🐨🐺

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Y el tiempo pasó. Junkyu finalmente tuvo el valor de denunciar y gracias a la influencia de sus suegros aquel hombre obtuvo una condena de 45 años en prisión. Es realmente lamentable que haya tenido que acudir a ellos para que pudiera hacerse justicia, pero la realidad es que es la única manera.

Los oficiales lo encontraron casi moribundo en la misma casa donde Haruto y Junkyu vivían antes. Jihoon aseguraba que se lo merecía y que estaba enormemente agradecido con quienes sea que lo hayan dejado así. Después de todo nadie se enteraría.

Los padres de Haruto le entregaron a Junkyu la casa que por herencia le correspondía a Haruto por parte de su difunta abuela. Junkyu la tomó, pues no quería volver a aquella casa donde aunque tenía algunos bonitos recuerdos, también tenía el sabor amargo de que fue donde Haruto estuvo en sus últimos días. Era una casa grande, con muchas habitaciones y un enorme jardín que pronto fue llenado con un montón de juegos que los abuelos compraron para sus nietos, además de un área de convivencia, perfecta para comer afuera y relajarse. Junkyu empezó a trabajar para la empresa de sus suegros como traductor, y debido a sus hijos, trabajaba desde casa con un sueldo muy bueno.

Sus padres lo visitaban constantemente para convivir con él y con sus nietos. Sus amigos también lo visitaban, pero sólo cada fin de semana, pues su agenda se apretaba por sus trabajos y la casa de Junkyu estaba algo lejos a decir verdad.

Pero quien seguro estaría ahí todos los días era Jeongwoo. Para los niños ya era normal verlo ahí y cuando no estaba siempre preguntaban por él.

Sin duda la vida de Junkyu había cambiado muchísimo y estaba muy agradecido por eso.

Ahora sus hijos tenían tres años cada uno. Se la pasaban en el jardín jugando en el sesped, caminaban de un lado al otro y se perseguían jugando entre ellos. Junkyu los miraba desde la sombra donde también estaba su suegra que aquel día había ido a dejar algunos regalos para sus nietos y uno muy especial para Junkyu, era una pintura de él que Haruto había pasado noches haciendo pensando en que la tuviera algún día.

— Hola Junkyu. — llamó Jeongwoo llegando al jardín con una rebanada de pastel. — Señora Watanabe, lo siento, no la vi.

— Descuida, querido ¿Cómo estás?

— Estoy bien, gracias. La maid dijo que traería algunas bebidas, si me disculpan, iré a ayudarle. Junkyu, traje esto para ti. — Jeongwoo le entregó la rebanada de pastel. — Es de tu favorito.

Junkyu lo abrió inmediatamente percibiendo el olor del chocolate. Amaba los postres y cuánto más dulce mejor. Haruto solía comprarle muchos todo el tiempo y enviárselo en anonimato hasta que un día simplemente lo encontró con aquel postre que estaba a punto de esconder en su casillero.

— Gracias Woo. Siempre eres tan lindo conmigo.

La madre de Haruto miró a Jeongwoo y la manera en que veía a Junkyu le recordó tanto a la manera en que incontables veces su hijo miraba al castaño.

— Ahora vuelvo. — dijo poco después de salir de su transe.

Junkyu regresó su mirada a su pastel y volteó a sus hijos llamándolos para darles también. Le ofreció a su suegra, pero esta sólo negó agradeciendo, y en su lugar se encargó de limpiar a sus nietos cada que recibían un trozo, pues solían tirar en sus ropas y manchar al rededor de sus bocas.

— Jeongwoo siempre ha sido un buen chico. Se nota que te quiere mucho y a mis nietos. Ellos también lo quieren mucho. — comentó su suegra.

— Woo viene todos los días y juega con mis hijos, platicamos un rato y al caer la tarde se va. — respondió Junkyu probando él un poco del pastel. Sus hijos ya no quisieron más y regresaron a seguir jugando.

"Lies"- [HaruKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora