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Subió las escaleras de casi mala gana.

Se lamentaba de haberse bañado primero, en vez de ir a desayunar. Ya que a esa hora no estaría ni cristo despierto.

En cambio, a esta hora, la única persona que no se encontraba despierta en la cabaña era su "querida" gemela.

Bufó

Llegó rápidamente a la cocina, asomándose lentamente por el marco de la puerta, mirando de reojo si había alguien dentro.

Para su suerte no había nadie. Lo cual le hizo soltar un suspiro, se relajó y caminó dispuesto a entrar.

—¿A qué viene el suspiro?—

Dipper chilló del susto, rápidamente se dió la vuelta y observo al autor de los diarios, su tío Ford.

Bue-Buenos días...— dijo en un intento de saludo, escuchandose un leve susurro al inicio.

—Buenos días— saludó secamente su tío. Todavía resentido por lo ocurrido el día anterior.

Ford tenía fama de tener un gran rencor.

Aún así no le guardaba un gran rencor al niño, en primer lugar no le había hecho nada a el. Y en segundo lugar, solo era un niño.

Por un lado, Dipper estaba deseoso de hacerle preguntas a su tío.

Y por otro se quería ir de ahí.

Aún así, no podía hacer ninguna de las dos. El chico tenía que seguir un plan.

—Yo.. ya me disculpé con Mabel... Además ahora... Bueno, me echó de nuestro cuarto, asiq ahora duermo en la habitación de abajo...— comentó Dipper con la mirada baja.

—Eso es bueno— felicitó Ford sin muchas ganas, obviamente refieriendose a la disculpa que el niño proporcionó. No quería ser frío con el chico, pero la verdad es que no le importaba mucho el tema. —Y una lástima por lo del cuarto, pero ahora ambos tendrán su propio espacio— finalizó, intentando dar un punto positivo.

Los pequeños ánimos que le intentaba dar al chico eran por otra razón en particular, debido que la pelea no le interesaba en lo absoluto.

Puesto que era una pelea de niños, además, el no sabía si Mabel se lo merecía. Según un tipo llamado Soos —el cual que se le acercó el día anterior—, Mabel no era una mala chica, pero Dipper tampoco. Afirmó que Dipper no era de las personas que hacía eso por un mal, y mucho menos a su hermana.

Todo eso le resultaba extraño, pero tenía cosas más importantes de las que preocuparse. Resolver el misterio de una pelea de niños está en lo último de su lista.

Aún así no desaprovecharía su oportunidad de poder conocer mejor al chico. Pensaba en que quizás había apresurado su decisión de descartarlo como aprendiz.

—Dime, Dipper— el mencionado inmediatamente lo miró a los ojos —¿Qué tal te parecieron los diarios? Ví que colocaste uno que otro apunte. Aún que solamente en el tercero ¿No leíste los otros? ¿No te parecieron interesantes?

—¡Me parecieron interesantes!— contestó inmediatamente Dipper. El chico había intentado olvidar el tema de los diarios, sabía que si se enfocaba en eso no podría concentrarse en el plan. Y no se equivocó —Solo que... No pude leer los otros dos. De casualidad encontré el tercer diario en mi primer día aquí en Gravity Falls. Eso logró que las cosas acá se hicieran más interesantes...— sonrió —Aun que obviamente me hubiese enterado de las anomalías que habitan en este lugar. Pero el diario me ayudó a combatirlas... Gracias por escribirlos, tío Ford.
 
Ford se sintió culpable.

¿Cómo decirle al niño que el diario lo había escondido con el propósito de que nadie lo lograse encontrar?

No lo importó en lo absoluto dejarlo para ayudar o advertir a alguien.

Ni siquiera se molestó en advertir al pueblo, siendo ellos los mayores afectados.

Su comportamiento había sido de un completo imbécil. Solo le importó el conocimiento que podía obtener, estaba sediento de respuestas. Ignorando todo el dolor que causaba a su alrededor.

Sin duda era una mierda, y por eso no podía reprocharle nada al niño.

—No hay de que— le restó importancia —Me alegra mucho que te hayan servido, aún así, tienes que entenderme cuando te digo que no te los voy a devolver. Están con su dueño original, donde deben estar.

Aún sabiendo todo lo anterior, el no iba a cambiar. Le dolía su orgullo, ese mismo orgullo que le impedía poder hacer las pases con su hermano gemelo, ese mismo orgullo por el cual no le contó nada a su compañero de experimentos, ese mismo orgullo que siempre le impedía admitir en voz alta que era un imbécil.

Se sentía algo culpable por no devolverle el diario al chico, pero —según el— el le daría un mejor uso. Si el chico quería el diario, tendría que ganárselo.

Independiente de todas las "supuestas" cosas que el menor le contó que había hecho la primera vez que se encontraron.

Ahora le tocaría demostrar la veracidad de los hechos.

—Ya veo...— suspiró el menor —Por... Por lo menos... ¿Puedo... Puedo acompañarlo en sus investigaciones?

Preguntó de una manera muy tímida. Lo cual le pareció muy tierno al mayor, e incluso le recordaba que Dipper seguía siendo un niño, y uno con no mucha confianza.

—Puedes. Sí quieres puedes hasta venir a mi laboratorio, solo tienes que prometerme que no tocarás nada— 

A Dipper se le iluminaron los ojos.

Llevaba mucho tiempo queriendo hablar sobre investigaciones con su tío, bueno, con mucho tiempo se da a entender "desde que lo conoció, hace casi tres días". Aún así, había querido hablar con el autor de los diarios desde que encontró el tercero.

Estaba a punto de aceptar la invitación de su tío, hasta que un ruido lo interrumpió.

Ese ruido provenía de su estómago, pidiéndole a gritos algo de alimento.
Esto hizo que Dipper se sonroja se inmediatamente.

A Ford se le formó una sonrisa en la cara.

—Pfff... Primero, desayunemos— dijo Ford, intentando no soltar una carcajada.
 
Dipper seguía avergonzado. Mal momento para tener hambre.

Tal vez si debió haber desayunado primero.

Yn bradychu'r bradwrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora