Yn bradychu'r bradwr

6

Dipper le sostuvo la mirada, hasta que este se dispuso a hablar.

—Supongo que estás aquí para disculparte con tu hermana....— se dispuso a hablar el mayor, cruzándose de brazos.

Dipper le siguió sosteniendo la mirada, con el seño fruncido.

—Si...— contestó por fin el castaño —Me vengo a dis... A disculpar...

Se tragó el poco orgullo que le quedaba con esa disculpa.

El mayor le dejó pasar y lo guió hacia donde se encontraba su hermana.

Llegaron al cuarto que compartía con ella. Stan se detuvo frente a esta observando al chico, dándole a entender que continuara solo.

Toco la puerta. Recibiendo un "pase" como respuesta.

Abrió la puerta.

Dipper se sorprendió al verla actuar normal con sus amigas, riendo y jugando.

Ella, al darse cuenta de la presencia de su hermano, frunció el ceño.

—¿Qué haces aquí, Dipper?— preguntó, dando a entender bastante bien que no quería al chico allí.

—Mabel... Yo... Yo quería...— al chico se le hacía bastante difícil pronunciar las palabras, estaba molesto, muy molesto. Pero supuso que el plan de Bill era que fuese dócil, tenía que actuar como si de verdad hubiese hecho algo malo. —... Qui-Quiero.... Dis... Disculparme...

La chica se limitó a observar al chico con una ceja levantada. Se levantó del piso, donde anteriormente estaba sentada y se acercó a Dipper.

—Vaya... parece que al fin comprendes lo que hiciste, Dipper. Pero eso no quiere decir que te disculpe. Arruinaste la oportunidad de mi vida, el amor de mi vida. No quiero volver a verte, así que no compartiremos cuarto nunca más, puedes ir recogiendo tus cosas y llevarlas a ese otro cuarto que queríamos antes. Empezando por esto— tomó la gorra de Dipper y la tiro al piso. —No te quiero ver cuando te lleves tus cosas. Ya vete.

El castaño apretaba su puño muy fuerte, y sin darse cuenta sus heridas se volvieron a abrir.

Se dió la vuelta y vió como su tío también estaba sorprendido por la actitud de la chica. Pero su cara cambio en el momento al recordar lo que el chico había hecho.

Dipper salio de la habitación actuando triste y melancólico, pero por dentro.... oh por dentro estaba más que enojado. Sorprendido por la actitud de su gemela, herido por sus palabras, traicionado por sus acciones.

Fue a la que ahora era su habitación. Estaba seguro que su tío cumpliría el capricho de su gemela, siempre la consentía.

Abrió la vieja puerta y entró. Pensó que no podría ser tan malo, pues, ya no tendría que soportar a su gemela.

Cerró la puerta y se acostó en la cama. Estaba algo dura, pero estaba seguro que se acostumbraría.

Sacó el diario que escondía dentro de su abrigo y se dispuso a leerlo otra vez. Se quedo asi por horas, hasta que se dio cuenta de que ya era bastante tarde.

Dispuesto a irse a dormir, dejó el diario encima de una mesita al lado de su cama y apagó la luz. Pero no pudo no cerrar los ojos, pues, una voz le interrumpió.

—Pino— llamó.

El chico de inmediato se reincorporo en la cama, medio sorprendido por la repentina aparición del amarillo.

—No te asustes, corazón. Solo vengo para poder iniciar con el plan— explicó tranquilamente.

Dipper perecía dudar si hablar o no.

—Bill..— susurró llamándole.  El mencionado se limitó a observarle mientras este continuaba —...¿Qué es lo que planeas?...

—¿Curioso?— el chico asintió tímidamente, dándole a entender que continúe —No te apresures, Pino. Hasta el momento lo único que te puedo decir, es que saldrás beneficiado de todo esto. Eres mio, y yo cuido lo mio.

Lo último dicho le provocó un escalofrío al niño.

—No soy tuyo, Clave.— reclamó.

Una sonora carcajada resonó en la pequeña habitación.

—Oh, Pino, Pino... Lo eres...—

El chico no se molesto en volverle a reclamar, tenía más que claro de que Bill tenía razón. Aún que no quitaba que le irritase su jodida actitud.

—Bueno, lo único que venía a decirte era que, como lo suponías, seas dócil. Quiero que de alguna u otra forma consigas la confianza de tu tío Ford. Y creo que ya deje claro que no quiero que digas absolutamente nada de esto, niño.—

Esta vez, la advertencia fue tranquila, sin amenazas de por medio. Lo cual el chico agradeció.

El misterioso ser volvió a desaparecer sin despedirse. Al chico no le molestó para nada, ya se estaba acostumbrando, para bien o para mal.

Procedió a volver a recostarse en la —incómodamente dura— cama. Vencido por el sueño, se durmió.