6| La otra cara de la moneda

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Eiji Daigo confiaba en sí mismo, sabía que rebosaba en encanto y físicamente no estaba mal, pensaba que le irían bien unos centímetros más de estatura, pero su cerebro compensaba bastante bien esa parte. Daigo dejaba una marcada impresión en las personas, en especial las del género femenino.

Cada vez que un par de ojos coquetos lo miraba, él correspondía un guiño y una sonrisa seductora, aquello era como gasolina su motor. Lo llenaba de energía como si hubiera emprendido una carrera al mismo cielo y lo hubiera tocado con sus dedos. No sabía cómo explicarlo, era una sensación que lo hacía aliviarse de su maleficio.

Así es, Eiji Daigo estaba maldito.

Su maldición era una mujer. El corazón se le encogía al mero asomo de ella en sus recuerdos los cuales aparecían como la sorpresiva luz de un relámpago. Una memoria gris de ella dándole la espalda mientras con sus tristes canicas verdes miraba a la infinidad en busca un halo de esperanza en sus últimos momentos.

El dulce tarareo de una melodía desconocida llegaba a su cavidad auditiva como si se la estuviera pronunciando al oído, pasaban los años y el cálido sonido seguía tan fresco en su memoria auditiva como si hubiese estado frente ella apenas unos minutos.

El fantasma de Feith, su difunta madre estaba viva dentro de su cabeza y aparecía en los momentos menos oportunos, este revivía haciendo estragos en su mente abriendo las heridas que a duras penas lograban cicatrizar.

Eiji inhaló con fuerza para después dejar escapar el aire lentamente por la boca, aquel día era extraño para él. Se levantaba con una sensación de nostalgia que era poco común en él y la súbita aparición de Feith en sus pensamientos no era buena señal.

Esa mañana todo aparentaba estar calmado, tomó una larga ducha en donde recordó aquel día que estuvo con Noah y experimentó una sensación bastante rara. Entre los recuerdos de la muchacha y los de su madre, lo dejaron preguntándose qué estaba ocurriendo consigo mismo mientras apoyaba firmemente sus manos contra los azulejos de la ducha.

Habían transcurrido varios días desde que Eiji informó respecto al cadáver hallado en la zona abandonada, estuvo bajo el ojo de Miahil que como era de esperarse no se encontraba para nada contento con ese hallazgo. No habían hablado mucho al respecto debido a que le tocó el tedioso trabajo de colaborar con el escuadrón de investigación.

Finalmente, pasado ese revuelo tuvo la oportunidad de tener un respiro, o al menos eso pensó cuando sus planes se vieron arruinados muy temprano en la mañana al recibir un mensaje de parte de Mihail dónde le pedía presentarse en su oficina. En parte no le sorprendía que Miahil no lo dejara tranquilo hasta que tuvieran que cruzar palabra respecto a ese asunto, admitía que le resultaba pesado pensar en la idea de arruinar su mañana viendo tan desagradable rostro, pero extrañamente se encontraba interesado en hablar con él también.

¿Por qué? La respuesta la obtenía cada vez que se quedaba mirando el curioso objeto que descubrió en el cuerpo, nada le había provocado semejante intriga hasta el punto de dejarlo tan desasosegado como en ese momento. Llevaba cerca de una hora totalmente ensimismado mientras inhalaba la colilla de un cigarrillo y el humo que salía de su boca arropaba sus facciones fruncidas.

No lo tenía muy claro, pero por alguna extraña razón ese objeto le resultaba bastante familiar, podía mentirle al escuadrón y a las personas a su alrededor, en cambio no podía mentirse a sí mismo.

«¿Quieres poder? Si tienes poder podrás cumplir con tus deseos... yo te puedo dar lo que tanto buscas».

Aquellas diabólicas palabras retumbaban en su cabeza fueron pronunciadas el día en que dejó de ser una persona normal, día donde tuvo que decirle adiós a su vida para pasar a ser un desconocido en su propio cuerpo. Los recuerdos no eran nítidos, pero era consciente que todo comenzó cuando su madre falleció, las emociones permanecían en él bastante claras, los crudos sentimientos de pérdida, desesperanza, y una insaciable sed de venganza; esas palabras fueron pronunciadas esa noche ofreciéndole algo muy tentador, pero en cambio las cosas terminaron muy diferentes a lo que pensaba.

El Secreto de la CúpulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora