«Estamos perdidos.»
Aquel pensamiento se repitió en bucle mientras avanzábamos a través de la espesura, después de varios días de travesía. Habíamos intentado seguir las instrucciones de Altair, viajando cerca del curso del río para abastecernos y no perder la dirección; los nervios que se habían retorcido en la boca de mi estómago al saber que tendríamos que compartir montura se habían desvanecido tras una desapacible jornada donde el silencio se había convertido en uno más dentro del grupo.
Apenas había rayado el alba cuando la voz ronca de Altair había dado la orden de ponernos en marcha. Desde entonces habían transcurrido horas en las que me limité a balancearme de un lado a otro sobre la silla, con mis manos firmemente aferradas a la cintura de Altair.
«Estamos perdidos...»
Observé nuestro alrededor con la inquietante sensación de que aquella zona del bosque era un lugar completamente desconocido, lejos de la ruta que nos habían obligado a seguir Morag y sus aliados. En aquel punto de nuestro viaje de regreso lo hacíamos casi a ciegas, sin que yo pudiera ser de mucha ayuda; Altair me había escogido como acompañante por los años que viví en aquel lugar, junto a mi padre. No obstante, aquel territorio me resultaba ajeno, ya que nunca me había atrevido a cruzar más allá de un enorme árbol que mi padre había señalado específicamente para advertirme de no cediera a la curiosidad por saber qué había al otro lado.
—¿Estamos yendo en la dirección correcta? —la voz débil y ronca de lord Ephoras se oyó a nuestra espalda.
Altair había decidido seguir el curso del río, haciendo el trayecto inverso. Es lo que habíamos estado haciendo desde que mi amigo llegara a la conclusión de que nuestra única opción en aquellos momentos era abandonar por completo la búsqueda de Gareth y regresar a Merain, advirtiendo al rey sobre la amenaza de los fae.
Noté cómo el cuerpo de Altair se tensaba entre mis manos al escuchar la pregunta del que había sido su segundo al mando. Su estado aún seguía siendo delicado, pero había ganado energías suficientes para sostenerse sobre la silla y mantenerse despierto.
Sentí cómo mi amigo tiraba de las riendas, obligando a nuestra montura a que se detuviera.
—Sí —fue la rotunda respuesta de Altair.
Pero yo no estaba tan segura de ello. Tomar como referencia el río nos proporcionaba una necesaria fuente de agua donde calmar tanto nuestra sed como la de los animales, además de permitirnos acicalarnos e intentar quitarnos el sudor acumulado de aquella jornada.; no obstante, no conocíamos si el transcurso del mismo nos llevaría al punto por el que habíamos cruzado.
Era posible que nos estuviéramos internando aún más en el Gran Bosque.
A pesar de que el arcano había regresado a su caja y que ésta se encontraba bien escondida en la alforja que golpeaba mi pantorrilla derecha, aún era capaz de percibir el peso de la magia en el ambiente.
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THORNS
FantasyUn mundo fragmentado por una ancestral guerra. Un príncipe perdido. Y una huérfana que busca respuestas sobre su pasado. Mag Mell ha estado marcada durante mucho tiempo por la guerra entre humanos y faes. Verine es un resultado más de la devastación...