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-Soy Park Sung-hoon, tengo veinte años, me puedes decir Sunghoon si se te hace más cómodo, pero también me puedes llamar el amor de mi vida -el pelinegro le guiñó el ojo izquierdo de manera juguetona, sintiéndose satisfecho con su acción al ver el bonito sonrojo que seguía decorando las tiernas mejillas del rubio.

Dios, Sunghoon tenía tantas ganas de tomar en sus dedos aquellas gorditas y tiernas mejillas que poseía el rubio para admirarlas y darle uno que otro apretón sin dejar de mirar en todo momento los hermosos ojitos que tenía el pequeño.

Pero no podía hacerlo, no tenía la suficiente confianza para llegar a ese extremo, y por más coqueto y atrevido que puede parecer Sunghoon, el jamás sería capaz de faltarle el respeto o hacer algo que el chico no quiera sin su debido permiso.

"Asi que su nombre es Sung-hoon. Su nombre es atractivo al igual que el." Pensó Sunoo sin poder evitar que sus ojitos se volvieran dos media lunas.

Entendió su mano, y Sunghoon captó el mensaje rápidamente, para estrecharla con la del contrario, mostrando una sonrisa tímida antes de presentarse.

-Soy Kim Sunwoo, tengo dieciocho años, y me puedes decir Sunoo aunque me gusta mucho cuando me dicen Ddeonu.

La última palabra la dice dulcemente, tal y como siempre le gusta hacer, después de todo era su apodo favorito y le parecía muy adorable para si mismo.

-Eres tan adorable, Ddeonu -confesó Sunghoon con una sonrisa, pidiendo permiso con la mirada para sentarse al lado del rubio quien aceptó sin duda.

Aquel pelinegro había llamado su atención desde que se acercó hacía el y le hablo.

Sunoo chillaba de felicidad en su interior al escuchar la atractiva, gruesa y ronca voz del pelinegro decir su apodo favorito.

Sintió que su corazoncito quería salir de su pecho, se sentía demasiado de feliz y especial ese día que todo le parecía tan irreal, deseaba en su interior que no sea un sueño.

Después de todo, tenía la mala suerte que las cosas bonitas no duraban en su vida, y solo deseaba que Sunghoon fuera la excepción.

-Oh, yo vine a molestar y tu estabas tranquilo en tus asuntos, pido disculpas -se muestra arrepentido el pelinegro.

Sunoo hizo un gesto con sus manos que mostraba que no le importaba.

-¡No! Digo, no, no tienes que pedir disculpas por eso, Sunghoon hyung -sonrío amablemente sujetando tímidamente del suéter que usaba el pelinegro para no permitir que se fuera.

De hecho estaba feliz, su día había comenzado aburrido y solitario, hasta que aquel pelinegro se asomó a su mesa como un ángel caído del cielo siendo enviado para eliminar sus días tristes y solitarios.

¿No era muy pronto para pensar de esa forma?

Sunoo no lo sabe, pero tampoco le importa, esa sensación de sentirse protegido y aceptado era lo que le transmitía el pelinegro con cada contacto visual o sonrisa que se daban el uno al otro.

Quería conocer más a Sunghoon, quería que este fuera parte de su aburrida y solitaria vida y quería que se quedara a su lado mientras le seguía transmitiendo esas emociones lindas que nunca antes había sentido con un chico.

𝗰𝘂𝘁𝗲 𝗯𝗼𝘆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora