Capitulo III

16 7 0
                                    

Con el paso de los años, el miedo que la invadía a acusa de las pesadillas, se habían transformado en rabia, una tan fuerte que en la calidez de su cama la hacía hervir la sangre, siempre se dijo a si misma que cuando lo volviera a ver le diría todas las cosas horribles por la que ella y su madre habían pasado y le diría lo malo que fue con ellas al tenerlas encerradas en ese frio y oscuro lugar, sin olvidar mencionarlo cruel de su parte al haber matado a su padre sin un motivo aparente.

Pero ahora al tenerlo frente suyo, toda valentía que creía tener se despejó como polvo en el viento dejándola temblorosa ante esos fríos ojos que la miraban fijamente como si de un animal cualquiera se tratase, y no la hija de su difunto hermano, su sobrina como le había enseñado su madre.

Sus pies se movieron inquietos en su sitio a causa de los nervios que la invadían en ese momento, y sus manos temblaban sobre su pecho intentando en vano calmar los erráticos latidos de su asustado corazón, el picor en la punta de sus dedos era nuevo, pero se olvidó de darle importancia cuando en un movimiento fluido su tío se levanto de su asiento y se acerco a ella con lentas pero firmes pisadas hasta quedar a solo pasos de ella.

Con un simple movimiento de su mano, ella vio como de su palma se abría un corte fino en ella por donde como si de un latido se tratase la sangre salió disparada hacia ella aferrándose a sus ropas desde el cuello y la elevo a la altura de los ojos de su tío, quien la observaba fijamente a los ojos con una curiosidad que la intimidaba.

-¿Cuál es tu nombre niña?...- pregunto mi tío secamente, se le apretó el pecho al comprobar que hasta en la voz se parecía a su padre, pese a que el nunca le hablo de esa forma tan ruda- responde.

-Hinata señor- logre articular con voz temblorosa por el miedo.

-Un lugar soleado tan propio de tu padre, desde niño le fascinaban las pinturas de paisajes a la luz del sol, supongo que por eso tu nombre- decía como si de un cometario cualquiera se tratase, y daba una vuelta a mi alrededor, tomando con sus dedos un mechón de mi cabello y observándolo fijamente, luego centro su vista en mis hombros descubiertos gracias al vestido descolorido sin mangas que llevaba puesto y finalmente cuando quedo nuevamente en mi frente como con sus fría mano mis mejillas girando mi rostro de un lado al otro hasta que se quedo mirando fijamente mis ojos.

-Eres un ser realmente único he de admitir, una mezcla perfecta de tus padres, puedes ser que incluso te parezcas mas físicamente a tu madre, a acepción de tus ojos que son indiscutiblemente un rasgo característico de nuestro clan. Pero a la vez no eres mas que una cosa insignificante y sin valor alguno..—decía mientras que soltaba bruscamente mi rostro y me dejaba caer sin cuidados al suelo con un sonido amortiguando gracias a la negra alfombra.

-Mi nombre es Hizashi, líder del clan Hyuga, hermano menor de tu padre Hiashi el anterior líder. Pero para ti solo soy tu Señor, el hecho de quien sea tu padre es irrelevante para mi o cualquiera que se respete a si mismo dentro de este clan. Tu solo eres la hija de un traidor a su especie, y aun peor a eso una sucia media sangre producto de la unión entre un vampiro pura sangre y un hada inútil que no tiene otro propósito en la vida mas que agachar la cabeza y obedecer mis palabras sin chistar.

No dije nada mientras el hablaba solo miraba el suelo apretando los puños hasta que mis uñas se clavaran en mis palmas dejando brotar de ellas pequeñas gotas de sangre manchando mi sucio vestido. Lo odiaba tanto que sentía como la sangre en mis venas quemaba, no me gustaba su presencia, su voz, sus palabras, no lo quería cerca, no lo quería escuchar, quería estar sola, quería a mi madre de regreso, quería a mi padre a mi lado. Y entonces paso.

Grite.

Un sonido agudo, fuerte y lleno de calor como el fuego que sentía en las venas, el picor de mis dedos se transformaron en dolor cuando de las heridas de mis palmas donde había enterrado mis uñas brotaron la sangre sin control alguno formando un pequeño remolino a mi alrededor, como una enredadera de espinos como los tallos de las rosas que mi madre cultivaba en su jardín, mis ojos llenos de lagrimas miraron primero el remolino rojo oscuro de mi propia sangre que por primera vez tenía forma definida, a padre le hubiera gustado verme por fin haber logrado dominar mi don fue el ultimo pensamiento que tuve antes que una fuerte punzada en mi cabeza me hiciera perder el conocimiento.

CALIDA OSCURIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora