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amarte es tan difícil.. así que prefiero odiarte, soy patético, pero tú también ¿podemos irnos a casa ahora?

ciertamente no era tarde, casi media noche, pero finalmente habían llegado a el departamento del castaño.

oscuro, húmedo y extrañamente acogedor, en ese lugar casi no entraba la luz solar, Dazai se encargaba de eso, no le gustaba la luz, le parecía ciertamente inútil e incluso perjudicante, hablando de una luz muy intensa, como la de verano.

cómo odiaba los veranos, solo podía ver desventajas en esa época del año, no le gustaba la playa o al menos de día, era así como todo eso funcionaba y estaba bien al menos para él. Osamu abrió la puerta negra de su departamento y con ellos ambos entraron como estaba previsto, Chuuya se acercó a la cocina para así tomar una lata de soda del refrigerador de Dazai, la abrió y con ello bebió de ella, después miro como en el diminuto comedor estaba un borrador escrito a mano, supo identificar que era definitivamente su historia para el semestre

-¿envidia?- dijo burlón Osamu, mientras miraba con una mala sonrisa al pelirrojo, este bufó mirando a él ajeno observando la expresión divertida -claro que no, idiota- contestó Nakahara, Dazai río un poco -¿encerio? ni siquiera llevas un avance, ¿nada sale de esa cabeza hueca? parece que volveré a vencerte en puntajes-

Chuuya levanto su dedo medio hacía el castaño quien río nuevamente; así era, alguien salvaba al otro y eso solo duraba unos cuantos segundos, después todo volvía a ser como antes. Quizás su temor era afrontar la situación, la realidad que estaban pisando sobre sus zapatos, Chuuya no lo diría y mucho menos Dazai.

-Como sea.- lo cortó y después prosiguió -el cumpleaños de la abuela es mañana por la noche, yo guarde el regalo en mi maletín- le informó al más alto quien asintio simplemente. La abuela de Chuuya era quien cumpliría años, se encontraba en sus setentas, era una mujer amable y amorosa, aunque ciertamente siempre se quejaba de que no convivían tanto tiempo todos juntos, los Dazai y los Nakahara, quizás tenían lazos pero no pasaban el tiempo juntos que a la mujer le gustaría.

-como sea, me iré a dormir, finalmente podré dormir más de 5 horas- hablo Osamu con alegría soltando enseguida un bostezo profundo, yéndose a su habitación para así hacer lo dicho. Chuuya lo observó irse, ambos sabían que por más que no les gustaba la idea iban a quedarse a dormir bajo el mismo techo esa noche, ¿porque? bueno, no se necesita una razón, era costumbre, las cadenas no les permitían estar mucho tiempo separados. Nakahara se acercó nuevamente a aquella computadora, pudo observar como la obra de Dazai se titulaba "El ocaso" aparentemente una historia posguerra de una familia japonesa, relatado por una mujer. Notó que el llevaba hasta ahora 10 mil palabras, joder, le llevaba ventaja

saco su USB, la cual guardaba para cualquier repentino ataque de inspiración, después abrió un documento nuevo y dejo que su mente fluyera

"Quizá en el principio todo fue una maldición, el castigo por algo despiadado.

eran dos almas, quienes estaban atrapadas con cadenas que pesaban miles de toneladas, no podían huir, parecía que si uno vivía el otro tenía derecho de vivir. así que si alguno muere el otro debe morir también"

había estado escribiendo algunas cuantas horas, cuando se dió cuenta eran las 2:21 de la mañana, pero había podido realizar 8 mil palabras. Estaba orgulloso, tenía una inspiración, una terrible y desagradable, pero aún así la tenía, eso era lo que en realidad importaba.

Fue a la habitación del otro, Dazai dormía, su cama estaba al lado de la ventana, el solía abrir la ventana al dormir para sentir frío, cuando era de día la cerraba para evitar la luz, lo sabía tan bien, conocía sus costumbres, había estado exactamente toda su vida a su lado, era inevitable y eso le desagradaba; sin embargo no haría nada para cambiarlo. Tomo su pijama, porque si, tenía un pijama en el departamento de Dazai así como el también tenía uno para él en su alcoba. Lo coloco y después miro por un momento el tan mínimo lugar que Dazai usaba al dormir, era como un gato, podía quedarse dormido en cualquier lugar.

𝒖𝒍𝒕𝒓𝒂𝒗𝒊𝒐𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora