Capítulo 8

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Tom Riddle era el nombre de aquel alfa que le había arruinado la vida.

Tenía la misma edad de Harry, pero se veía mucho más fuerte y varonil. Además de que era lo que cualquier omega esperaría de un alfa de veinte años.

Harry lo conoció la misma noche en que se despidió de Draco, justamente hace dos semanas, después de tan desastroso baile, del que escapo en cuanto le mencionaron al posible nuevo pretendiente de Draco.

Desastroso porque tuvo que despedir a quien quería, pero bailar con Draco había sido lo mejor que le había pasado en la vida. Aunque, claro, eso iba después de haberlo conocido.

No sabía mucho del mundo exterior desde entonces. No se sentía listo para salir y encontrarse cara a cara con las personas que le estaban arrebatando su felicidad. Además de que si veía a Draco, no estaba seguro de poder mantenerse cuerdo el tiempo suficiente para escapar.

Hermione y Ron tendían a ir a verlo por las tardes, después de darles una corta visita a los más pequeños de la catequesis.

La mayoría del tiempo iban con Luna y Ginny, quienes estaban encantadas de contarle chismes para poder distraerlo, y a pesar de que la mayoría le eran indiferentes y desagradables, le hacían reír durante un buen rato.

No quería preguntar por si habían visto a Draco, porque estaba seguro de que sentiría estar siendo muy pesado con aquel tema. Por eso es que no sabía algo sobre el omega desde la noche del baile.

Sin embargo, por mucho que quisiera quedarse en casa a dormir un rato más ese día, no pudo negarse a acompañar a Ron a hacerle una visita rápida a los Granger en su pastelería.

Esa familia necesitaba compañía después de estar bajo presión durante cuatro días completos, entrando y saliendo de su propio local por diferentes motivos. Esos días no habían sido los mejores para ellos, así que Harry decidió ayudar un poco con los clientes, sin esperar un sueldo a cambio. Era gratificante, y le ayudaba a distraerse de ciertas cosas.

El clima estaba siendo demasiado frío para ser finales de febrero, y Harry esta seguro de que lloverá durante algunos cuantos días, más no parecía ser ese el indicado.

—¡Oh, mira, mamá! —exclamó una niña, tirando del delantal de la mujer a la que Ron atendía—. ¡Me gustaría llevarle esto al príncipe, le encantan estos pastelillos!

—No lo llames así, Linda —repuso la mujer, mirándola en señal de advertencia—. Sabes que no le gusta que lo llamen así.

La pequeña dejo que sus mejillas se colocaran rojas en un segundos, pero su sonrisa nunca quiso borrarse.

A Draco le gustan —murmuró apenada, pero Harry, incluso estando desde la otra esquina de la pastelería, la escucho perfectamente, y no hizo falta voltear para saber que Ron le miraba con pánico y emociones mezcladas.

—Esta bien, podemos llevar algunos —dijo la mujer, para luego expresar a Ron lo que quería llevar, pidiendo unas tartas con figuras de pequeñas flores de distintos colores, siendo detenida rápidamente por la pequeña.

—¡Él va a preferir la leña! Le gustan los árboles —la pequeña miró de reojo a Harry, pareciendo estar esperando pasar desapercibida. Su mirada volvió hacia su madre con rapidez—. Mamá, ¿crees que Draco sea feliz?

—Linda, esas cosas no se preguntan a no ser que seas cercana a esa persona —dijo la mujer, tomando con delicadeza las bolsas, disculpándose brevemente con Ron—. Y estamos en un lugar público, querida, eso es irrespetuoso...

—Draco es mi amigo, ¡mi único y mejor amigo, mami!

—Lo sé, Linda —murmuró cansada la mujer antes de salir por completo del local, escuchando a su pequeña hablar y hablar. Al parecer, era una de las sirvientas de la residencia de los Malfoy. Con razón la pequeña era tan cercana a Draco.

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⏰ Última actualización: Dec 08, 2022 ⏰

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