Caminamos por la orilla de la playa, después de seguir platicando regresábamos amaneciendo al hotel, pensé que mis padres me matarían y estarían preocupados por no haber llegado a dormir, pero no me importaba nada, sabía que en unos minutos iba a dejarlo, quería gritarle que no me dejará, no quería que me dijera adiós, quería que me tuviera entre sus brazos y nunca me soltara. No quería caer en el amor de nuevo, lo solté y me metí a mi habitación, me daba igual si lo volvía a ver, lo único que quería en ese momento era estar sola y no pensar en Fabio. Cuando llegue mis padres estaban tirados en el piso, habían llegado ebrios de la fiesta, por esa parte me sentía tranquila, ya no iban a regañarme. Me acosté, quería olvidar todo.
Ese día en Santiago de Chile.
Narra Fabio: había ido a la casa de Isabela para despedirme esa mañana, la puerta estaba cerrada pensé que tal vez habían ido a comprar o algo así, escribí en el periódico que estaba cerca de mí una nota –perdóname Isabela. Metí por debajo de la puerta.
Me fui de su casa y visité a Maritza la invité a salir y nos la pasábamos muy bien, de pronto me di cuenta que ya pronto serian las 4 de la tarde, ¡demonios! Ya se habrá ido pensé. Me di cuenta en ese instante que lo mío y Maritza no funcionaría yo a quien amaba era a Isabela. –lo siento Maritza, se me hace una grosería hacerte perder tu tiempo. –no te vayas Fabio, no me dejes sola. –lo siento Maritza, eres una buena persona pero creo que lo nuestro no va a funcionar. –no me hagas esto, yo te amo y sé que tu quería que te dijera esto. –claro que lo quería antes de haber conocido a Isabela. –espero que tú y ella no sean felices, ese va a ser mi consuelo no verte con ella. Salí del lugar donde estaba con ella y me fui a la casa de Isabela, tenía puestas todas mis esperanzas en que ella estuviese allí para despedirme, toqué la puerta por varias veces, nadie me abrió por suerte traía un papel y lápiz "Isabela hoy me di cuenta que no puedo hacerlo, no puedo estar con Maritza, me di cuenta que no puedo estar con alguien más que no seas tú, te amo y quiero estar contigo" metí la nota por debajo de su puerta y fui pensando en ella, no sabía qué hacer, necesitaba verla para besarla y pedirle perdón.
La noche comenzó a llover, veía desde mi cuarto las calles lloviendo recordaba el momento en el que la besaba, puse una almohada en mi cara y lloré por ella, la extrañaba mucho ¡Isabela te extraño mucho! No sé qué hacer sin ti. Lloré demasiado aquella vez, la necesitaba y no quería perderla, así que se me ocurrió escribirle una nota por cada vez que fuera a su casa, se me ocurrió visitarla tres veces al día con el fin de darle una sorpresa con las notas que estaban en su casa para conseguir su perdón, salí la mañana siguiente en mi motocicleta, desde lejos Maritza me vio muy enojada. Al verla ella entró muy enojada a su casa, azotó la puerta con todas sus fuerzas. Fui a su casa, toqué su puerta por varios minutos, ella no abrió, si pensaba que estaría implorándole todo el día se equivocó, caminé. Escuche que platicaba con su mamá –él no me quiere mamá, él quiere a Isabela y ella lo quiere. –si tu amiga te hizo una mala jugada debes hacerle lo mismo. –no, yo aquí salgo sobrando, lo mejor será que recuperé mi amistad con ella. –si vas a hacer lo que quieres no entiendo para que me preguntas. Dijo Camila su madre.
Yo me dirigí a casa de Isabela, escribí una nota –perdóname Isabela, te amo. Dejé un pétalo de rosa en la nota, me fui a mi casa, cuando llegue estaba Maritza esperándome –necesito hablar contigo. Estaba tan confundido, ¿de que quería hablar Maritza conmigo? ¿Podría ser algo relacionado con lo que escuche? –te escucho. –me siento mal al venirte a ver, pensé mucho tiempo en venir a verte. -¿quieres pasar? –no, aquí estoy mejor. Vi que le costaba mucho trabajo decirme lo que sentía, vi que tenía ganas de huir para olvidar todo lo que pasaba. –tranquila Maritza. Sus ojos estaban llorosos, trataba de no entrar en llanto -¿Cómo me pides que me tranquilice? Mi corazón ha sido roto. –perdóname, fue mi culpa pero yo tampoco tengo la culpa de no haberme enamorado de ti. –yo te amé desde que andabas con Sabrina y sé que tú me mirabas. –lo acepto, me gustaste desde que andaba con Sabrina y te lo iba a decir con tu amiga pero mientras la trataba me fui enamorando de ella. –eso no es posible, ¿Cómo te vas a enamorar y olvidar a alguien fácilmente? –tu pregunta es muy difícil de responder, lo siento Maritza porque creo que hubiésemos sido una buena pareja si no hubiese tratado a Isabela. –yo quiero mucho a mi amiga, y me eh distanciado de ella y me duele porque la quiero. –perdóname desde que llegue solo eh causado problemas. –los problemas los ocasioné yo, quiero recuperar a mi amiga y quiero ayudarlos a que sean felices. –gracias Maritza sé que te duele mucho esta situación por eso te pido que si te llega a afectar es mejor que me lo digas no quiero verte sufrir. –no lo creo, y si sucede yo te lo diré. –algún día encontraras a una persona mejor que yo que no te haga sufrir, te va a amar más que yo te amé algún día y tú lo vas a amar más que yo. –gracias Fabio. -¿quieres pasar? No me gusta que nadie este afuera. –está bien, pasaré. -¿Qué vas a hacer esta tarde? –creo que nada, mi mamá tiene trabajo y si llego querrá que haga los quehaceres, ¿tú que harás? –pensaba en ir a correr, ¿quieres acompañarme? –no quiero sudar. –vamos, ándale vamos. Dije muy insistentemente. –está bien.
Fuimos a correr, Maritza se notaba que era su primera vez haciendo ejercicio mientras corríamos ella se quedaba se quedaba hasta atrás, estaba sedienta –necesito agua. Dijo agotada. –tranquila, no llevamos casi nada, apenas salimos de la casa. –ya quiero regresar ya me cansé. –Maritza tienes que seguir. –no puedo, mejor me regreso y te espero en tu casa.
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Volverte a ver... porque el amor nunca se acabo
RomanceVolverte a ver... porque el amor nunca acaba Transcurren los años 70's en Santiago de Chile, esta es la historia de Isabela Herrera una joven de 17 años. Ella enfrentará al amor como nunca antes lo había vivido con dolor, alegría.