Buena pata

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El pánico abundaba entre todos los concubinos del rey, Sanji se había metido en problemas y temían porque el rubio se los llevara de cajón a la desdicha. Las horas seguían su paso, el jovencito estaba abrumado por la culpa y miedo de qué le iba a pasar, nadie le decía algo, que Robin le haya dicho que no moriría no le daba ningún alivio porque claramente sabía que había hecho un error y no pensó si esas consecuencias también afectarían a sus compañeros.

Fue que dió la hora de la cena, todos fueron llamados por Vivi, una sirvienta del rey, ya todos estaban sentados en el gran comedor, ante un gran asiento reposaba su majestad y a su lado, una fémina hermosa de cabello naranja, el chicode cejas rizadas quedó intrigado por esa mujer, pues no estaba en el cuarto que él y el resto estaban. Los sirvientes trajeron el banquete para todos los presentes y sólo se dedicaron a degustar, todos parecían felices menos Sanji. Al acabar la cena, todos hicieron una reverencia hacia el peliverde y se quedaron de pie por unos breves minutos.

-Hoy tengo ganas de ocho, veintiuno y catorce.

En cuanto dijo eso, todos a excepción de los que fueron mencionados, se retiraron. Como Sanji seguía siendo nuevo en el lugar, no entendía absolutamente nada, las piernas le temblaban del pavor por recordar que seguramente le iría mal por haber sido grosero con su "esposo". Tampoco podía formular su pregunta, sólo obedecía por temor, bajaron incontables escaleras hasta una habitación decorada con terciopelo rojo, era muy ilógico cómo un lugar caliente contaba con una habitación asfixiante, como si todo rompiera la realidad física, se sentía fresco, sorprendentemente todo era muy bizarro. Zoro comenzó a desprenderse de su ropa, quedando únicamente su torso al desnudo, era un cuerpo muy tonificado, con una pechonalidad notable que captó la atención del rubio, por que sí, tetas son tetas que se deben admirar.

Luego, ellos fueron despojados de sus únicos trapos que cubrían sus cuerpos, número ocho, quien era una mujer aparentemente de treinta años, fue la primera en ser presa del rey, su cuerpo se vió envuelto entre tentáculos que se encargaron de lubricarla y estimular sus senos pequeños, Sanji miró atento a esto, se veía sonrojado por escuchar los gemidos de aquella chica, el chico a su lado parecía resignado a lo que ocurriría con su cuerpo de igual modo, y no fue difícil acertar, catorce también estaba sujetado en el aire por tentáculos, teniendo uno en su boca y uno dentro de él, ante ello el rubio reaccionó de forma negativa ya que no quería de nuevo ser usado por esas cosas, eso no quitaba el rubor en sus mejillas por escuchar gemir a esos dos. El moreno le pidió que chupara su pene, ante esto sin ninguna pizca de vergüenza, el rubio se negó seriamente, pero clarísimo era que lo haría en contra de su voluntad, Zoro por tal actitud rebelde soltó una risita, más tentáculos aparecieron ahora para sujetar al prepotente novato, le miraba con rabia pero el mayor lo seguía viendo como un pequeño chiste, le calaba que no fuera obediente, pero eso lo hacía obsesionarse con Sanji.

-No pienses que te has librado, bastardo, por más exquisito que luzca tu cuerpo, no me detendré a maltratarte hasta que te vuelvas un puto obediente.

Recibió una bofetada seguido de escuchar las palabras del moreno, tenía la mano pesada y eso hizo que perdiera un poco la visión clara, además de que su mejilla ardiera por el impacto, aún así, casi a medio morir del miedo, nunca se hizo notar sumiso, si todos iban a preferir tales comodidades con tal de que sus cuerpos fueran abusados, él no planeaba ni de cerca ser como el resto, su enojo volvía a juzgar mal a aquellas víctimas pero en ese momento sólo pensaba en él.

-Me importa una mierda, si muero, por mí mejor, cabrón.

Por si no fuera poco, Sanji no paraba de hacer incrementar el enojo del rey infernal. Mientras tanto con los otros concubinos más, Zoro terminaba por fin de eyacular en sus interiores, para después ser llevados por los sirvientes a limpieza y de ahí al cuarto que todos compartían, dejándolos solos, la pesadilla del rubio daría inicio por fin. El mayor lo tomó del cabello, jaló de este, iniciando un trayecto por toda la habitación arrastrando al menor, Sanji gritaba del dolor, su piel estaba siendo raspada por el duro suelo y su cabeza sentía que le iba a ser arrancada. En un momento se detuvo, sólo para colgar el esbelto cuerpo joven partiendo de cadenas, sus extremidades estaban sujetas a éstas, Zoro marchó a una mesa que se encontraba en medio de la habitación, contaba con varios artilugios de tortura y placer, optando por agarrar un látigo con púas, acercándose al rubio nuevamente.

𝗜𝗡𝗙𝗘𝗥𝗡𝗢: Obsedo | ZoSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora