Dios salve a la reina

286 26 3
                                    

-Majestad, usted no deja de mirar por la ventana. ¿Qué le tiene tan perdido? -Le preguntó su esposa, mientras retiraba una peineta de su cabello y se sentaba en su lado de la gran cama matrimonial, la cual empezaron a compartir después de su primer noche juntos.

-Simplemente pienso en el futuro. No es mi intención preocuparte, Elisa -le respondió sin voltear. Su mente solo estaba rodeada de las promesas inalcanzables que le había realizado a Kenma. Sabía que no importe lo que sea que intente, alguien iba a salir herido, e incluso peligraría el futuro del reino. Huir... si pudiera escapar... 

-¿También saldrás esta noche a patrullar? ¡Eres tan responsable!

-Sí, hoy también saldré un rato...Pero recuerda que puedes pedirme que me quede cada vez que lo desees. -El azabache se puso de pie, rodeó la cama e inclinó la parte superior de su cuerpo hacia Elizabeth. Ella, risueña, le extendió la mano y él se la besó. Esa era la despedida ritual de cada noche.

Se escucharon golpes en la puerta, Bokuto llamó desde el otro lado, y como era rutinario, ambos se fueron del palacio. El grupo de Kenma los esperaría en el granero, beberían todos juntos como cuando apenas eran unos adolescentes, se reirían y calentarían con la fogata. Cuando casi todos estén o muy ebrios o muy dormidos, algunos dejarían el granero para escapar con sus mantas a lugares incógnitos del bosque, y se convertirían en uno a través de distintos actos relacionales.

La despedida sería dolorosa, llena de promesas a futuro y con la esperanza de que una de esas noches ya no deban esconderse o escaparse para verse.

El plebeyo debía ser honesto: él tampoco supo decir que no. Sabía que no debía volver porque cuando volviera a estar frente a aquella garrapata que desde niño lo siguió, ya no podría dar marcha atrás. Los dos eran los responsables de no saber tomar más que malas decisiones...¿Cuánto tiempo más la suerte los ayudaría a escabullirse como ahora?

-Majestad, por favor, no se vaya esta noche -En el medio de la noche, en el centro del pasillo, las damas de honor de la reina se pararon en frente del rey, obturando su camino.

-¿Qué es lo que les pasa? -intervino Bokuto.

-La reina...Elizabeth...hace días que se siente mal, majestad. En la noche solo puede vomitar... ella no quiere decirle porque, usted ya sabe, lo adora...

Los ojos de Kuroo se abrieron en ese instante, mientras su mirada dorada se opacaba. Dio la vuelta y caminó a paso apresurado nuevamente hacia su habitación. 
  Recostado, el cuerpo de la reina respiraba agitado, mientras las gotas de sudor en su frente humedecían sus mechones rubios. Ella entreabrió los ojos y notó la sombra de Kuroo a su lado, buscó su mano para sujetarla fuerte, y él se inclinó para besarla en la boca.

A los días, la respuesta a los malestares resonó por todo el reino: ¡Dios salve a la reina! Exclamaba la muchedumbre. ¡Dios proteja al próximo príncipe! 

Los antiguos reyes y próximos abuelos, miraban con nostalgia y alegría al fruto de tanto esfuerzo. Ahora, con la sangre real ya en camino, el deber con su pueblo estaba hecho.

Quien no festejó, por más que lo intentó, fue el pequeño pelilargo que escuchaba el discurso de la realeza atrás de toda la multitud de gente. Lo que para Kuroo era el comienzo de su libertad, para Kenma era el principio del final.

.
.
.
.

Buenas, buenas. ¿Cómo están? ♥ Sé que estoy muy desaparecida, pero es que honestamente ando triste y sin ánimo de nada (y después me pongo más triste porque no soy productiva) así que veré si puedo ser constante. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 02, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El rey -kuroken (Kuroo x Kenma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora