La futura Emperatriz

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Sovieshu miró a Aleksandra desde la terraza que daba al campo militar. Ella se encontraba frente a una multitud de soldados que pertenecían a Gondrin, mientras ella daba indicaciones. No había escuchado del todo bien qué mensajes daba a sus caballeros, pero se veía imponente y firme, siendo admirada y respetada en silencio por aquellos que seguían sus órdenes.

Él no había conocido a Aleksandra por mucho tiempo, pero cuando la observaba, notaba más cosas de ella. Era implacable y una líder nata, era firme e imponía respeto a aquellos que le servían, pero nunca dejaba de lado una amabilidad y preocupación incluso con los plebeyos. De vez en cuando la veía hablar alegremente con alguna criada e incluso ayudar con ciertas tareas que correspondían a la servidumbre.

Ella era... Peculiar.

Pronto los casquetes de los caballos resonaron, mientras los honorables soldados de Gondrin partían a su deber bajo las indicaciones de la princesa Florakis.

Pronto la expresión autoritaria de la mujer cambió. Era una mirada suave y preocupada, mientras miraba hacia el cielo, dejando que el viento jugueteara con sus mechones color lila y su largo vestido blanco.

Esa era otra cualidad interesante; su sencillez. A diferencia de Navier y Rashta, Aleksandra siempre usaba vestidos sumamente sencillos, no tenían muchas capas o detalles, sino que tenía unos pocos adornos de oro, ya fuesen collares, pulseras o un cinturón. Sus vestidos siempre eran de un blanco puro y, de vez en cuando, tenían algún detalle en color. No estaba seguro si era por su humildad o si así era la moda de Gondrin.

Los ojos verde suave de la princesa pronto se dirigieron hacia el Emperador, antes de que una gentil sonrisa se posara en sus labios y saludar a a Sovieshu con una pequeña reverencia. Sovieshu respondió al saludo con un gesto de su mano.

El papel de Emperatriz era de suma importancia para la prosperidad de su Imperio, sin esa figura todo se había desequilibrado y había tenido que levantarlo por sí mismo. Pronto tanto peso dejaría de recaer en sus hombros al casarse con una mujer tan capaz, pero todavía tenía cierta incertidumbre con respecto a su matrimonio.

El hecho de que fuese infértil era bastante preocupante. Ya a sus casi 26 años seguía sin tener un heredero. Glorym no era su hija, así que nuevamente volvía al hecho de que el Emperador no ha tenido un hijo legítimo a quien heredar su trono y sería el final de su línea sanguínea.

Pensar en ello y la organización de su boda, junto con los deberes de Emperador, era completamente abrumador. El Marqués Karl había sido de ayuda, pero la mayoría del trabajo seguía recayendo en sus hombros, ya que el Marqués también tenía sus propios deberes que atender.


Encontró a Aleksandra en el lugar donde solía estar la silla favorita de Navier para leer en el jardín. La mujer de cabellos lila se encontraba de rodillas, con los ojos cerrados y las manos juntas y entrelazadas. Un aura de maná cálido y de color dorado rodeaba gentilmente su cuerpo.

— Qué Niké siempre les guíe a la victoria —La escuchó decir.

El maná dorado comenzó a desvanecerse poco a poco, a la vez que aquellos ojos verde grisáceo se abrían poco a poco.

La princesa entonces notó una presencia ajena, haciéndola voltear para encontrarse con Sovieshu. Él solamente la miraba en silencio y ella, sin decir nada, le sonrió.

Ella se levantó del suelo e hizo una reverencia ligera al Emperador como forma de saludo cordial.

— Su majestad, ¿a qué debo el honor de su presencia?

— Lamento interrumpirla, Aleksandra —Se disculpó antes de continuar—. Deseo que me brinde el placer de su compañía si tiene algo de tiempo.

— No se preocupe, Sovieshu. Sólo pedía a la diosa de la victoria que guíe a mis hombres —Ella negó con la cabeza, haciendo saber que no había había interrumpida en algo importante—. Me encantaría poder acompañarle.

Él ofreció su brazo de manera galante y la joven rodeó el brazo masculino con sus manos delicadas. El contacto visual que ambos tuvieron en ese momento fue corto, fugaz, pero habían llegado a conectarlos en una pequeña complicidad.

Sovieshu, a pesar de que la princesa extranjera hubiese apartado la mirada, la observó. Aleksandra tenía una belleza jovial, fresca y sencilla, un aura de madurez y realeza, pero a la vez de inocencia y gentileza. Era ver un balance perfecto entre una regente y una mujer.

Ambos comenzaron a caminar entonces por el inmenso jardín del palacio imperial en silencio, disfrutando entonces de la compañía del otro.

Se consideraba importante el poder mantener una buena relación, pues en un futuro próximo serían marido y mujer. Ninguno de los dos eran adolescentes dejándose llevar por las hormonas, sino dos personas adultas que se estaban conociendo previamente a contraer matrimonio.

— He citado a la modista que diseñará tu vestido a venir mañana ¿no será una molestia atenderla? —preguntó el Emperador.

— No en lo absoluto. Me encantaría recibirla y poder hablar con respecto a lo que deseo llevar —dijo la joven con una expresión tranquila.

-— Puedes pedirle lo que desees. Para mí sería mi tercera boda, pero será la primera para usted y deseo que sea especial.

— Es muy considerado de su parte, Sovieshu. Aunque sea su tercera boda y deseo que usted también lo sienta como un día especial —Allí estaba una vez más la amabilidad de Aleksandra —;sin embargo, sí deseo que mi vestido sea algo a un estilo más típico de mi nación. La moda de su Imperio es fantástica, pero es demasiado lujoso para mí. Vengo de una tierra donde la sencillez es valorada.

Había sido una petición diferente a la de Rashta y la posición de Navier. Sus anteriores esposas habían optado por vestidos lujosos, Navier teniendo equilibro y Rashta siendo más llamativa, pero habían sido lujosos vestidos después de todo. El que una mujer de cuna real pidiera sencillez, no era algo a lo que estuviera acostumbrado.

— Eres una princesa y será un día único; además, serás la Emperatriz. La sencillez no es algo que se espere de tu realeza y futura posición en el Imperio ¿Estás segura de querer un vestido sencillo?

— Lo estoy. No deseo lujos, solamente deseo poder mostrar parte de mí a mi nuevo pueblo. No solamente es nuestra boda, sino también significa la unión de dos pueblos —El rostro femenino se dirigió hacia él—. El usar un vestido más propio de mi país y que usted lleve un traje de bodas propio de este Imperio en el día de nuestra boda, mostrará como ambas naciones forman un lazo y un voto.

Aquel había sido un punto de vista realmente interesante.

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Hola hermosa gente lectora.

Muchas gracias por el apoyo que han dado a esta historia. Las actualizaciones son lentas, pero espero valgan la pena.

Deseo saber por parte de ustedes, mis queridos lectores, si desean que la relación de Sovieshu y Aleksandra avance con más rapidez o si les parece mejor el slow-burn.

También deseo complacerles, así que los leo.

Armonía [Sovieshu x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora