Capitulo 7: Desentrañando los secretos (parte 2)

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La naturaleza extendida por todo el mundo, tan viva y bella, tan peligrosa y misteriosa, desde bosques verdes con demasiada vegetación y luz, hasta zonas desérticas sin ninguna marca de vegetación, ó también, zonas inhóspitas repletas de peligros de todo tipo, dónde abunda la oscuridad y el misterio, en un mundo tan vasto...

Una fuerza hace que las hojas y ramas de los árboles se muevan bruscamente, cómo si de un viento arrasador se tratase, es Chladiče, quien se encontraba muy cerca de aquel lugar al que tenía que acudir, a aquella cueva, no obstante, recuerda las palabras del bibliotecario: "tienes que se cautelosa por esos lares".
En un misterioso lugar llamado: "El valle de los secretos" una enorme cascada lo adornaba, el agua qué caía era increíblemente cristalina, con pequeños arrecifes en dónde desembocaba, rodeada de manglares, Chladiče bajó de la montura frente a la inmensa cascada, admirando no sólo la belleza del lugar, sino también, buscando aquella cueva.

Mientras Chladiče buscaba en cada rincón, Nieve estaba remojando sus patitas en los pequeños arrecifes, demasiado emocionado por los pequeños peces que en estos se encontraban.

-Ten cuidado, nieve, estos arrecifes pueden ser peligrosos para ti *toma a nieve en sus brazos y comienza a saltar sobre las rocas que delimitan a los arrecifes* ¿si yo fuese una cueva, dónde me ocultaría?- Pregunta mientras sigue observando a su alrededor; un par de segundos después, nieve lanza un ladrido nada imponente, pero llama la atención de Chladiče, en especial porqué este ladró viendo justamente a la cascada.
-¡Claro! *deja a nieve en el suelo* una cueva cómo la que estamos buscando estaría escondida en el lugar más y menos obvio de aquí, ¡Si!-
Da un par de vueltas y saltos en modo de festejo y procede a quedar a escasos metros de la majestuosa cascada.

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Mientras el resto de los heroes tenían una vaga idea de a dónde dirigirse al principio de su travesía, Rezalnik lo tenía claro, pues siempre tenía ese sentimiento de culpa que lo carcomía lentamente, así que su objetivo era claro: "El concejo de los árboles soñantes" hablar con los sabios árboles, le daría claridad y paz.

(El concejo de los árboles soñantes fué por mucho tiempo el soporte vital del imperio soñante, estos tenían la obligación de guiar al monarca del imperio por el mejor camino para el resto de su pueblo, después del fatídico día el reino cayó en ruinas, obligando a los que sobrevivieron, a retirarse a algún lugar dónde no pudieran encontrarlos, mientras tanto el concejo de los árboles soñantes se petrificó justo dónde se encontraban, pues su misión había finalizado)

Rezalnik se encontraba llegando al lugar, una especie de templo con una cúpula en la parte superior y puertas que de madera de roble tallado, las cuáles se encontraban repletas de enredaderas debido al paso del tiempo, Rezalnik se quedó frente a las imponentes puertas un par de segundos, pensando si sería buena idea adentrarse en el recinto, sin pensar un sólo segundo más, empuñó su hacha, cortó las enredaderas y abrió las puertas, una niebla emanaba del interior, Rezalnik se adentró al lugar y se colocó en medio de la sala, alrededor de él, seis figuras humanoides yacían, era el concejo, el cuál se despertó en cuánto Rezalnik se colocó al frente, éstos sin pensarlo dos veces controlaron las enredaderas de las paredes y del suelo para atar a Rezalnik, este, sometido por aquellas enredaderas, cayó incado al suelo, y la niebla lo rodeó rápidamente, dejándolo inconsciente en el piso...

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El viento se dirigía hacía el norte, una especie de brujula para aquellos que se encuentran perdidos, en esta ocasión, Sëmir se encontraba caminando en una dirección desconocida, sin rumbo fijo, sin ningún indicio que diera con su acertijo, sus pies le ardían, parecía cómo si hubiese caminado sobre lava, descalzo, el mismo dolor lo hizo detenerse, se sentó sobre una roca y se puso a pensar un poco, el mismo cansancio lo hizo caer rendido sobre la piedra, cayendo en un profundo sueño.

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