La llegada

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Chico rubio, ojos azules, complexión regular y alto, era un tremendo atractivo visual para todo el mundo, eso caracterizaba mucho a Sanji, pero, ¿qué problema había? Él no era social, su pasado no le favorecía en nada, por eso siempre solía ser alguien distante con el mundo, encerrado en sus pensamientos y muy difícilmente se le podía sacar charla, haciendo que la gente se aburriera fácilmente de él y por ende se pensara a sus espaldas que era una belleza desperdiciada, un rarito al cual no se le debía dar oportunidad para conocerlo. El chico también no es como si tuviera mucho tiempo, también debía trabajar ya que debía pagarse los estudios, sus materiales para sus actividades, comprar despensa y su vestimenta, con tan sólo 19 años debía hacerse independiente. Su papá lo "abandonó" a su suerte con 16 aún en secundaria, el tipo sólo le pagaba el departamento con servicios, según para no sentirse culpable de haberlo dejado completamente solo, tampoco era un padre ejemplar, así que a Sanji le daba igual, podía hacerse sus cosas solo desde siempre.

Sanji apesar de todos los problemas, trataba de sobrellevar sus días con la mejor actitud, no sentía la necesidad de socializar, o eso creía, lo cierto es que el muchacho anhelaba tener amigos de los cuales soportarse emocionalmente un poco, pero no sabía cómo hacerlo, de todas formas técnicamente no tenía familia. Debido a esa falta de apoyo, decidió orillarse a profesar la religión católica, quería sentir que alguien lo escuchaba, según él, ese alguien era Dios, por eso tal vez el joven rubio no se había dado un tiro todavía, y también porque no tenía un arma.

Un día como cualquiera de esos grises días de lluvia, llegaba a su departamento con la despensa, el muchacho estaba agotado, por suerte alguien había podido cubrirle su lugar en la tienda de conveniencia donde trabajaba, así que podía descansar un poco siquiera, para colmo estaba en temporada de finalizar tercer semestre, los proyectos y exámenes hacían más pesado todo para la vida de un alumno que estudia y trabaja. Por lo que terminando de guardar los productos en la alacena y el refrigerador, se dirigió a su cuarto a echarse una siesta, se cambió su ropa del día y se puso algo más cómodo; una camisa blanca holgada y su pantalón de pijama. Inmediatamente terminó tumbado en la cama, disfrutando de la suavidad del colchón y el cobertor, quedándose dormido al instante.

Sueños profundos que el chico apenas si podía percibir su alrededor, de verdad que ni el zumbido de una mosca pasando cerca lo despertaba, era una roca completa. Él aunque frecuentaba tener pesadillas, nada lo hacía despertarse, entrenó a su cerebro para aprovechar el descanso al máximo sin importar qué tan horrible fuera el sueño. Sanji se despertó hasta que algo le hizo cosquillas en la nariz, terminando así estornudando, obviamente estaba molesto por ese abrupto despertar pero una vez que tomó consciencia notó que ya no estaba en las cuatro paredes de su habitación y para colmo, hacía un terrible calor, como si estuviese en un horno. De pronto una fémina muy curiosa de aspecto y un poco tétrico, era pequeña, se subió a él para acomodarse y ponerle polvo en el rostro, el chico notó que se trataba de maquillaje cuando se tentó con un dedo la mejilla, poco a poco bajó su mirada para notar que sus ropas estaban cambiadas, había pasado de vestir pijama a vestir unas delicadas telas un poco transparentosas, consistía de un corpiño que se cruzaba en equis tapando su pecho y estos eran sujetados por un collar en su cuello, en su cintura habían muchos artículos brillantes de plata que sostenían a una tela larga simulando ser una falda y claro, unas bragas que cubrían sus partes íntimas a excepción del trasero, en la cabeza se le había colocado un tipo de velo.

Sanji no entendía qué carajos y más valía que fuera parte de otra pesadilla, por lo que insistente se pellizcaba varias veces, para su desgracia su dolor era real, viendo que era la realidad. Ahora la cuestión era, ¿en qué lugar estaba? Las féminas que lo rodeaban para maquillarlo, peinarlo y agregarle unos cuantos detalles se veían tan concentradas que no quería molestarlas, además de que lucían muy peculiares y extrañas, no tenían formas humanas al cien por ciento, varias contaban con distinto color de piel variando del negro a rojo, siempre tonos oscuros, algunas otras no tenían boca, otras tenían gran cantidad de ojos, simplemente totalmente alejado de lo que es conocido por el ser humano.

Una vez terminado, una de ellas se encargó de llevar a Sanji a una habitación más amplia, era de forma cilíndrica y extrañamente del otro lado no había ninguna puerta, cuando la fémina se retiró, igualmente la puerta desapareció, dejando al chico rubio en un trance de pánico.

-¿H-hola? Por favor díganme qué sucede, ¿es alguna clase de broma? Porque aún no estamos en Halloween como para que se disfracen y me disfracen.

Trataba de conservar la calma pero poco a poco sentía que el aire le iba faltando. Comenzó a dar vueltas por todo el lugar mientras golpeaba la pared, buscando alguna puerta o un lugar frágil donde pudiera hacer un hueco para poder escapar, todo era muy turbio por donde se viera. Sorpresivamente una especie de tentáculo salió del suelo sujetando fuertemente su tobillo, otros tres de igual forma surgieron mágicamente, sosteniendo el tobillo faltante y sus brazos, procediendo a alzarlo en el aire manteniéndolo en un punto alto, eso extrañó mucho al muchacho y no era de menos, estas cosas sólo pasaban en la ficción, lo cual que le estuviera pasando hizo que se le helara la sangre, era imposible para su comprensión. De nuevo surgieron muchos más de esas cosas babosas para sujetar la cintura y tocar varias partes del cuerpo de Sanji, deshaciendo sus telas con un extraño líquido similar al ácido pero que sólo desintegraba la ropa, todo era extremadamente bizarro y que incluso el chico llegó a verlo con un poco de burla, aunque la gracia acabo cuando uno de esos tentáculos empezó a rozar su entrada y otro enrrollaba su miembro, uno extra entró de repente en su cavidad bucal, el joven estaba muy incómodo ante esto, pensaba que la broma ya había llegado demasiado lejos, para colmo que esas cosas no eran para nada delgadas, eran muy gruesas y gigantes a decir verdad. El pobre muchacho buscaba la ayuda de Dios, tenía bastante miedo, no quería que su primera vez fuera de esta forma porque estaba tan seguro de su sexualidad que jamás se imaginaba siendo penetrado. Poco importaron sus rezos, pues aquél tentáculo había entrado en su virgen agujero, comenzaba a caer sangre de ese lugar, el chico del dolor terminó ahogando su grito y llorando, tratando de zafarse de esas cosas.

Ahora se quedaría marcado ese recuerdo, volvía a pensar que era parte de una terrible pesadilla de la cual sí quería despertar ahora. Su interior ardía demasiado, era tanto el dolor que parecía jamás quedarse sin lágrimas, aquellos tentáculos estaban profanando su recto y su boca de una manera bestial, Sanji sólo tenía la esperanza de que nada fuera real, que Dios lo estaba escuchando y despertaría con una mala sensación pero al final nada había pasado, eso era en lo único que él podía pensar mientras era llenado de una especie de semen, todo era tan tétrico. Después de haber sido violado por tentáculos, perdiendo la noción del tiempo y cayendo al suelo, con sus últimas fuerzas pudo visualizar débilmente que aparecía una puerta y un gran hombre entraba al lugar, él estiraba su mano con todo lo que tenía.

-Ayúdame...

Dijo en un susurro, aquél hombre sólo se rió y el resto fue inteligible para el joven rubio, pues había caído plenamente inconsciente.

𝗜𝗡𝗙𝗘𝗥𝗡𝗢: Obsedo | ZoSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora