Dicen que el tiempo lo cura todo, una mentira que se dirán los ilusos para atenuar su dolor. El tiempo transcurría sin detenerse pero el dolor en mi corazón se fortificaba con cada día. Aprendí a manejar el humor cambiante de Drake, a controlar mis emociones frente a él y a tener paciencia y rezar, rezarle a Dios cada noche para que algún día él saliera por esa puerta y no regresará jamás.
Una noche como tantas otras, Drake me compró un vestido, mis gustos no le importaban, debía usar lo que a él le complaciera.
—Usalo. Iremos a una cena de negocios— dijo.
—¿Puedo quedarme en casa? Me aburren esas…—
—Te espero abajo en cinco minutos— dijo sin más.
—No se porque me molesto— me quejé en voz baja.
Uno de los choferes de Drake nos llevó hasta un restaurante cercano a la costa. Allí nos esperaban un grupo de hombres acompañados con sus esposas o así me pareció. Ni bien llegamos nos convertimos en el centro de atención.
Haciendo bromas y toda clase de monerías solo para agradar a Drake. Era el más joven de todos, con veintiséis años ya era más rico que todos ellos.
— Con todo el respeto que se merece joven Jacobs pero…su esposa es realmente deslumbrante— dijo uno de los hombres lo que irritó a Drake. Lo percibí porque cuando se molestaba tensaba la barbilla apretando los dientes.
—Gracias por el comentario pero…—
—Quieres morir Rodríguez?— preguntó Drake.
Toda la mesa se quedó en silencio. Miré a Drake y luego al tal Rodríguez. Detrás de él mis ojos se toparon con una silueta conocida, un cabello rubio brillante y un perfecto perfil. Era Leo. Me aterre, me llene del pánico. Vi a Leo caminar junto a otro hombre hasta el lado este del restaurante.
—Sam?— dijo Drake.
—¿Qué? Eh?— dije notablemente nerviosa.
—Te pasa algo princesa?— preguntó. Yo negué con la cabeza y tomé un poco de vino lo que se que le pareció extraño a Drake.
Intenté calmarme lo más que pude pero la situación en la mesa era cada vez más tensa. Hablaban de temas delicados en clave que no le parecían a Drake. Me disculpé y fui al baño. Sentía una precisión en el pecho, todo se tornó negro y un subido me ensordecia.
—Esta bien?— preguntó una mujer al verme.
—Ah?. Si, si. — me apresuré a decir.
La imagen de Drake atacando a Leo allí mismo me cruzó por la cabeza.Drake ya estaba muy enojado, si veía a Leo compartiendo el mismo aire que yo no le temblaría el pulso para matarlo.
—Tengo que hacer algo… tengo que hacer algo.. tengo que…—
Se me ocurrió hacer lo único que sabía que sacaría a Drake de aquel restaurante. Respire y me arregle un poco, salí de vuelta a la mesa y espere unos minutos para acercarme a Drake.
Coloqué mi mano en su pierna mientras fingía reír de uno de los malos chistes de sus acompañantes. Él de inmediato colocó la suya sobre la mía y acarició mis dedos. Me quedé viendo un rato esperando una respuesta de su parte. Se acercó a mí oído y preguntó qué pasaba.
—Nada, es solo que… te ves realmente guapo hoy— respondí.
—Solo hoy?— preguntó con una sonrisa coqueta en sus labios.
Me acerqué a su odió y dije;
—Mmm..hoy más que ninguna otra noche.—Drake se mordió los labios, hacia eso cada que algo le gustaba, cada que me miraba con poca ropa o con nada en su totalidad. Mi plan estaba surtiendo efecto y era hora de dar el paso final. Coloqué su mano sobre mi pierna y de ahí debajo de mi falda.
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Marcada: Propiedad de Drake Jacobs.
Teen FictionSamantha Sánchez ve su mundo cambiar al conocer al poderoso Drake Jacobs, su jefe en el negocio de la prostitución. Es en aquel mundo donde conoce Leo Stewart de quien se enamora perdidamente rompido así la regla numero uno del negocio. Drake pasará...