Capítulo 1

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Nota:
Esta historia ocurre en un universo en  donde se mezclarán hechos tanto del manhua, como del donhua y el live action.
Va a estar raro pero cool (¿?) jaja ustedes solo déjense llevar.

Y recuerdo que los personajes que aparecen en esta historia no son de mi propiedad, yo solo los uso para crear historias locas y dementes para alegrarnos y/o destrozarnos la vida jaja.
Bien, vamos al capítulo y espero lo disfruten.

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Decisiones.

Capítulo 1: Encuentro.

La noche cayó abrumadoramente, las palabras recibidas por el General Fantasma revelando la verdad acerca de su núcleo dorado, le dejó devastado.

De rodillas en el muelle, mirando al horizonte, su cabello se mecía con ayuda del viento… ahh~ cómo hubiera querido que ese viento se llevara todo lo que sentía en ese instante… esa furia, esa tristeza, esa pena, ese dolor que le quemaba de forma implacable mientras sus manos temblaban, posadas en la húmeda madera.
Húmeda por sus lágrimas, la pena y la brisa nocturna que acariciaba las flores de loto, deshojándolas y esparciendo con matices rosados, la oscuridad del entorno. ¿Por qué el viento no podía llevarse su pena también?

Perdió la cuenta de los minutos, tal vez las horas que pasó así, en el suelo, abrumado por una verdad que debió ser dicha hace tantos años atrás y que ahora, quemaba, dolía y destrozaba más que haberlo sabido en su momento… tal vez, ¿de saberlo antes, las cosas habrían sido diferentes…?

Maldijo el momento que vivía, maldijo no haber dicho nada a aquellos que hacía tiempo se habían alejado de su vista, tomando camino hacia el atardecer en aquella pequeña barca.

El canto de los insectos nocturnos, las luciérnagas y el sonido calmo del agua, llegaron a sus oídos, logrando volver en sí lo suficiente para ponerse de pie y caminar hacia su hogar.

Aquel salón donde las tablillas funerarias de sus padres y hermana se encontraban, le  causó una sensación pesada y dolorida…casi podía escuchar los reclamos de su madre, las indiferentes palabras de su padre y aquella mirada compasiva de su querida hermana.

En ese momento, pese a lo que seguramente recibiría de ellos, por millonésima vez en su vida, los quería de vuelta… Aunque sólo fuera unos momentos.

Se detuvo entonces frente a ellos, tratando de ser aquel líder fuerte e inquebrantable, por el cual había trabajado tantos años, pero su voz se apagó al querer hablar, logrando sólo un susurró ahogado y sombrío.

“¿Fallé de nuevo?”

Aquellas palabras salieron de su boca, sin poder obligarse a levantar la mirada y “encararlos”, tratando de no soltar a llorar  en el lugar, aunque, realmente, había llorado tanto ya, que no tenía más lágrimas que derramar en ese momento.

Tras una reverencia a su familia, caminó con paso lento y perdido, saliendo del territorio de su hogar hasta las desoladas calles.

Supuso que sería muy tarde, estaba completamente oscuro y prácticamente no había nadie en los alrededores, solo tal vez uno o dos ebrios que entre ellos se burlaban y quejaban de la pronta carencia del vital líquido en sus sistemas.

Tras un instante de pensar, tomó de un puesto vacío, un trozo de tela harapienta, cubriendo con ella su cabeza y cuerpo. Si bien no había gente que le mirase, no quería que nadie viera la condición patética en la que se encontraba.
Y fue así que casi como un sonámbulo, dando pasos lentos, tal vez algo torpes y con la mirada perdida en la nada, continuó su andar.

Caminó entonces un largo rato hasta una zona pobre de la ciudad. Si bien la secta era muy prospera gracias a su arduo trabajo y el de los habitantes, había zonas que aún no podían erradicar se al cien de la pobreza, básicamente, porque eran los mismos habitantes los que no querían cambiar su estilo de vida.

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