0
                                    

Ante su mirada distraída, Marco pidió a aquel doctor que se acercara a examinarla y debido a que debían de retirar las vendas para hacerlo, quizá por respeto, aquellos hombres que la habían estado rodeando hasta entonces salieron de la habitación.

La situación con la que se encontró en aquel momento ese doctor, fue más delicada de lo que hubiese siquiera imaginado.

Había tratado sus heridas anteriormente mientras ella aun no recuperaba su conciencia, pero al haberle procurado primeros auxilios rápidos realmente no se había molestado en examinarla más allá. Si, le había resultado un tanto antinatural que estuviese tan delgada, pero pese a aquello, teniendo tantos pacientes por atender, considero que no era necesario enfocar su preocupación en aquella desconocida cuando había muchos compañeros que tenían su vida pendiendo de un hilo, incluso él mismo no estaba en sus mejores condiciones, pues aquella guerra que había concluido hace tan solo algunas horas, había sido feroz.

Se arrepintió profundamente de aquella falta de vocación por su parte.

— Podrías... ¿suturar la herida? —la voz baja y ronca de aquella chica pareció despertarlo de aquel transe en el cual se había adentrado, sujetaba suavemente la mano femenina entre las suyas y parecía que su mirada se había perdido en algún punto de aquella esquelética figura.

Trago seco en ese momento y permitió que un suspiro escapara de él en pro de disipar sus pensamientos, aquel escenario se volvió un poco incomodo a continuación.

Sus heridas eran pocas, pero realmente severas, su condición física actual no le sería favorable junto a ese aspecto, pues, aunque fue sorpresivo que tras retirar las vendas más allá de las pequeñas manchas de sangre en las gasas, producto del mal esfuerzo anterior, no se notara rastro alguno de una hemorragia aquel estado físico no ayudaría a su recuperación, a estas alturas era realmente un milagro que pudiese estar consciente.

— Tu condición...

Las palabras no habían salido como le hubiese gustado que fueran, quizá debido a que no esperaba encontrarse con un cuadro así. ¿Qué le había pasado? ¿Por qué aquella chica estaba en esas condiciones? Innumerables preguntas atravesaron su cabeza en ese momento. ¿Quién era ella?

La pelinegra por su parte no podía evitar notar todas aquellas incógnitas en ese rostro confundido, aquel hombre era un pirata lo tenía claro, y sin embargo mostraba ojos llenos de preocupación. Sonrió para sí misma, si, podía recordar esa tripulación.

— No es nada —hablo finalmente permitiéndose captar la atención de aquel hombre— no moriré —concluyo.

No obtuvo respuesta del doctor en ese momento, el hombre silenciosamente, tomo una aguja y un hilo de su pequeño y gastado botiquín y tras algún tiempo de duda se animó a suturar aquellas heridas, no sin antes asegurarse de recibir con un asentimiento suave la aprobación de la muchacha, pues ya para aquel punto no contaba con anestesia para mitigar el dolor. Quizá debido a que estaba acostumbrado a tratar únicamente a hombres orgullosos de la tripulación pareció algo torpe al inicio, sin embargo, fue extremadamente cuidadoso ante aquéllos azules ojos.

Ni siquiera un quejido salió de su boca durante aquellos segundos, aunque las muecas en su rostro no era algo que pudiese ocultar.

— Por favor procura dormir ahora, yo pediré que te traigan algo de comer más tarde

Anne observo entonces la sonrisa amigable y la espalda de aquel hombre una vez se marchó e inevitablemente sus propios labios se curvearon, un recuerdo fugaz cruzo entonces por sus pensamientos, y pese a su dulce expresión algunas lágrimas cristalizaron su mirada.

One Piece: Archivo EliminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora