Recuerda, Grover, sin globito no hay fiesta

3.1K 340 128
                                    


Les conté a mis amigos todo lo que sucedió de camino a la entrada del inframundo en Hollywood, más específicamente en la letra "H" del letrero... por alguna razón.

Sentía que algo no estaba siendo como debería, supuse que al no haber estado atrapados por cinco días en el casino la atmósfera era mucho más ligera y menos tensa, era de agradecerse.

En la entrada había un escrito en griego antiguo hecho a forma de grafiti en el que se leía: "hay de todas las almas depravadas"

En cuanto leí las palabras, la tierra se abrió a pocos metros y la entrada de un túnel apareció frente a nosotros.

—No es tan elegante como los estudios de grabación...—dije para mi mismo.

—¿Qué?

—Nada, vamos.

El lugar era tétrico y deprimente: una oscura cueva llena de cráneos pobremente iluminada con velas. Nada más cruzar el humoral la entrada tembló y se selló una vez más.

—Bueno... ahora ya no hay vuelta atrás—dijo Grover.

—Yo no me preocuparía... demasiado—le dije—. Desde siempre el inframundo ha tenido salidas en todas partes las cuales se pueden aprovechar, reza por que no las hayan sellado en estos últimos años.

Después de una corta caminata, llegados a un río, el cual tenía una gran reja metálica dividiendo su orilla con el resto del trayecto. De nuestro lado había un sujeto con una túnica negra parado sobre una barca.

—Oye, Percy—dijo Grover—. ¿Quién es el tipo de la capucha?

A ver, la respuesta debería ser obvia, pero la capucha negra no se parecía en lo absoluto al traje italiano que recordaba, aunque... supongo que el traje no encajaría con esa cueva macabra como sí lo hacía con el estudio de grabación.

—Caronte—dije finalmente—. El barquero de Hades.

El sujeto volvió la cabeza y habló con voz grave:

—¿Quiénes son?

—Queremos ver a Hades—dije, mientras m llevaba la mano al bolsillo, pero no para buscar mi bolígrafo.

—Los vivos no pueden entrar aquí—respondió él—. Mueran y luego vuelvan.

"Vaya, directo al grano, nada de hacerse el difícil como en mi mundo"

Caronte volvió la cabeza hacia un lado y se quedó mirando a la nada. Y vaya, este tipo era aburrido, ni siquiera personalidad tenía.

—Okey... no queremos morir y volver pero...—dijo Grover haciendo una imitación de Caronte.

—¿Recuerdas lo que dije en el campamento sobre cómo se entraba al inframundo?—le recordé

—Ah... ¡sí!—entendió Grover—. Déjenme esto a mi.

Pensé en detenerlo y explicarle cómo funcionaba el asunto, pero al final decidí divertirme un poco y sólo quedarme callado.

Grover se acercó a Caronte.

—Oye, amigo.

El barquero volvió la cabeza y lo miró secamente.

La emoción se evaporó de la voz de Grover.

—Okey... creo que no... a ver, ¿te gusta la gente muerta? Aquí hay unos muertos que quizá reconozcas—el sátiro se llagó las manos al bolsillo y extrajo su cartera para empezar a sacar billetes—. Aquí están... Jackson, Grant, y mira quien vino a la fiesta, Benjamín Franklin. ¿Eso te gusta, no? Mira, llévanos en el bote, toma el dinero, y consigue un decorador de interiores porque esto es deprimente, ah. Aquí tienes.

Percy Jackson en... ¿Percy Jackson?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora