Capítulo III~"¿AMIGOS?"

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Riiiiiiin, Riiiiiin, Riiiiiin

— Jodeeeeeeeerrrrr con el despertador este — grité. Yo soy la culpable de que suene a las 8:00 en punto, la mañana anterior había decidido levantarme temprano para trabajar en mi proyecto, no obstante, no había pensado irme de juerga hasta las 5:00 y pico de la madrugada con mis amigas como si tuviera 18.

Riiiiiiiin, Riiiiiin.

— Ok plasta, ya voy.

Apagué de un manotazo el molesto despertador y miré a mi alrededor, todo estaba tal cual lo había dejado cuando decidí mudarme a vivir con Rodrigo, primero a un edificio aquí en Londres y luego a la casa de Maui (no había querido cambiar nada, para poder recordar la época en que fui completamente feliz).

Las paredes eran de un rosa intenso combinando con las cortinas de princesa de un rosa claro con blanco, la mesa instalada por mi padre en un rincón a la derecha (muchas fueron las noches de desvelo para estudiar con la intención de poder aprobar los cursos. Recuerdo estar sentada con la lamparita en forma de corazón iluminando mis apuntes mientras sobre la mesa lisa ponía todos los materiales a utilizar), la mesita de la lámpara comprada con mi sueldo después de haber vendido mi primer libro a los 20, un closet enorme carmelita casi negro, con dibujos de flores de arriba abajo bordeando sus puertas con manillas plateadas en forma de delfín, mi madre había insistido en comprármelo diciendo que una joven como yo necesitaba un gran guardarropa para almacenar las últimas colecciones de moda, aunque yo nunca fui de esas chicas y para el final mi graaaann cama de matrimonio con cuatro columnas a cada lado y un techo sobre estas, con cortinas blancas-celestes a los lados para cubrir la cama y tener más intimidad, cómo en las películas (cuando vi la cama me quedé fascinada y hasta no obtenerla no cesé en mi empeño), un colchón de lo más suave, con dos almohadas muy blanditas, me parece estar durmiendo en una nube.

Ver todo esto, me habría hecho sentir nostálgica en otro momento, pero ahora mismo tengo una jaqueca enorme. Me levanté despacio y me miré en el espejo, mi reflejo me dió tal susto, casi me muero en el acto; me veía horrible como uno de esos bichos horrorosos de las películas de terror. Tenía los ojos rojos e hinchados por el poco dormir y la borrachera, el pelo enmarañado y revuelto me caía por el rostro, y para rematar el maquillaje se me había corrido por toda la cara, habría matado y enviado de nuevo, directo a la tumba, hasta a un muerto.

Decidí no coger lucha, fui al armario saqué un suéter rojo sin adorno y una licra negra de lo más cómoda; me dirigí a la ducha, eso me relajará y quitará el mal de cuerpo, espero. Al salir bajé a la cocina, necesitaba una taza de café enseguida y comer algo para poner en marcha los motores; al entrar me encontré al primer hombre del cual me enamoré cuando aún era un bebé, mi padre, Alexander Montenegro o Alex como le gustaba que le dijeran, un hombre fuerte de 60 años, con un rostro duro pero bondadoso a la vez, salteado por algunas arrugas , la mirada pícara la cual mi hermana había heredado y el pelo rojizo con algunos mechones plateados por la edad, platicaba animadamente con mi cuñado Oliver McAlister de 27 años, un hombre fuerte(como veis a todas las Montenegro nos gustan los hombres bien formados), bondadoso e inteligente, él había estado tras mi hermana desde el instituto, al cual ella por gordo y feo(en aquella época era así) había ignorado, pero con el paso del tiempo y luego de volver como médico de Nueva York donde había ido a estudiar la carrera y de haber mejorado físicamente, logró que mi hermana se enamorara de él y comprendiera más o menos que el exterior no es lo importante sino el interior.

— Éstas si son unas maravillosas vistas para disfrutar — les dije llamando su atención.

— Mi preciosa princesa — me dijo mi padre. — Ven, siéntate con nosotros, estamos hablando del bebé.

TÚ ERES MI AMOR VERDADERO~ Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora