••••

899 124 29
                                    

los sentimientos empiezan a pudrirse, quizás en realidad simplemente correríamos lejos ante el peligro en vez de enfrentarlo como alardeamos.


las cosas que habían sucedido últimamente no lo tenían en su mejor momento, aunque ciertamente sabía que se encontraba en un bosque oscuro y que no saldría de ahí.

sentía su cuerpo pesado y sumamente cansado, estaban disfrutando lo más que podía sus días de descanso antes de volver a la realidad el la que se encontraba, recordó su discusión con Chuuya en aquella feria, ignoró eventualmente las llamadas de sus amigos hacía el, no le interesaba tener que explicar que era lo que estaba sucediendo con ellos dos y el asunto de Kunikida.

había pensado en verse con una chica, sin embargo la idea de toparse con Kunikida nuevamente no le agradaba mucho, era un completo impedimento, podría sonar paranoico, pero en realidad su paranoia no era de menos, había estado a punto de morir aquel día a manos de esos idiotas, moriría, pero no por un idiota como él. Definitivamente
Por un momento pensó que Chuuya tenía razón, no había elegido una buena opción de amistad últimamente, pero tampoco podría culparlos cuando ni siquiera les había alertado de antemano

-ah... estoy agotado- murmuró cerrando sus ojos, hablar con su madre no era opción, tampoco con algún familiar, no tenía la confianza suficiente y mucho menos quería hacerlo en primer lugar, el y Chuuya enfrentaban sus problemas sin ayuda, solos, como si solo se tuvieran uno con el otro. quizás era así

no quería salir, temía que Kunikida lo encontrará, tal vez podría ingeniarselas para que no encontrará su departamento, para huir de él, sin embargo sabía perfectamente que de atraparlo solo un golpe le costaría para debilitarlo y con ello dejarlo sin ninguna escapatoria ahí ni siquiera usando su hábil manipulación podría detenerlo, porque probablemente mi siquiera sería capaz de hablar por sus labios rotos e inchados; de nuevo odiaba permitirlo, odiaba ser tan débil, odiaba no ser tan fuerte como Chuuya para poderse defender, ciertamente era por elección propia, lo sabía, pero solo lo ignoraba.

su roto estado mental le permitió tomar su celular y con ello navegar entre algunas páginas porno para distraerse de aquellas ideas poco empáticas que tenía, ahí encontró un vídeo, era de dos chicos, el como uno de ellos preparaba al otro antes de introducirse en el, usualmente Dazai no veía ese tipo de contenido, pero.... una tentación, quizá un morbo, no lo sabía con certeza... pero el hecho de mirar como movía sus manos en el trasero del chico le había causado exitacion, odiaba admitirlo, odiaba siquiera pensar en esa situación, pero por un momento deseó poder experimentarlo... la idea de estar con otros hombres aún le parecía muy extremo, pero al final no podría hacer nada

pensó en Chuuya ¿el habría pasado por eso? ¿porque hablaba como si no estuviera demasiado familiarizado con la situación?

sentía vergüenza de lo que estaba por hacer, pero su calentura no lo dejaba ver más allá, uso sus propios dedos, jugueteo unos cuantos minutos, despues lo adentro, difícilmente, pero lo hizo, fue extraño como la primera vez que lo sintió, sin embargo conforme paso el tiempo se dió cuenta que era una sensación indescriptible y placentera, movía uno de sus dígitos de un lado a otro mientras su rostro se encontraba rojo por el calor de su rostro, su pecho subía y bajaba junto con su respiración, los jadeos eran leves.... pero Dazai era jodidamente codicioso.

poco después sus dedos se volvieron inútiles, la sensación era monótona, adentro otro soltando un pequeño gemido mientras su espalda se arqueaba, el sudor pasaba por su frente pegando sus cabellos ondulados a su piel

entonces escucho como abrían la puerta de su habitación, Dazai se sobresaltó al instante, los ojos celestes miraron los castaños, ambos incapaces de saber que hacer o como reaccionar al respecto, la situación era incómoda y vergonzosa para ambos -D-dazai...- murmuró incómodo Chuuya, el castaño notaba que tenía sobre su mano la llave de su departamento, probablemente Nakahara se las había llevado consigo y el que no había salido en absoluto de su habitación ni siquiera lo había notado; la civilización dejo de tener efecto en ambos.

-¿que estás haciendo?- pregunto el pelirrojo, aún cuando sabía la respuesta, Dazai se incorporó, acomodando sus ropas y después miro al otro directamente a los ojos, no avergonzandose por aquel momento -¿no es obvio?, la verdadera pregunta es ¿que haces aquí?- habló, despues de eso Chuuya suspiró mientras restregaba una de sus manos en su rostro

-realmente me hiciste caso ¿no es así? yo lo había dicho de broma, pero... bueno; parece que te gusto- dijo lo último riendo suavemente, al notar como aún la erección ajena era presente, Chuuya no iba a admitirlo pero había estado escuchando los jadeos de Dazai desde que entró, por un momento pensó estar confundido pero era más que obvio que era Dazai sin duda alguna -callate, no hablaremos de mi vida sexual ahora- Osamu se incorporó de la cama mirándole directamente

-¿y bien? ¿que quieres?- Chuuya lo miro con cierta seriedad -vine a ver si aún sigues vivo- ambos callaron ante esa respuesta, pero era verdad lo que decía -aparte, me lleve tu llave por accidente, no puedes en tu posición estar sin cerradura-

osamu sonrió mientras iba hasta la cocina, colocó un poco de café, mientras Chuuya lo seguía -nunca vas a olvidar lo del suicidio ¿cierto?- le cuestionó, pero no esperaba alguna respuesta, Nakahara le dió la espalda -¿cómo podría? fueron dos veces, es lo mismo que pasa contigo, tu tampoco vas a olvidar lo que me sucedió- ninguno de los dos volvió a hablar sobre eso, era desagradable y a estás alturas se supone que no debería de tener algún valor. Chuuya dejo una USB sobre la mesa y  despues fue directo a la salida de la casa ajena, no se miraron, simplemente ignoraron la presencia del otro como usualmente hacían.

-deberias comprar helado de chocolate, cuando vuelva a quedarme y necesite escribir el helado de chocolate me ayuda a inspirarme y tú solo tienes cangrejo congelado- dijo yéndose sin más.

Dazai se acercó a la mesa tomando la USB, la puso en su portátil y ahí notó que le había pasado su historia como le había pedido.
Osamu de dió cuenta de muchas cosas, una de ellas era que Chuuya era un gran escritor, era más que obvio por la obra maestra que estaba escribiendo; la manera tan hábil en la que mostraba como eran dos almas abandonadas, dos almas que se odian pero que habían pasado tanto tiempo juntos que ahora habían creado cadenas ellos mismos, uno con él otro.

-cadenas...- murmuró

quizá era eso lo que realmente necesitaba, romper las cadenas que los tenían esclavizados.

pienso que sería mejor que ni siquiera nos conociéramos, porque está parece ser una competencia de quién daña a quien.

𝒖𝒍𝒕𝒓𝒂𝒗𝒊𝒐𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora