-Dime algo que no sepa.
-Te odio.
***
Kim SeokJin cree tener todo bajo control, pero cuando se enamora todo se escapa de sus manos. Al parecer lo que creía no era tan cierto, y todo el mal que hizo se le regresará hasta dejarlo destruido.
Inicio: ma...
—¡Ya basta! ¡No le hagan nada más! —su corazón estaba latiendo con fuerza, tanta que por poco se le salía.
Había hecho todo lo que se le había pedido. No le había dicho a nadie y tenía en sus manos todo el dinero, pero parecía que nada había servido, porque frentre a él estaba KangHee con manchas oscuras decorando su piel y amarradas de manos y pies como si no fuera suficiente el estado en el que estaba. Ni siquiera pedía ayuda, y SeokJin solo pensó en lo que le habían hecho para que estuviera así.
—¿Quieren más dinero? ¡Les daré lo que sea necesario! —estaba desesperado.
Tan solo quería tener a KangHee entre sus brazos para decirle que rodó estaba bien.
Sería la madre de sus hijos y tendrían una familia muy feliz, tal y como ella merecía.
Pero el brillo filoso cerca de su cuello lograba hacer que sus manos temblaran con fuerza. No la quería perder, ni quería que sufriera. Ya había pasado por muchas cosas con la pérdida de sus padres, no merecía más dolor. Había estado tan rota y vacía... No soportaba pensar en que podría volver a ser esa chica con ojos tristes y sin vida.
—El dinero no vale nada cuando se puede tener algo más —habló uno de los tipos. Quiso darle un puñetazo por la forma en que miró a su novia, pero se resistió con tal de que no le hicieran algo.
—Dime lo que quieras y te lo daré. Pero regrésamela.
KangHee no lo miraba. Estaba perdida observando el suelo con ojos rojos probablemente llorosos después de tanto llorar. Había hecho lo imposible por llegar lo más rápido posible hasta ella, pero antes había tenido que tomar algunas precauciones.
—¿Qué te parece quedarte ahí observando mientras nosotros nos entretenemos un poco?
Pero SeokJin no pudo resistir más. Y cuando el filo dejó un gran escote en el pecho de su novia, de su espalda sacó un arma y sin pensarlo dos veces les apuntó a los dos hombres que la sostenían.
—He tenido mucho paciencia aguantando todos sus pedidos, pero no les voy a perdonar que le toquen un cabello.
Sus ojos se volvieron todavía más oscuro y su ceño se frunció todavía más. Siempre había sido un hombre tranquilo, pero no iba a aguantar que le hicieran algo más. Sus rostro cansado ya le partía el corazón como para aguantar otro peso. KangHee necesitaba ser libre, no sumar más demonios a su mente.
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