Tiempo Juntos

587 89 9
                                    

Junto a los preparativos de la boda, también venían los preparativos de su fiesta de compromiso. Era normal que en el Imperio de Oriente se hiciera público el compromiso a través de una fiesta cuando de trataba de la familia imperial. Antes de casarse con Rashta, se hizo una celebración pequeña como la fachada de mostrar la "humildad" de la nueva Emperatriz, pero en aquella ocasión sería diferente, pues Aleksandra no era una plebeya ni una esclava, sino una princesa, alguien de sangre real.

Sovieshu dio un sorbo a su té, mientras con ojos cansados hojeaba algunas cartas de respuesta a las invitaciones tanto a la boda como su fiesta de compromiso. Su corazón se detuvo al ver el sello del Imperio de Occidente, sabiendo que se iba a contar con la presencia de Heinley y Navier. No había logrado superar del todo a su ex-esposa, pero había aprendido a sobrellevar la situación y aceptar que no volverían a estar juntos.

Abrió el sello y leyó la afirmación de parte del Emperador de Occidente, junto a Navier y los gemelos. Ante la mención de su ex-esposa y los niños que ella había dado a luz, se había formado un nudo en la garganta.

El Marqués Karl se había percatado de la mirada en el Emperador y pudo deducir de quien era la carta que había recibido. Abrió y cerró la boca varias veces sin emitir algún sonido, inseguro sobre decir lo que tenía en mente en ese momento. El tema de Navier aún era un poco delicado.

—Majestad, en lugar de torturarse por la presencia de la Emperatriz Navier, ¿por qué no trata de pasar algo de tiempo de calidad con su futura esposa? Estoy seguro que la princesa Aleksandra no tendrá oposición a ello y; además, podrán dar la imagen de una pareja enamorada.

Los ojos grises de Sovieshu se alzaron hacia el Marqués Karl, quien agachó la mirada como si hubiese dicho algo malo. El Emperador apartó la mirada y cerró la carta que había sido enviada por Heinley.

—¿Aleksandra se encuentra en su habitación?

—Tengo entendido que esta mañana salió al jardín. Parece que a la princesa le gusta mucho pasar tiempo en el exterior cuando no se encuentra ocupada— Informó el Marqués Karl, aliviado de no recibir un regaño ante la mención de Navier.

Sovieshu se levantó de su escritorio antes de salir en búsqueda de su prometida.

Aleksandra se encontraba sentada en el pasto, su largo vestido blanco extendido a su alrededor. Tenía un libro en sus manos sobre su regazo, una sonrisa suave y una mirada tranquila que seguía la lectura. En el suelo, a la izquierda, había varios libros amontonados.

Últimamente había estado leyendo acerca del Imperio de Oriente a través de libros y archivos viejos y recientes, con tal de conocer un poco más de la cultura y costumbres de su nuevo hogar. Sabía que Sovieshu se estaba esforzando mucho con la planeación de su boda y la fiesta de compromiso, (aún cuando ella había dicho que no era necesario hacer una fiesta para celebrar su compromiso).

Las pisadas sobre el pasto hicieron que levantara la mirada, viendo a Sovieshu acercarse. Ella cerró el libro y le sonrió, mientras hacía una leve reverencia, aún sentada.

—Espero no estar interrumpiendo su lectura.

—No realmente ¿A qué debo el honor de su presencia?

Sovieshu se quedó en silencio un momento, ¿Cómo le iba a decir que planeaba pasar tiempo con ella para dar la imagen de una pareja enamorada sin que sonara mal? A pesar de que ambos estaban de acuerdo que era un compromiso sin amor de por medio, tampoco quería que Aleksandra sintiera como si ella no le importara. Él había llegado a desarrollar preocupación por ella, después de todo era la mujer con quien iba a compartir lo que quedaba de su vida, pues no planeaba volver a casarse o divorciarse cuando la mujer que amaba se había ido para siempre.

La joven mujer de cabellera violeta ladeó levemente su cabeza y sonrió con gentileza a Sovieshu, palmeando suavemente el espacio vacío a su lado.

—Por favor, siéntese a mi lado —dijo Aleksandra con aquella voz amable—. Si no está demasiado ocupado, me gustaría pasar algo de tiempo con usted que no envuelva trabajo.

Un sorprendido Sovieshu hizo caso a la solicitud de Aleksandra. Era casi como si ella hubiese leído sus intenciones de pasar tiempo con ella, aún si era solo una fachada.

La princesa de Gondrin entonces apoyó la cabeza sobre el hombro de su prometido.

—¿Aleksandra? —murmuró él algo sorprendido y confundido con los gestos de la mujer.

Ella, por su parte, permaneció en silencio. Sutilmente llevó su mano hasta la del Emperador para posarla suavemente sobre la de él.

Al inicio, él se encontró un poco tenso ante la acción tan repentina por parte de su acompañante, pero en cuestión de algunos segundos se relajó y sonrió suavemente ante el tacto en su mano. La mano femenina era suave y cálida, le daba una sensación de confianza y seguridad, además de comprensión.

La princesa alzó la mirada hacia él y la dulzura se reflejó en aquella mirada color jade.

— Se ha estado esforzando mucho para que nuestra boda sea perfecta y se ve algo cansado, ¿por qué no toma un descanso? —Surgirió la princesa.

Aleksandra apartó la mano de la contraria. Dejando el libro a un lado, palmeó suavemente su regazo mientras miraba al varón. Sovieshu al inicio estuvo dudoso, pero se recostó en el césped con la cabeza apoyada sobre el regazo de la princesa.

Los ojos de ambos hicieron contacto visual. La calidez en la mirada de Aleksandra era reconfortante, al igual que aquella suave sonrisa. Pronto, su prometida comenzó a acariciar suavemente las hebras oscuras de su cabello, sintiéndose relajado ante aquellas atenciones.

—Aunque no sea por amor, desde lo más profundo de mi corazón, deseo que nuestro matrimonio funcione —Escuchó decir a Aleksandra, mientras ella posaba su otra mano sobre el pecho masculino—. Es por eso que le cuidaré de la mejor manera que pueda y daré lo mejor para ser la digna Emperatriz de esta nación.

Cualquier frustración que Sovieshu haya tenido, se había disipado gracias a la presencia de Aleksandra. El atormentado corazón de Sovieshu la había convertido en su zona de confort sin saberlo, pues con cada acción y palabra por parte de la princesa, lograba hacer que su pecho se sintiera liviano.

Tal vez pasar tiempo juntos no sería realmente para aparentar, sino que podría genuinamente disfrutar de la compañía ajena y la comodidad y paz que ella le transmitía.

Armonía [Sovieshu x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora