El domingo, Felipe decidió ir a la playa, caminó por allí y dejó que sus pies se mojaran con el agua. Hacía calor, pero, sobre todo, sentía un calor interno, una pequeña llama encendiéndose en su pecho que le dibujaba una sonrisa bobalicona que no podía borrar.
¿Acaso estaba enamorándose? ¿Cómo sucedió aquello?
No podía evitar pensar que el sábado había sido el mejor día en muchísimo tiempo, de hecho, jamás pensó poder volver a sentirse así. Las sensaciones fueron más intensas incluso de lo que recordaba.
Azul era una muchacha maravillosa, era un alma libre y amorosa, una persona sin máscaras, trasparente, directa, cariñosa y espontánea. Lo que había sucedido el sábado entre ellos había sido similar al efecto que produce una colilla de cigarrillo en medio de un bosque aquejado por la sequía. Algo había ocurrido entre ellos, una chispa que creo un incendio, un fuego que los absorbió a ambos.
Felipe sabía que debía hablar con ella del tema, pero no estaba seguro de qué debía decirle al respecto, ¿qué podía ofrecerle? ¿Qué querría ella? Era claro, pues lo había dicho, que no era chica de una sola noche, y suponía que quizás estuviese afligida preguntándose si acaso habían hecho lo correcto.
Estaba aturdido, así que decidió que el lunes, iría a primera hora al hogar a conversar con Felicita. Después de todo no tenía a nadie más con quien hablar en ese momento, contárselo a Inés no era buena idea, sabía que no sería parcial y solo lo empujaría a avanzar sin que él estuviera seguro de querer hacerlo. Y no deseaba lastimar a Azul, si había algo que tenía claro era que no deseaba lastimarla.
Al día siguiente, llegó al hogar. Eran cerca de las nueve, quiso ir antes, pero le pareció que Felicita podría estar dormida aún, así que esperó una hora más prudente. Al llegar, pasó por el salón, deseaba verla y sabía que era su hora de clases.
Allí estaba, vestida con un mameluco de jean, una blusa rosa chicle al cuerpo y el cabello sujetado en una coleta alta. Bailaba bachata con un señor mayor, y no pudo evitar rememorar su cuerpo desnudo pegado al suyo mientras le enseñaba a hacer el paso característico de aquel ritmo en medio del campo.
Sonrió.
Ella dio una vuelta y sus miradas se cruzaron por un minuto.
Ella también sonrió.
Felipe caminó hasta la habitación de su yeya y luego de golpear, ingresó. Tenía el disco escondido en una mochila y estaba vestido con un jean y una camiseta de color blanca.
—¿Cómo estás? —saludó la mujer.
—Bien, vine temprano porque quería hablar un poco contigo.
—Qué casualidad, yo también —dijo Felicita—. ¿Quién comienza?
—¿Qué es? —preguntó él—. Empieza tú... —dijo con una sonrisa.
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Quiero bailarme la vida contigo
Romance*** NOVELA PUBLICADA EN AMAZON, AGOSTO DE 2021 *** Azul tiene una forma muy especial de ver la vida, a ella le encanta encontrar el lado bueno de las cosas incluso cuando estas parecen no tenerlo. Su vida es sencilla, es profesora de danza y en sus...