Narra Fabio: No quería estar con ella, pero tal vez ella me hiciera olvidar a Sabrina diciéndole a su amiga que se acercara a mí, vi que ella me ignoraba en el momento que más necesitaba de alguien, tal vez ella no sabía cómo tratar a un hombre, así que le pregunte lo que ningún hombre le preguntaría a una mujer.
-Isabela, ¿has tenido novio? Ella me miró dejando su libreta caer al piso, tardó tiempo en responderme, hasta que se decidió pero la interrumpí —creo que la respuesta es obvia Isabela, no has tenido. —claro que sí. Dijo enojada. —lo siento si te ofendí. —no me has ofendido porque si he tenido varios novios, solo que mis relaciones no demoran tanto. Respondió a la defensiva. —tranquila Isabela, no te estoy atacando. —ya mejor hagamos los ejercicios, tengo otras cosas que hacer en un rato. —está bien.
Mientras ella me explicaba, se sentía intimidada, le hice saber que no le entendía a lo que me explicaba — ¿puedes ir más despacio? No le estoy entendiendo Isabela. -¿a que no le entendiste? Dijo decepcionada. —lo siento, lo mejor será que me vaya de todos modos voy a reprobarlo. Levanté mi libreta y lápiz y caminé hasta llegar a la puerta, en ese instante ella me gritó -¡detente Fabio! No te vas a ir así, te voy a ayudar a que pases tu examen. —no Isabela, para que voy a estudiar si lo voy a reprobar. —te voy a decir algo, si te gusta Maritza pasa el examen a ella no le gustan las personas que mandan todo a la madre. —está bien, me quedó si me cuentas más de ella. —pero antes tú me explicaras lo que te haya dicho.
Isabela comenzó a explicarme, hablaba tan gracioso que solo le sonreía para que lograra una sonrisa en ella pero me resultaba difícil, a ella no le gustaba el relajo como a mí, así que me aplique a ella, de pronto ella comenzó a reírse -¿Qué pasa? —soy una estúpida, me equivoque todo salió mal. —tranquila, dejemos esto así por hoy, todavía nos quedan unos días. —ya es tarde, ya van a dar casi las 8 de la noche, es mejor que te vayas no tardan en venir mis padres del trabajo. —no me iré tú me dijiste que me ibas a contar algo de Isabela. Escuché el ruido de un auto, sabía que eran los padres de Isabela, lo único que esperaba era que ellos no fueran estrictos porque me correrían de su casa porque era ya tarde y no sabría sobre los gustos de Maritza.
Isabela me tomó de las manos y me llevó a la puerta, en ese momento entraron los padres de ella, Isabela comenzó a ponerse nerviosa, Yuridia y Gabriel estaban confundidos al verme, Isabela les dijo que ya me iba -¿Quién eres muchacho? Me preguntó su padre. —me llamo Fabio Castañeda. Yuridia miró a su hija fijamente, no le dijo nada. —adiós Fabio, mañana nos vemos en la escuela. -¿Por qué no te quedas a cenar? Me dijo Gabriel. —si hijo, quédate a cenar. Los padres de Isabela querían que me quedara pero ella no, aun no entendía que era lo que pasaba. —está bien Fabio quédate, ellos son mis padres Yuridia y Gabriel. —mucho gustó. Di mi mano a ambos. Yuridia llamó a su hija, mientras yo me quedaba con Gabriel en la sala viendo un reportaje de peces marinos.
Yuridia platicaba con su hija, ella estaba muy feliz yo fui a lavarme mis manos cunado escuche algo que me dejo muy desconcertado -¿Cómo le hiciste para que el estuviera aquí? —mamá déjame, se va a dar cuenta de lo que siento por él. —si él está aquí, es por algo, trátalo y no lo pierdas. Isabela me vio en la puerta parado escuchando lo que decía. —perdón, ¿puedo lavarme mis manos? Isabela puso su mano en su cara, ya sabía porque era tan extraño su comportamiento hacia a mí. Y sabía que le había hecho las cosas mal, ya que ellas eran amigas. Isabela se sentó frente a mí, su madre estaba muy apenada con su hija, yo no quise incomodarlas más, traté de comer rápido para irme, pero Gabriel comenzó a platicar conmigo —y dime ¿A dónde te vas a ir de vacaciones? —aun no lo pienso, mis padres siempre me llevan sin pedirme mi opinión. —papá déjale de preguntar cosas, por favor. —solo quería hacerle platica a tu amigo. —nosotros iremos a Buenos Aires, en un par de semanas. Respondió Yuridia. —que bien, yo no he estado allí, me gustaría conocerlo. —Fabio ya es algo tarde, tus padres te van a regañar. —pero si apenas son las 9, ¿quieres que te lleve a tu casa? —no gracias, vivo cerca de aquí. —está bien. —ya vete Fabio. —adiós y gracias por la cena.
-mañana nos vemos Isabela. —si mañana nos vemos. —hace algo de frio aquí afuera. —si. —adiós. Le di un abrazo de despedida, con las luces de Lacalle pude ver su rostro enrojecido —adiós Fabio.
Narra Isabela: no sabía lo que iba a hacer ahora, él ya sabía lo que sentía por él y sabía que una de mis mejores amigas le gustaba, no sabía qué hacer si decirle a Maritza lo que sentía por él, o que, ella estaba muy enamorada de él y esperaba una oportunidad para estar junto a él. No quise ser mala persona con ambos, mañana Maritza sabrá lo que siente Fabio por él, algún día me llegará el amor.
Llegue al salón de clases, vi que a lado de la silla donde me sentaba estaban unos libros y lápices de alguien que no eran ni Clara y ni Maritza. Tocaron el timbre y lo vi, Fabio se sentó junto a mí, en ese instante mi corazón estaba acelerado, traté de no ilusionarme tal vez se habrá sentado aquí porque ya no había lugares en otra parte del salón, sabía que era tan popular que para este día ni siquiera se acordaría de mí y de que teníamos que vernos para estudiar.
De pronto el me habló —hola Isabela, luces muy bien el día de hoy. Sentí que me coqueteaba pero deje que mis sentimientos y emociones no resaltaran —hola. —oye hoy saliendo de clases a tu casa. —está bien, pero ya no te quedes tan tarde, mi familia me regaño. -¿no les caí bien? —creo que no, me echaron pestes de ti, cuando te fuiste. -¿Por qué no estudiamos mejor en mi casa? —no. —nada te parece Isabela. —que sea en mi casa, era broma lo que te dije, les caíste muy bien a mis padres. —me habías asustado, yo siempre les caigo bien a todos. Maritza nos vio platicar y se enojó —Maritza esta celosa, piensa que te voy a arrebatar de ella. Fabio soltó una sonrisa que dejaba resaltar sus dientes blancos. —debería estarlo, eres una chica muy guapa y simpática. —ok.
Salimos a receso, Maritza se acercó a mí muy enojada —te pasas, sabes que Fabio me gusta y tú le estas coqueteando. —estas equivocada Maritza, él me contó algo que a ti te conviene. —pues dímelo, habla Isabela. —el terminó con Sabrina. Se lo dije tan a la ligera como si no me importara. -¿enserio? dijo Maritza muy emocionada. —habla más con él, y cuéntale de mí, por favor Isabela. —está bien, debo ir el baño, hablamos al rato. Me vi en el espejo, traté de que no me salieran esas lágrimas que me hacían ver fea, me pregunté que había hecho esta vez -¿Por qué lo hiciste Isabela? ¿Por qué te enamoraste de ese tipo? Pronto serán vacaciones y ya no lo volveré a ver, tal vez pueda olvidarte durante este tiempo.
Fabio tenía un chocolate en barra, me senté y me lo dio —toma Isabela. —gracias, pero detesto el chocolate. -¿enserio? —sí, pero haré una excepción esta vez, nunca antes alguien me había regalado un chocolate. -¿ni siquiera algunos de tus novios? Isabela se puso nerviosa, Clara estaba detrás de ella -¿Cuáles novios Isabela? Tú ni siquiera has tenido uno. Me levanté y tiré el chocolate al piso. —ya viste lo que acabas de hacer. —no quería que te mintiera, es mi amiga pero vi que te coqueteaba. —estás loca, ella me estaba hablando porque me ayudara en el examen que tengo que hacer mañana. —de todos modos, no dejaría que una de mis amigas le quitara el novio a otra. Fabio salió para buscarme, estaba llorando cerca de la cafetería —tranquila, yo sé lo que sientes por mí, y creo que también siento algo por ti. —solo lo dices para no hacerme sentir mal, déjame sola. —eres mi amiga y me preocupas, tú quieres que este con ella para que tu estés feliz, ¿quieres que lo haga? —no, me gustas y está mal que lo diga, me voy. Corrí en un lugar donde el jamás entraría al baño. Lloré como una estúpida por haberle dicho lo que sentía, sabía que después de esto iba a perder todo, mis amigas y el aprecio de él. Agarré un poco de agua y la puse en mi cara, no quería que nadie notara lo que me sucedía. Fabio estaba esperándome a fuera —me dejaste... -lo siento Fabio. —no temas Isabela, no sé qué decirte apenas te conozco. —yo no quiero que andes conmigo. -¿entonces? —solo hazla feliz, ella te quiere y tú la quieres. Dije llorando. El me miró con sus ojos llenos de lágrimas, las lágrimas comenzaron a cubrir su rostro, lo abracé sin pensar en lo que dijera Maritza. —lo mejor es que ya no nos veamos más Fabio. —yo quiero seguir tratándote independientemente si llegara a tener alguna relación con Maritza. —mañana es el examen y en 5 días son las vacaciones, terminando el examen ya no habrá ningún trato entre nosotros.
Caminé lentamente, él me tomó de la mano y me jaló hacia él —yo no quiero que esto se acabe Isabela, me caes muy bien, eres la primera mujer conozco que me dice las cosas tal cual, alguien más soportaría cualquier cosa para hacerme feliz y estar a su lado. —gracias por tu sinceridad, pero lo mejor es no volvernos a hablar, ya no vayas a mi casa hoy, entre menos comunicación tenga contigo estaré mejor. —está bien, solo que yo no voy a andar con Maritza para complacerte. Me sentía destrozada pero mi ánimo se levantó cuando lo escuché decirme eso. —haz lo que quieras. No volteé a verlo. Regresé al salón y mi chocolate estaba en mi silla con una nota —hoy iré a tu casa saliendo.
ESTÁS LEYENDO
Volverte a ver... porque el amor nunca se acabo
RomanceVolverte a ver... porque el amor nunca acaba Transcurren los años 70's en Santiago de Chile, esta es la historia de Isabela Herrera una joven de 17 años. Ella enfrentará al amor como nunca antes lo había vivido con dolor, alegría.