- Lo siento, se terminó — sabía que le dolería cada centímetro de su corazón y sabía que tenía que prepararse para ese momento.
- Pero yo te amo — sonaba tan bien en sus labios, sonaba tan pulcro en su boca, la forma en lo que lo decía era tan atrayente, casi saltaba dentro.
- Pero yo no — ¡Mentira! Sí, lo seguía amando, ¿era su amor más poderoso que su amor propio? — tu esposo te necesita, tus hijos te necesitan, no les hagas esto.
- ¿Cómo lo descubriste? — pudo ver su expresión de horror, ¿cuánto tiempo creyó que le iba a seguir viendo la cara? Ese hombre, no merecía sus lágrimas — él te contó, ¿no?
- No importa como lo descubrí, y no lo metas en esto — se estaba intentando controlar, le temblaba un poco el ceño y su labio se veía igual, estaba intentando no parecer patético frente al hombre que tenía enfrente — solo vete y no vuelvas más.
El hombre se giró, derrotado, sabía que ya no podía hacer nada más que lamentarse, ¿lo habría perdido para siempre? Había lastimado a un hombre que no merecía ser tratado como una segunda opción, le había mentido tan descaradamente en la cara. Se sentía un maldito mentiroso, se sentía mal por ese chico, tan poco tiempo de vida y tanto sufrimiento para su alma a tan corta edad. Era un cretino.
Quizás al llegar a casa y el calor de su hogar lo reconfortaría, jugarías con sus hijos y su esposo lo atendería como siempre, nada tenía que cambiar si él no cambiaba, nadie notaría nada si él no se hacía notar. Seguro lloraría por las noches, seguro se sentiría miserable cuando nadie lo esté viendo, seguro se sentirá miserable cuando nadie esté ahí.
Se recompuso la camisa, se enjuagó los ojos y transformó su rostro. Se deshizo del cansancio y se preparó mentalmente, como si fuera un actor profesional, se encargó de enmascarar lo que en verdad sentía.
- Mi amor — gritó desde la puerta mientras la abría, el eco le respondió.
Le parecía extraño, siempre había ruido en su casa, siempre había bullicio en su casa. A veces era tan irritante, a veces era tan molesto. Vio su casa impoluta, vio las cosas en su sitio, ya no vio juguetes regados por todas partes, algo cambió. Una sonrisa se extendió en su rostro al percibir paz en su casa, quizás su esposo le esperaba.
Entró a su casa, dejando su saco a un lado, pero seguía habiendo un silencio extraño. Fue hacia la cocina, necesitaba una cerveza o algo fuerte para deshacerse de esa presión en el pecho del encuentro que tuvo con el otro chico Necesitaba algo que enmascarara aun más su condición.
Todo estaba impoluto ahí también, como si nadie hubiese vivido junto a él por casi 20 años. No había absolutamente nada manchado, esparcido o quebrado. Todo estaba aterradoramente bien organizado.
Se acercó a la mesa y encontró dos cosas.
Su platillo favorito, aún humeando, olía delicioso. Sabía que su esposo solo lo preparaba en ocasiones especiales, y un sobre recostado sobre la mesa, era de color café.
Esparció su contenido sobre la mesa y era un gran documento engrapado.
Lo leyó detenidamente, no bastó más que las primeras palabras para ver cómo su mundo se venía encima, quitó su mirada de ese papel y se llevó las manos a la cabeza. Sintió la desesperación subiendo por su cabeza y sus ojos a llenarse de un líquido que conocía bastante bien, lo había sentido cuando habló con el otro.
Se levantó inmediatamente y fue a su habitación, la que compartía con su "amado", estaba vacía, no había nada más que su ropa y algunas cosas que no valían la pena llevarse.
Fue a la habitación de sus hijos y no encontró más que un oso de felpa que le había regalado a su hijo, tirado sobre el suelo, recostado de lado con una sonrisa típica de esos juguetes. Lo abrazó, lo abrazó como si eso fuera a hacerle creer que solo era una pesadilla. No lo era, era tan real.
Se recostó sobre el marco de la puerta y lloró.
*
"Hace mucho que intenté fingir que no pasaba nada, hace mucho que fingí no oler el perfume de otra persona sobre tu ropa o los costos extras en el saldo de la tarjeta. Hace mucho que fingí que eran reuniones de trabajo las que te hacían llegar tarde, hace mucho que fingí que estabas muy estresado por tu trabajo. Fingí tan bien que me lo creí, fingí tan bien que pensé que yo estaba loco viendo cosas donde no "estaban". Me habían advertido, claro que lo habían hecho, pero no puse atención.
No te deseo el mal, de hecho, te deseo toda la suerte del mundo. No conmigo. Con él. Espero que él pueda darte todo aquello que yo no pude, y que te sepa amar como yo nunca lo logré.
Y, aunque me duela decirlo, aún te sigo amando... Pero ya no quiero compartir más ese amor contigo y por eso te pido carta de divorcio. Solo espero que puedas hacer una nueva vida con él...
Amándote como siempre,
- Borja".
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The Other Man | Luzuplay
FanficÉl, siempre él. Tiene todo en lo que su "rival" falla. El otro, tiene todo... Todo, incluyendo a ti. Inspirado en "The Other Woman" de Nina Simone, del cover de Lana Del Rey.