Trono

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 -Si vuelvo a ver esa lanza en la cama- anunció el príncipe del tercer círculo a su consorte –Voy a mandar destruirla y esta vez será eterno.- Beelz no obtuvo una disculpa del ángel pretencioso que vestía una camisa mal abrochada color lavanda y miraba por enésima vez las tarjetas que había escrito él mismo. Era la tercera vez que una misma tarjeta se presentaba. –Lo mismo va para esas malditas tarjetas- Gabriel apenas levantó la vista para dirigir una sonrisa a su amante quien malhumorado firmaba ciertos papeles para permitir el acceso de demonios menores a los calabozos más antiguos, tiempos difíciles requerían las medidas más extremas y siempre era mejor ver a un demonio azotando a un alma que dejarlo corretear por ahí en busca de problemas.

-"Profecía treinta y cuatro"- leyó Gabriel –"Preciosas y terribles, dos estrellas caerán a la tierra. Será el final de una era y el inicio de otra" ¿Te recuerda algo?- Beelz bufó antes de arrojarle a su consorte un folder negro con algunas manchas que presumiblemente eran sangre.

-Esto necesita tu firma, no la celestial, hemos perdido más papeleo por tus errores que por administración en el último siglo- el arcángel soltó la tarjeta junto con un suspiro. La costumbre pesaba más que otra cosa y aún no lograba que sus manos y mente relacionaran su nuevo nombre con su persona. Beelz tuvo que ayudarlo a desarrollar una nueva firma basada en fuego antes que en gracia, lo mejor que pudieron conseguir luego de varios intentos fue una runa de aspecto irregular que Gabriel selló con un rayo.

Era lo mejor que tenía, rayos para apartar a la multitud, un arma que en el mejor de los casos iba a defenderlos cuando el momento llegara. La electricidad viajó por la mano del arcángel y terminó golpeando el punto donde estaba su nombre. Bee se estremeció cuando su consorte puso en el escritorio el folder, el cabello negro se levantó cuando sus dedos comprobaron la firma, un efecto que hizo a Gabriel sonreír. La estática en el cabello del demonio se acrecentó cuando en un descuido el arcángel bajó la cabeza para encontrar con su boca la de Bee, sabía a fresas del desayuno y a miel.

-¿No estabas muy ocupado con tu profetiza humana?- dijo Beelz con una bonita sonrisa, sus colmillos resplandecieron en búsqueda de otro beso, quizá algo más pero con cierto desaire contempló como su consorte se alejaba hacia la caja de tarjetas, por su parte continuó firmando permisos y poniendo especial atención a la ciudad que pensaba construir en la tierra, quizá no vería la luz pero era mejor enfocarse en eso que dormirse y volverse estatua.

Gabriel dio varias vueltas a las tarjetas solo para volver a toparse con la misma profecía. "Vamos Agnes, no estás ayudando", como si el alma de la profetiza no estuviera contenta con su pensamiento arrojó una tarjeta que hizo a Gabriel suspirar con cierto dolor, el ala rota seguiría allí hasta el verdadero final de los tiempos, un dolor crónico que los dedos de Bee no tocaron por miedo a despertar los efectos del castigo pasado.

Por debajo de la tela, el nuevo príncipe de los infiernos sintió la piel de la espalda arder, solo era un recuerdo pero uno muy vívido, no tuvo el valor para contemplar el resultado en el espejo, no era necesario, al lavarse y ponerse la ropa era capaz de sentir una serie de tubérculos en algunas partes y líneas largas y gruesas que elevaban su piel. Tal como muchas cosas en el Infierno, era mejor no mirar.

"Ángel Ciego"

Agnes seguía llamándolo así a pesar del tiempo que llevaba muerta y del cambio de circunstancias. El palacio al que había llamado jaula era ahora una prisión cercada por soldados, Lucifer mantuvo los ojos y oídos sobre ellos, alejó a Dagon lo suficiente como para que se encontraran solo en público, en silencio Beelz agradecía que el demonio pelirrojo siguiera vivo a pesar de los eventos pasados.

Lo menos que merecían los traidores era la muerte, Lucifer los había dejado vivir pero a un alto costo. Los ojos azules del demonio se dirigieron al arcángel que por fin se había decidido a soltar las tarjetas.

PURGATORIUM  (Ineffable Bureaucracy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora