Capitulo 2 parte 9

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Los días pasaron, todo volvía a ser igual como antes yo estaba sola, no tenía amigas y Sabrina ya se había ido. Todo me daba igual ya no tenía razones por que vivir. Todo me daba igual. Cuando salía veía a Maritza con Daniel felices tomados de las manos, al parecer ella ya estaba olvidando a Fabio y comenzaba a levantarse. El tiempo comenzó a pasar ya pronto regresaría a clases de nuevo, me di cuenta que mi vientre comenzaba a crecer, era algo raro así que le pregunté a mi mamá –mamá, creo que mi vientre está creciendo, y me he sentido mal estos últimos días. –te voy a llevar con un médico mañana, porque si te ha crecido algo, vamos ahora antes de que llegue a ser complicado.

A la mañana siguiente fuimos con un médico me hicieron varias pruebas y preguntas, al día siguiente me di cuenta que estaba esperando un hijo de Ernesto, puse las manos en mi cabeza no sabía cómo se lo iba a decir a mi padre, me iba a regañar pero no quería mentirles así que les iba a contar toda la verdad que estaba a callando desde que estuvimos en Argentina.

Pensé que el mejor momento era la noche para hablar con él, mi madre me apoyaba pero aun no le decía el nombre del hombre que me había hecho suya. No quería recordar todos esos bellos momentos porque me dolían, no sabía nada de él.

Mi padre llegó con mi madre ambos se sentaron yo estaba muriéndome de los nervios –necesitamos hablar. –está bien hija, voy a lavarme las manos. Gabriel se fue al fregadero, mi madre me tomó de la mano – ¿lista? –creo que sí, espero que me perdonen. -¿perdonarte? ¿Qué debemos perdonarte? Me dijo mi padre. –siéntate. Temía a la reacción que tomaría cuando le dijera todo. –bueno antes que nada les tengo una buena noticia, hace algunos días me sentía triste por la muerte de Fabio ya estoy comenzando a superarlo. –eso es una buena noticia Isabela. Dijo mi padre. –gracias, ¿recuerdan al joven con el que salía en Argentina? –sí, que tiene que ver con nosotros. Dijo muy confundido.  Puse mi mano en mi cabeza tratando de no perder el control –él fue mi novio, sé que todo paso muy rápido yo estaba muy confundida antes de que saliéramos de aquí, aún estaba enamorada de Fabio y quería olvidarlo, y pude olvidarlo gracias a Ernesto, nos enamoramos muy rápido ambos compartimos muy buenos momentos, y en uno de ellos tuvimos relaciones, no pensé que las cosas llegarían muy lejos hasta que hace algunos días vi que mi vientre comenzó a crecer, ¡estoy embarazada! -¿y dónde está el ahora? ¿Él sabe de tu hijo? Me dijo mi mamá. –no lo sé, lo único que sé es que vive en Montevideo Uruguay. Recordé que él me había dado un papel con su dirección –espérenme. Busqué entre mis cosas y encontré el papel que él me había dado. –aquí está su dirección. Le di el papel a mi padre. Él me miró triste –hija, no se ve nada. Recordé que había arrugado el papel cuando él me lo había dado. –no puede ser, ahora el nunca sabrá que será padre. –claro que si lo sabrá. Dijo mi madre tratando de levantarme el ánimo. -¿Cómo Yuridia? Preguntó mi padre, vi que le afectaba la situación comprendí que quería verme feliz. –iremos a Montevideo Uruguay en unos meses, quiero verte feliz, ya mucho has sufrido Isabela. Dijo Yuridia. –gracias mamá, recuerdo que él me dijo que su padre tenía un hospital o clínica geriátrica, no recuerdo muy bien.

Los meses siguieron pasando, regresé a la escuela todos mis compañeros me odiaban, no tenía amigos, pero eso no me importaba estaba esperando un hijo de Ernesto y solo era cuestión de tiempo para volverlo a ver, pronto seria la mujer más feliz, en unos días mis padres viajarían a Montevideo para decirle a Ernesto lo que ocurría conmigo.

Una mañana mis padres se despidieron de mí –hija te has de quedar sola por unos días, quiero que te cuides en nuestra ausencia, te prometo que tendrás aquí a Ernesto. –gracias mamá, no sé qué haría sin ustedes en estos momentos. –solo promete que no dejaras de ir a la escuela. –te lo prometo. Le di un beso y un abrazo a ambos –gracias. Lloramos los tres, tenía muchos años que no nos dábamos un abrazo de familia. Me sentí muy feliz, lo mejor venia en mi vida, solo faltaba esperar.

En ese instante mis padres partieron, me sentía muy sola pero solo era cuestión de días.

Yuridia y Gabriel habían llegado a Montevideo una tarde, les pareció ver a Ernesto así que lo siguieron, pero alguien los seguía a ellos, eran unos asaltantes. Bajaron del carro a ambos y les dispararon llevándose todo. Sus cuerpos estaban tendidos en la calle, hasta que la policía dio con sus paraderos, al poco tiempo Isabela recibe la noticia de que sus padres habían muerto y debía ir por sus cuerpos a Uruguay.

Subí al primer avión, quería creer que todo se trataba de una simple confusión, necesitaba verlos y darles un abrazo, pero no se pudo cuando llegue ya los tenían en lapidas listos para ser sepultados. Al verlos mi corazón se rompió, todo lo había perdido, estaba sola en este mundo de maldad. Los llevaron al cementerio pedí que los sepultaran junto al otro, no quería caer en la depresión tenía que levantarme por mi hijo pero de que servía, estaba en el país donde vivía su padre pero jamás daría con él, tomé el primer avión a Santiago.

No entendía porque la vida estaba quitándome a todas las personas que quería, ¿que había hecho para sufrir tanto? Era la pregunta que me hacia todos los días, y la vida siguió dejándome caer pero me levante después de perder a mi hijo.


Volverte a ver... porque el amor nunca se acaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora