PEQUEÑAS HISTORIAS PARA WATTPAD

//ATRAVÉS DE LA PINTURA//

Se fue mucho antes de que pudiera despedirme. Se había convertido
en una costumbre. Toda nuestra relación había nacido con un horario
que solo el silencio marcaba. De hecho me acostumbré tanto a aquella
soledad que dejé de llamar a las cosas por su nombre, hasta que el
mío sin más, un día también desapareció.
Cuando volvía a mi vida yo
obedecía a su cotidianidad como el perro que espera a su amo a la puerta
después de un largo día de trabajo. Yo no era yo, y a taehiung nunca le importó,
solo era una piel con la que taparse en las noches de frio.

Una vez en la ducha oí que llamaron al automático. Sabía que era jimin,
Con el albornoz y el pelo húmedo abrí. Nos quedamos mirando de frente
y justo antes de que bajase la mirada el me abrazó. Había vuelto a mí,
de nuevo a ocupar la casa en la que nos refugiábamos.
No pude pronunciar su nombre ya que, como dije, desaprendí esa costumbre. Llevaba puesto Una cadena colgando del cuello que por el sudor se le había quedado pegada a un lado, cerca de la clavícula.
cogí aire entre los dientes y lentamente se la volví a poner
en su sitio. Supe que tragó saliva por el movimiento que hizo su nuez.
Le sonreí y el me devolvió la sonrisa segundo antes de que cerrara la
puerta.
Miré por la mirilla y vi cómo se quedó parado unos segundos
cogiendo la cadena con sus dedos e introduciéndosela en su boca, quedó
quieto y se giró.
yo tras la mirilla di un respingo del susto. No oí su nombre ni su voz, pero sí que descubrí la huella dactilar que dejó su piel en mis dedos una vez que di voz al deseo.
Taehiung ya estaba vestido, peinado y listo con su maletín para salir hacia
la sucursal una hora antes. Al llegar a la entrada se paró frente a mí,
extrañado tal vez de mi presencia semidesnuda en la puerta. Se miró al
espejo, acomodó su corbata e hizo lo de siempre me miró y se fue.
Me quedé frente al espejo de la entrada, dejé que la ansiedad fuera
resbalando lentamente desde mis hombros hasta la altura del antebrazo.
Me abracé sintiendo mi torso medio desnudo reencontrado al fin
después de tanta búsqueda. Puse música y me preparé un Martini blanco,
había que celebrar que me sentía vivo. Me puse la camisa de tirantes que
se había dejado Taehiung y que llevaba conmigo el suficiente tiempo como
para haberse adaptado a mi cuerpo. Después del segundo trago volví
a oír el timbre y de nuevo allí estaba el, mi amante de belleza taina.
etéreo como la voz que no esconde su peso buscamos en la costumbre de
amarnos las palabras dormidas.

Me cogió por la cintura y fue subiendo mi camiseta hasta que mi ropa
interior quedo expuesta.
Tomó mis pezones, como una conquista silenciosa y ávida.
Me acerque, le bajé el tirante, como quien saborea el primer mordisco,
cuyo gozo era totalmente conocido y buscado. Fui desabotonando uno
a uno su camisa, mientras repasaba a pequeños intervalos su cuello
con mi lengua. Cuando sus ropas cayeron totalmente al suelo lo observé
metiéndose mis dedos en su boca. Se dio la vuelta y ambos quedamos
reflejados en el espejo. Cogió mis manos y las puso sobre su pecho, claramente sentía su corazón latir con salvajismo y sus pezones reclamaron la atención de mi boca. Me contuve hasta que su mano sobre la mía me dibujó el camino hasta su entrada ardiente destello del que mis dedos quedaron presos por unos
instantes.
Jimin se contoneaba y me enseñaba que le gustaba cuando las
caricias empezaron a ser mutuas. Aprendí a amarme ferozmente dentro y através de el. Supe de mi por primera vez, cuando sus manos expertas pusieron nombre al fin a mi carne. Yo soy jeonjungkook.
A la mañana siguiente la botella de Martini seguía casi entera al lado
del sofá. Me metí en la ducha mientras que se preparaba el café. Mi

compañero se había ido hace un rato a su casa. A sí que decidí llevarle
el desayuno. Llame a su puerta en varias ocasiones. No había nadie. Me
cansé y dejé la bandeja con el desayuno al lado de su puerta.
Tahejiung subió al poco y al ver la bandeja, la levantó con un cansancio
desconocido para mí. Agachó la cabeza y cuál fue mi sorpresa que sacó
de su bolsillo las llaves con las que entró en la casa. Acudí corriendo tras
él y antes de que le pudiera pedir y dar explicaciones tope con unas cajas
de cartón que cayeron de súbito a sus pies.
Tahejiung dió un paso atrás y se echó a llorar.

-¿Qué quieres? ¡Aquí me tienes! Soy tuyo, aunque eso ya lo sabes....

Me quedé mirándolo extrañado entre todo ese caos de libros, laminas y
pinceles desubicados de su tarro de cristal.
Seguí el pasillo hasta la habitación y nada más entrar descubrí mi torso
pintado en la pared, con un gran espejo de fondo mi cara llegando al
orgasmo mientras me mordisqueaba los labios sin contención. Había
laminas con partes de mi fisonomía por el suelo, en uno de esos grabados
también estaba mi amante, Parkjimin, desnudo llamándome con las manos
hacia el.

Tomé aire, o lo que creía ya que era aire. Empecé a coger las láminas
una a una, buscando esa huella táctil de el, su sabor en mi boca, algo
que me dijera que algún día el existió.

-Esto es lo que queda de el.... Se enamoró de tí jungkook....

Dijo Tahejiung.
Fue la primera vez en tiempos, que le oí pronunciar mi nombre.

-No entiendo, le repliqué.

-Como yo, se enamoró de ti sin darse cuenta..., respondió casi sin respirar...

-Pero..anoche estuvimos juntos..

El siguió hablando sin percatarse de mis lágrimas.

-El dio el primer paso y tú lo seguiste. Ustedes dos par de cobardes...se despojaron de la vida en esta
casa y ahora yo...Ya no soy capaz de seguir intuyéndote, de sentir tu perfume sin que me deje indiferente....Déjame rehacer mi vida,
sin contar contigo..... Te quise jungkook pero has de irte, tal vez entonces
Le pertenezcas para siempre.

Cerró la puerta, y yo quedé dentro entre los lienzos y los pinceles que
un día jimin utilizó para pintarnos frente a nuestro espejo, mientras nuestros ojos reflejaban todo, menos pudor.