La Delegación de Gondrin

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Dos jóvenes habían entrado a la oficina del Emperador tras que el Marqués Karl les haya indicado el permiso pasar. Ambos habían hecho una respetuosa reverencia al regente.

—Es un honor conocerlo, su majestad el Emperador. Mi nombre es Glorfindel de Florakis, príncipe heredero de Gondrin —El joven varón destacaba por tener un hermoso cabello del color del oro, profundos ojos azules y piel pálida.

—Yo soy Aleksandra de Florakis, princesa y líder militar de Gondrin —La chica tenía un largo cabello lila y ojos del color del jade.

Algo que destacaba a los hermanos Florakis era una mirada y una sonrisa gentilesy ambos vestían atuendos sencillos de colores blancos, grises y algunos adornos de oro.

Los ojos de Sovieshu se dirigieron a la mujer ¿líder militar? No desestimaba a las mujeres como militares, después de todo lady Artina era una mujer y era eficiente en su deber, pero Aleksandra no tenía un porte de guerrera ni tenía el aura de llevar aquel título, pues era sumamente hermosa y de una apariencia delicada.

—Sean bienvenidos al Imperio de Oriente, príncipes de Gondrin ¿A qué debo el honor de su visita?

—Hemos escuchado que el Imperio de Oriente últimamente se ha vuelto vulnerable por la disminución de poder mágico y el hecho de que usted se encuentra solo manejando los asuntos del Imperio —dijo el príncipe Glorfindel.

No era un tono de voz amenazante o burlón, simplemente había hablado con total sinceridad del asunto, haciendo saber que aquella noticia ya se había extendido y en seguida iba a explicar sus razones para haber viajado desde tan lejos.

—Debido al apoyo que su honorable tatarabuelo nos dio hace muchos años, hemos decidido retribuir esa ayuda en los tiempos de crisis presentes en el Imperio de Oriente —Esta vez fue Aleksandra quien explicó los motivos del Reino de Gondrin para haber enviado una delegación con sus príncipes.

—Nuestro padre, el honorable rey Caesar, ha enviado esta carta explicando mejor nuestro papel —El varón de cabellos dorados entregó una carta con el sello real de su padre.

Sovieshu estaba algo confundido. Gondrin nunca había buscado una alianza con el Imperio de Oriente, ciertamente solía permanecer neutral en cualquier clase de conflicto y asuntos que no los involucraban directamente. Eran un reino relativamente pequeño, pero con un poder militar como ningún otro.

El moreno tomó la carta que le dio el joven príncipe. Tenía demasiados documentos más importantes por leer, pero decidió averiguar qué deseaba comunicar el rey Caesar y cuáles eran sus planes al enviar a sus hijos.

Sovieshu comenzó a leer con calma, mientras los príncipes extranjeros se mantuvieron pacientes a la espera de alguna palabra o indicación del regente. No fueron largos minutos antes de que Sovieshu levantara los ojos de la carta.

—Entonces ¿han traído soldados para proteger al Imperio de Oriente?

—Además de eso, se me ha encomendado quedarme indefinidamente con tal de brindarle mi apoyo al guiar a nuestros soldados, su alteza. Al menos mientras se equilibra el Imperio y usted logra contraer nupcias para repartir los deberes con su futura Emperatriz —intervino Aleksandra con una amable sonrisa.

Aquella muchacha mantenía ese porte elegante, educado y aquel rostro y sonrisa gentil. Aleksandra era una portadora de un maná inmenso, al igual que los soldados de Gondrin, que habían sido bendecidos con riqueza en maná.

—Agradezco profundamente el apoyo que su honorable padre ha enviado al Imperio. Por favor, siéntanse como en casa. El Marqués Karl les asignará una habitación para nuestros invitados más distinguidos —dijo Sovieshu—. Me encantaría poder darles más de mi tiempo, pero tengo bastante trabajo que hacer en este momento. Espero tenerlos para la cena.

—Claro, su majestad. No le quitamos más de su tiempo —habló Glorfindel.

El par de hermanos volvió a hacer una reverencia antes de retirarse y seguir al Marqués Karl.


La mujer de cabellos color lila se encontraba tranquilamente en la habitación de invitados, mirando a través de la ventana abierta los vastos terrenos del palacio imperial, mientras el viento jugaba suavemente con los mechones de su cabello y sencillo vestido color blanco.

Aleksandra escuchó la puerta de la habitación siendo abierta, lo que la hizo voltear, viendo a su hermano mayor entrando y manteniendo una sonrisa en el rostro.

—Querido hermano, ¿Has disfrutado una vuelta por el palacio?

—Así es, querida hermana. El Imperio de Oriente es bastante encantador.

Ambos se quedaron en silencio mientras miraban como el cielo comenzaba a teñirse de colores rojos, naranjas y amarillos indicando las horas del atardecer.

—¿Cuándo partes de vuelta a Gondrin?

—En un par de días. Como heredero no puedo estar fuera mucho tiempo. Ya sabes cómo es la condición de nuestro padre —dijo Glorfindel poniendo las manos en los hombros de su hermana —. Estoy seguro que lo harás bien. Desde niña has estado preparada y has guiado a nuestros caballeros hasta la victoria. Nikè está de tu lado.

—Estoy segura que la verdadera intensión de nuestro padre al quedarme es que yo me case con su majestad el Emperador.

—Yo también lo creo, pero no hay que forzar las cosas, querida hermana —dijo mirando a la menor —,pero me preocupa ya que él ha estado casado dos veces y no deseo que te rompan el corazón.

—Estaré bien, querido hermano. Las cosas serán como deben ser. Que las Moiras guíen nuestro destino y que se cumpla el designio de los dioses.


Sovieshu suspiró, desplomándose en la silla mientras llevaba sus manos a su cabeza. Demasiado trabajo para manejar por sí mismo y más por el retraso sufrido gracias a la depresión que la pérdida de Navier había provocado. Tan solo pensar en su ex-mujer hacía que le doliera en el corazón y se regañara una y otra vez por ser tan estúpido.

Miró el reloj, era casi la hora de la cena y debía alistarse para cenar con sus invitados. No sabía que tanto debía o podía confiar en los príncipes de Gondrin, después de todo ellos mismos sabían que su Imperio estaba débil y Gondrin, siendo un reino militar, podrían provocar un ataque disfrazado de colaboración.

Tal vez estaba siendo paranoico, pero nunca estaba de más ser precavido.

Armonía [Sovieshu x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora