Sobredosis. - Cap. #12

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彡┆Vanessa Haitani. ꒱ ↴

Me encontraba en una habitación completamente blanca, no habían colores aparte de las tonalidades que ofrecían mis cabellos. Estaba terminando de escribir una pequeña carta que al terminarla guardé en un pequeño sobre al lado de mi mesa de noche, me asegure de ponerla en un lugar estratégico para que cuando mis hijos vinieran a la mañana siguiente pudieran encontrarla. Debajo de una lámpara, como madre recordaba que a Rindou no le gustaba dormir de pequeño sin ninguna luz, se atemorizaba y lloraba durante mucho tiempo. Así que decidí comprar una luz para él y que de esa forma evitara tener más momentos como esos. Esperaba que ellos también pudieran recordar eso, era algo vergonzoso, pero como una madre atesoraba cada pequeño momento con mis niños. Jale un cuerda de metal que tenía para poder apagar el foco y así acabar con la incandescencia en mi habitación.

── Con esto será suficiente, al menos de esa forma podré hacer que mi mensaje llegue a ellos antes de que sea tarde. Querido, perdóname por no ser tan fuerte en estas situaciones. Realmente me gustaría poder quedarme más tiempo para cuidar de nuestros pequeños.... pero, yo... te extraño tanto. No quiero seguir viviendo en eterno sufrimiento, Mat. No quiero llevar esta carga para siempre. Espero puedas entender mis sentimientos, ahora que he hecho todo lo que se encuentra a mi alcance. ──

Mi mirada descendió cuando comencé a tener esa nostalgia, extrañaba a mi esposo. Mis manos descendieron un poco por mi bata tomando con fuerza mis prendas, me culpaba también por no ser fuerte y tener el valor para quedarme a luchar junto con las personas que quería, pero había dado todo de mi en tan corto tiempo. Ya no me quedaba nada, derrame lágrimas limpiándolas con mis manos para que no se mojase mi ropa, sin embargo, las gotas caían por mis mejillas.

── Perdóname... perdóname por no ser fuerte. Ya no quiero estar sola, quiero descansar, ser una chica normal y estar a tu lado lejos de todo este mar de tormentos. ──

Levantando momentáneamente mi mirada pude ver lo que creía que era un familiar de mi amado, tenía un aura amarillenta como la que tenían las personas buenas. Él se acercó hasta donde yo estaba limpiando mis lágrimas con sus manos que me traspasaban por ser un espíritu solamente, extrañamente no tenía miedo, sabía de cierta manera que nada podía hacerme daño. Escuché una suave voz proveniente de sus labios y miré como este sonreían.

── No llores, Vanessa. Esta batalla no te pertenecía, aun así trabajaste duro para soportar todas nuestras peleas. Así que no temas, estamos esperándote con los brazos abiertos. ── Escuchaba esas palabras provenientes de la boca de quien era Thomas, el hermano mayor de mi difunto esposo.

Luego de eso una pequeña luz se hizo presente, esa presencia había desaparecido luego de ser iluminada. Tan pronto como vi aquella luz pude darme cuenta de que se trataba de la apertura de la puerta, la iluminación provenía de las afueras de mi cuarto, entonces, pude ver entrar a una sombra que luego se encargó de cerrar la entrada para que nadie pudiera escucharme o verme.

── ¿Quién eres? ── Pregunté.

Durante un momento hubo un incómodo silencio, pero después de que los segundos pasaran y se convirtieran en minutos, pude notar un clip y rápidamente como toda aquella habitación se iluminaba. Habían encendido la luz en un espacio oscuro, eso me hizo cerrar mis ojos durante un determinado momento intentando acostumbrarme a esa iluminación, busque por todos lados intentando encontrarme con el cuerpo del individuo.

── Parece que me has descubierto, Vanessa, no esperaba menos de una chica tan linda y amable como lo eres tú. ──

Entonces lo encontré. Un joven chico de cabellos rosados que tenía unas cicatrices a cada costado de sus labios. Él hablaba como si me conociera, al menos era lo que parecía. Yo no recordaba haberme encontrado con este muchacho en otra situación así que me resultó verdaderamente extraño que hablara de esa forma sobre mi personalidad. En sus mejillas habían unas manchas de sangre, seguramente antes de haberse adentrado a mi habitación había tenido que asesinar a unas cuantas personas que no permitirían que llegase hasta donde yo estaba, al menos eso imaginaba. Él comenzó a quitarse unos guantes que llevaba puestos, esos también tenían sangre.

Mi hermano es un omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora