Capítulo 6

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Febrero llegó y el pueblo lo recibió con corazones y guirnaldas rosas y rojas, habían algunas pocas blancas, de esas que los niños hacen en la catequesis.

El pueblo era feliz durante ese mes, y lo demostraban cuando celebraban juntos el catorce de febrero, el gran día del amor, demostrando que entre todos hacían una gran, amorosa y dulce familia.

Sin embargo, Harry podía ver el cambio tan drástico que hubo en el humor de Draco.

El omega iba con el ceño fruncido la mayoría del tiempo, gruñendo por lo bajo cada vez que algo o alguien le irritaba; y eso, últimamente, era a cada minuto del día. Algo extraño para Harry y para todos, totalmente extraño.

—¡Harry, baja ya!

Cuando bajo a la sala; durante la mañana el catorce de febrero, el día lleno de amor fraternal y felicidad, lo primero que se encontró fue la tarta característica de los Granger para San Valentin, esa que tenía corazones de chocolate por todas partes.

James ya estaba comiéndose un trozo de ella cuando tomo asiento junto a él en la mesa. Lily lo miraba enojada, pero no lo suficiente para hacerle temer por su vida, porque nunca había sido fan de las peleas alfa versus alfa que armaban sus padres la gran mayoría del tiempo.

—¿Es de mermelada?

—De fresas, cariño —dijo su madre, amorosa y sincera, sin dejar de mirar a su padre con ganas de golpearlo—. Quizás sea por eso que tu padre no logro retener su apetito durante solo un par de segundos.

James pareció captar la indirecta, que era más directa, en realidad.

Harry soltó una risita cuando su padre soltó los cubiertos, sonriendo hacia ambos alfas: su esposa y su hijo. Harry pasó su mirada a través de la mesa; sus ojos verdes parpadearon por el dolor de ojos que le dio de repente. El sueño le estaba comenzando a ganar, a pesar de que era muy temprano.

—¿Pasaras el día con Draco? —le preguntó su padre torpemente, mirando dudativo hacia su esposa, quien le miró extrañada—. Es que últimamente pasan mucho tiempo juntos. ¡Me hacen dudar, Lily!

Harry capto a lo que se refería su padre después de la exclamación hacia su tan adorada madre. Capto tarde, pero lo había entendido, eso era lo que importaba.

—¡Lo pasaremos como amigos! —casi gritó, sintiendo ambas miradas sobre él, analizándolo profundamente—. Es el día del amor y la amistad, papá, por favor, no pienses cosas raras.

Lily bufó, inclinándose sobre su asiento.

—No conozco mucho de adolescentes enamorados, no de esos actuales —dijo divertida—, pero he notado que Draco no parece querer ocultar mucho lo que siente por ti.

A ese punto, Harry ya sentía que comenzaba a arder, como si le hubieran encendido un cigarrillo que subía desde sus pies a su cabeza.

—No sé a qué se refieren.

—Hazte el tonto.

Harry se mostró indignado durante el resto del desayuno. Prefería sentirse tonto junto a Draco que con sus padres, porque sentirse tonto junto a Draco era muy fácil, especialmente cuando comenzaba a hablar sobre cosas que él no entendía sobre matemática; educación que él no tuvo ni en la catequesis ni en su escuela. Sabía que las intenciones de Draco no eran que se sintiera de esa forma, lo sabía perfectamente, de hecho, había veces en que el mismo Draco se ofrecía a enseñarle, y él demostraba estar agradecido por ello. Pero, de una manera sorprendente, incluso para él mismo, siempre se negaba. Realmente no tenía ni idea del porqué, pero siempre que analizaba la situación respondía que no, sin detenerse a pensar en que tono utilizar. 

In the november rainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora