Capítulo 5

112 11 6
                                    

Quizás, si hubiera pensado más en lo que estaba apunto de hacer, se habría arrepentido con solo imaginar la reacción de Draco, la cual, probablemente, fuera sacarlo a patadas de su cuarto.

La escalera estaba justo donde la había dejado la última vez, hace unas cuantas semanas. Sus manos estaban algo heridas por el apuro a tomarla, y quizás habían pasado horas desde la última vez que había visto a su chico. Horas que utilizo de manera específica para plantearse cada una de sus inquietudes, luego, sin pensar en nada más, corrió hacia la Mansión Malfoy, dispuesto a ver como se encontraba su tan adorado rubio amante del color champagne. Sabía que Draco estaba mal, demasiado mal como para poder pensar en otra cosa que no fuera el omega saliendo del refugio con lágrimas en sus ojos.

En cuanto estuvo en la cima, jadeando desesperado por un poco de aire, escucho unas voces, hablando entre ellas en murmullos. El dueño de una de ellas era Draco, eso podría saberlo incluso si hubiera estado susurrando. Sin embargo, la otra solo se le hacía conocida, más no la recordaba. Quizás era alguien del pueblo a quien se había topado algunas cuantas veces.

Las cortinas tapaban la ventana, pero el frío aire lograba hacerlas tambalear un poco hacia los lados.

Sacar una piedra de su bolsillo, no estando seguro de si debía pasar al balcón o no.

—Tú olor es muy atrayente —Draco sonrió, abriendo con fuerza la ventana, mirándolo de una manera extraña y divertida, pero Harry fue consciente de las lágrimas secas alrededor de sus hermosos ojos grises—. Tú nerviosismo te delató. Una lastima, acosador.

Harry se mostró ofendido, más no identificado. Era ridículo, solo había subido por la ventana con una escalera, cosa que quizás era un poco cuestionable, pero suponía que no llegaba al punto de acosar, ¿o sí?

—¡No soy un acosador! —exclamó ofendido. Draco se acercó hacia él entre risas, ayudándolo a pasar hasta el balcón.

—Eres de verdad un caso inigualable, Harry Potter —dijo con un tono elocuente, mientras lo tomaba por los hombros. Parecía estar muchísimo más tranquilo y feliz que hace un par de horas—. Despedí a Cho hace unos pocos segundos, justo cuando sentí tu olor a madera quemada, ese olor que delata tus nervios. Podías tocar la puerta si querías, al menos así podría saber que vendrías a mi cuarto y ordenaria las cosas según lo que un alfa querría ver... Bueno, lo que querría ver un alfa decente como tu, claro. No creas que algún día me veas recibiendo a alguien, o a ti, en ropa interior.

Harry rió un poco, pero esta vez aceptaba haber sentido algo ante ese "chiste", declaración, o lo que sea que haya sido aquello que Draco dijo.

—Bueno... Dudo mucho de que seas capaz de subir esa escalera para nada —Harry quiso contradecirlo, porque sería capaz de subir esa escaleras, por no decir que incluso una mucho más grande, solo para verle a él, aunque ahora dudaba de que eso fuera sinónimo de "nada", porque era definitivo que ver a Draco era algo  para él y para cualquier persona—. ¿Qué necesitas?

Harry no supo que responder; solo pudo inclinarse hacia el menor, observando con atención y admiración su tan hermoso color de ojos.

Draco no pareció estar tan nervioso como lo hubiera estado Harry en su lugar. También se había inclinado hacia él, sonriendo de manera traviesa y entretenida. Harry sonrió con dulzura, tirando de sus brazos para poder abrazarlo.

Draco tardó, pero correspondió al abrazo de todos modos, luciendo lo suficientemente sorprendido como para que Harry riera.

—¿Por qué eres tan impredecible ahora? —preguntó suave, y el tono divertido en su voz divertía a Harry—. No te preocupes, me agrada.

In the november rainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora