Ivar
Golpear mi almohada favorita fue una buena manera de descargar mis energías.
Luego estallé, reí como un idiota. Y me desplomé en la cama. No pude dormir, y cuando me dirigí a la cocina para tomar una botella con agua, el timbre sonó.
Me encamino hasta allí, algo tenso. Mi instinto me grita que no vaya a atender.
Pero lo hago.
Y me encuentro con esos ojos negros. Me están consumiendo, y debo dar un paso hacia atrás para no chocar con su nariz. Pero él, no está dispuesto a alejarse.
Camina hasta llegar a mi y con su mano derecha rodea mi cintura.
Creo desmayarme por un segundo, mi vista se nubla.
¿Qué?
Perplejo intento hablar, pero nada puedo decir. Me siento como un niño asustado, y el coco me vino a buscar.
—¿Qué...?
—No hables —ordena, viéndome fijamente—. No digas nada, por favor.
¿Pero qué le pasa?
¿Éste es el mismo Otto que tiró su jugo de naranja sobre mi por haberle robado sus apuntes?
¿Ese amargado que siempre que tiene la oportunidad se burla de mi?
Asiento aún muy quieto. Su mano quema sobre mi camiseta. Su boca me llama pero no quiero verla.
El ex cabello blanco me observa con atención. Como si quisiera grabar cada facción de mi cara en su memoria.
¿Esto es real? ¿Me habré quedado dormido?
Actitud, Ivar. Actitud.
—Si no vas a besarme, aléjate —suelto, con toda la seriedad del mundo.
Casi lo escupo por aguantar la risa. Sus cejas salieron disparadas, su agarre vaciló.
—No tienes remedio —se queja.
—No estoy resfriado.
—Pero te gusto. Es un sinónimo.
Trago saliva, nervioso. No lo vi venir, pero su tono no es ofensivo, su toque es firme. Me da cierta confianza.
—Te equivocas, es un antónimo.
De su garganta brota una efímera risa, que es música para mis oídos. Mía manos se posan en sus hombros, y no las muevo de ahí.
—¿Un menos más más?
Muerdo el interior de mis mejillas al escucharlo. Quiere bromear con referencias de cálculos, pero no funciona.
—Eso da resultado negativo, bruto.
Frunce el ceño y niega. Sus mejillas se sonrojan.
—Detesto las matemáticas.
—Y yo detesto la química.
—Pero adoras al químico.
Engreido.
Mis palabras salen por si solas, no tienen pena. Ladeo la cabeza y sonrío con picardía.
—Y tú al matemático.
Nos observamos. Está tan perdido en mi, que, podría quitarle el móvil que sobresale del bolsillo de su chaqueta sin que lo notara.
Pero me detengo en cuanto siento que respira profundamente y cierra sus ojos. Yo no puedo hacer lo mismo, estoy estancado y solo siento mi pulso acelerado retumbando en mis oídos.
Otto está demasiado cerca, pero no sé qué es lo que pretende.
Lo interrogo con mi mirada, le estoy dejando el camino libre, pero no prosigue, y eso me exaspera.
—Otto...
Mi voz sale en un susurro, pero no me permite expresarme, ya que al segundo en el que mira mis labios, reacciona.
Me besa.
Sus labios rozan los míos con inseguridad. Espera a que yo le corresponda, y lo hago enseguida.
¡Que pase lo que pase! No voy a desperdiciar la oportunidad.
A la mierda el orgullo.
Sujeto su mejilla y lo atraigo más hacia mi. Él me abraza con fuerza, tanta, que me asfixia.
Respiro con dificultad, pero no me importa, porque siento como desliza sus dedos por mi cabello, y sonrio, rendido.
El moreno se separa solo un poco y veo como una sonrisa se forma en su rostro.
—Has pasado por alto la regla —me dice, con un tono burlón.
—Y tú la has roto —acuso.
—Me enorgullece.
Y así, sin más, vuelve a besarme.
Es tan extraño y bonito a la vez, que, dejo que fluya.
Pero, ¿qué pasará después de esto?
Es algo indescifrable.
°°°
I'm crying. 💖🥺
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Arráncame esto que siento
RomanceA Ivar le encanta ese cabello blanco, pero Otto se lo cambió de color. ¿Hará lo mismo con él, si le dice que le gusta su rostro? -Historia corta-.